COLOQUIO DE LA RED DE CRONISTAS DE LA REGION VALLES, JALISCO
CUVALLES 2008
Mina de “El Amparo”
(1543 – 1935)
Antología de la Minería en Etzatlán por:
Carlos Enrique Parra Ron
Víctor Manuel Méndez Navarro
La minería en Etzatlán
La minería en Etzatlán, ya se explotaba mucho tiempo antes de la llegada de los españoles, mismos que se sorprendieron al ver que entre los accesorios que traían consigo los nativos de ese lugar, sobresalían los collares y demás adornos personales. Aparte de los utensilios que usaban como navajas, cuchillos, hachas, puntas de flecha y muchas cosas más.
En 1543, don Juan Fernández de Hijar descubrió las minas de Etzatlán, Guachinango, y Guajacatlán, que según el intendente Gutierréz y Ulloa “produjeron en 30 años, 2 millones de pesos a su magestidad por sus reales derechos” las minas en Etzatlán, se mantuvieron trabajando intermitentemente a lo largo de toda dominación española.
El distrito minero en Etzatlán, está ubicado en la porción centro occidental del Estado de Jalisco, dentro de la provincia fisiográfica denominada Eje Neovolcánico y subprovincia de Guadalajara.
Siendo en esta región las elevaciones más importantes al sur, el cerro de Ameca y el cerro de Oca. En la porción central se encuentra el cerro de La Rosilla y al norte los cerros de El Vértigo y Magdalena.
La hidrografía está representada por un drenaje arborescente y radial, este último se observa con menor frecuencia.
Los rios y arroyos de mayor importancia se localizan al sur, como El Amparo, Los Charcos, La Cocotera y Jalolco, siendo éstos afluentes del río Ameca y existiendo otros como El Amololco, El Trapichillo y Agua Blanca, así como un sinnúmero de arroyos de magnitudes diversas.
La geomorfología del distrito está representada por una prominencia topográfica localizada al sur de Etzatlán, constituyendo en parte una gran meseta cuya porción central están las áreas mineralizadas de El Amparo y Tiro Patria con escurrimientos superficiales en etapa juvenil. Hacia el centro norte de la región se encuentra el principio de un valle bajo, con dirección al oeste (San Marcos), siendo consecuente de la depresión de Amatlán de Cañas. La porción noreste esta representada por un valle de acarreo angosto con mesetas pequeñas y volcanes aislados, el cual comunica los valles de Etzatlán y el de Magdalena.
El fallamiento regional esta representado por la falla Etzatlán con corrimiento de oriente a poniente inclinación al norte, y pendientes variables de 45o a 70o. El bloque hundido lo constituye las áreas de cultivos, zonas de minerales no metálicos (al oeste de la Mazata y San Andres), en tanto que en la zona del bloque que se levantó se localizan las áreas minerales de metálicos.
Las estructuras mineralizadas regionalmente están controladas por las fallas de Etzatlán y Ameca de dirección este a oeste e inclinaciones al norte y sur respectivamente; localmente se tienen dos sistemas principales, el primero de ellos de dirección este-oeste a norte 75o oeste en donde tienen la fallas la Estancia de Ayllones, La Mazata, arroyo Las Torcazas, Las Jiménez y Tiro Patria, conjuntamente a otros sistemas norte-sur, donde se ubican las fallas denominadas magdalena, el trapichillo y San Ignacio.
Asociadas a fracturas y fallas con dimensiones mas restringidas, se tienen un tercer sistema al noroeste-suroeste siendo las más notables las ubicadas en el arrollo El Nogal, Jalolco y Arroyo Seco.
En el distrito Etzatlán, los yacimientos son principalmente de forma tabular y de rosario; sin embargo los prospectos Molinitos y La India presentan un fracturamiénto intenso, limitado por un cuerpo mantiforme sobre un horizonte favorable para la recepción de los líquidos mineralizantes entre el material tobasio.
Otra caracteristica notada en el distrito, como en el caso de la mina Las Cañada, es que en superficie se constituye de una serie de dos a tres vetas casi paralelas las cuales parecen unirse a profundidad a una sola estructura.
Las principales alteraciones son: la cloritización (clorite), silisificacion (sílice), caolinizacion (caolines), sericitizacion (sericita) y en algunas ocasiones oxidación, esta ultima debida a la alteración de los ferromagnesianos, acompañados de la descomposición de los feldespatos de las lavas, dando coloraciones variables: gris, verde y rojo.
La mineralización esta representada principalmente por sulfuros de plomo, plata, cobre, zic, galiana, argentita, calcopirita y esfalerita, asociados en menor porcentaje con vornirta, marmitita, pirolucita y ankerita.
En las zonas de oxidación es notable observar indicios de carbonato de cobre (matakita, azurita), sulfatos como la calcantita y brocantita unidos a pirolicita y oro microscopico. Los minerales considerados de ganga o bien no económicos son: cuarzo, con variedades lechoso, amatista, blanco, cristalino y coloidal, abundante dentro del paquete ríolitico, encontrándose en las localidades de La Mazata, San Andrés y Magdalena; otro mineral mas común es la calcita, siendo esta de origen hidrotermal o bien por redepositacion.
La pirita por lo general se encuentra en la mayoría de las estructuras estado hondo diseminada o bien asociado por los minerales económicos.
La zona de minerales metálicos se puede considerar dividida en 4 bloques: bloque La Mazata, siendo este de menor magnitud, quedando comprendidas las Vetas del Rosario y Veta Nueva, disertadas por las vallas Mazata Noreste y Mazata sur, limitado al poniente por el bloque de minerales no metálicos, al este y norte por el Valle de Magdalena y al sur por el cerro de Santa Rosalía.
El segundo bloque es el constituido por el cerro de La Calabaza, con lineamientos locales al noroeste-suroeste, cuyo limite norte se tiene el Valle de Etzatlán y lo prospectos mineros de 4 Higueras y Los Verdes; en su parte sur y oeste, el arroyo El Amparo, y al este el Valle de Ahualulco; dentro de este bloque se ubica la mayoría de los prospectos mineros analizados y es la zona donde hubo mas desarrollo y actividad minera, con el desnivel topográfico medio de 600 metros en donde persiste mas la roca volcánica intermedia.
El bloque tercero esta determinado por el cerro Grande de Ameca con los prospectos mineros El Teuchiteco, Ánima y los Pericos. Comprenden su mayor parte rocas introcivas diferenciadas: pegado granito-granodiorita, dioritas, cuarzo monzonitas, asi como volcánicas intermedias cubiertas por basaltos o riolíticas.
El bloque cuarto esta ubicado en la zona de Oconahua, en donde existen prospectos cuyas estructuras son cortas y angostas superficialmente, por lo tanto su mineralización se reduce a bolsas y clavos pequeños.
La mayoría de los afloramientos corresponde al paquete andesítico. Los principales yacimientos de los minerales metálicos están localizados dentro de un ambiente volcánico intermedio, contenidos en estructuras tabulares rellenando fracturas o fallas; algunos horizontes tobácios suelen ser
más favorables para la mineralización, siendo en general de origen hidrotermal.
Los yacimientos de no metálicos se encuentran dentro de un ambiente volcánico ácido en forma regular; su origen es diverso y entre ellos podemos mencionar a las bentonitas, otras arcillas y ópalos.
En la zona del cerro Grande de Ameca existen afloramiento de intrusivo que pueden ser explotables como rocas dimensiónales.
Con respecto a los basaltos, estos pueden ser explotados como piedra de cantera para la industria de la construcción, piedra para cimentación, laja para recubrimientos, material quebrantados para morteros.
El material pirocrácico es utilizable para balastre o complemento agromerático en construcción.
Actualmente el distrito minero de Etzatlán esta inactivo, conteniendo tan solo como prospecto de interés algunas minas como: 4 Higueras La Cañada, Molinito, El Amparo (Veta Ancha) y Tiro Patria, con valores favorables en oro y plata los cuales, junto con la zonas de La Descubridora, Aguacate-Murciélago, El Quiote y otros, presentan perspectivas geológicas-mineras favorables para ser analizadas con mayor detalle y actualizar su evaluación.
Don Hernán Cortés, al saber que en estos lugares había toda esta riqueza, recomienda a su primo don Francisco Cortés de San Buenaventura, que haga poco caso a las joyas que los indígenas portaban, para que de manera natural ellos mismos los condujeran al lugar en donde las extraían, pues de otra manera sería imposible que se lo mostraran.
La obsidiana fue un recurso básico en la economía de estos pueblos, ya que se trabajaba de una manera organizada, siendo las minas de La Joya y La Mazata, las principales proveedoras del material, en lo que fuera la fabrica en Las Cuevas de Atitlán, (hoy San Juanito) donde se transformaban y eran elaborados los utensilios y accesorios, que no solo usaban ellos, puesto que comerciaban su producto en distintas partes del continente, esto es lo que se supone, al haberse encontrado vestigios de algunas navajas y de otros utensilios en Sinaloa y Durango, también como en estos lugares se han hallado piezas de turquesa provenientes de Nuevo México y Arizona.
Llamaban mucho la atención el color de algunas de las cuentas de sus collares azul-verde y lo bellamente que las trabajaban incrustándoles cobre, oro o plata.
Muchos nos hemos preguntado el proceso para lograr ese corte tan fino, ya que el filo de las navajas era microscópico. Pues bien, ellos usaban unos martillos de piedras de basalto, que no necesariamente tenían la forma del martillo que conocemos, ya que ellos lo formaban según el tipo de golpe que querían dar al objeto. Se han encontrado muchos martillos de estos, la mayoría están rotos.
Como dato curioso mencionaré que en los rastros de lo que fuera la fabrica de utensilios de Titlán, se encontraron miles de toneladas de desperdicio, el cual utilizaban como relleno. Ahora imaginemos los millones de piezas que se procesaron en este lugar y que se distribuyeron comercialmente en distintas partes del continente.
Se cree que con la búsqueda de la obsidiana, fue como ellos empezaron a tropezar con otros metales, encontrándose los cristales de cuarzo, plata y cobre.
Los españoles al saber de la capacidad de los Itzas, para trabajar la minería, se los llevaban a otras minas como por ejemplo a la de Zacatecas.
A ellos se les imponían los trabajos más rudos. A pesar de las riquezas que estos les proporcionaban, no les tenían ninguna compasión y eran cruelmente maltratados, al grado de que eran cientos los que morían en esas tareas, y solamente a los blancos se les ofrecía el trabajo más liviano.
Los indígenas cansados del yugo de los españoles, empezaron a sublevarse originando enorme inseguridad, por lo que se suspendieron las actividades en las minas por más de medio siglo.
A los españoles no les interesaban los metales industriales como el cobre y otros, a ellos solo les importaba el oro y plata, por esa razón les dejaban ese negocio a los indios, aunque al tiempo por la escases de los metales preciosos ya no era costeable enviarlos a España.
A partir de esas fechas las actividades menguaron gracias a muy distintas circunstancias y al bajo valor de los metales y piedras preciosas.
(En 1773, eran 57 las minas de plata que se explotaban en Etzatlán, rescatando tan solo 3 onzas de plata por cada carga, este trabajo era para la gente mas pobre, que lo hacía solo para sobrevivir)
Pero en el año de 1747, un natural de estas tierras le informó a un capitán llamado Pedro de Anduanegui, en el lugar en donde estaban las minas más ricas de la región.
A las cuales bautizaron con los nombres de: San Juan y Santo Domingo. Pero resultaron un verdadero fracaso, puesto que la tecnología que los españoles usaron no fue la correcta.
En 1776, por orden del Virrey Bucareli, fueron convocados 6 delegados para formar un Tribunal de Minería, para servir de base a una asociación sindical.
Para ese entonces el cobre ya se exportaba a España y Manila, eso era por cuenta del Rey y poco a poco fueron incrementando las exportaciones, al grado que el mismo Rey ordenó que se experimentara la calidad del cobre, para así ordenar su inmediata explotación, pero hubo dificultad para surtir el mercado, hasta que se liberó por ordenes del monarca, el libre comercio del cobre, eso consta en la Cedula Real expedida en Aranjuez, el 1o. de marzo de 1782.
Fue hasta dos años después cuando se funda el Banco de Avío, mismo que casi fracasa por los pésimos manejos.
En el año de 1792 quedó constituido el Colegio de Minería, donde se formarían los técnicos con los métodos de metalurgia más actualizados. El fomento de la metalurgia en la Nueva Galicia, fue adherida a los intereses de los españoles.
Ya en el siglo XVIII, fueron muchas las minas que se explotaban, como las de Bolaños, Hostotipaquillo, Amatlán de Cañas y las de Etzatlán. Los españoles veían con mucho interés las minas de la Nueva Galicia, augurando grandes riquezas en los Cantones de Etzatlán, Autlán y Lagos, por el año de 1802.
En Etzatlán, había muchos minerales, pero era muy escaso el más codiciado... ¡el oro! Por lo que la plata, hierro, cobre, estaño y plomo, eran a los que más atención se les ponía.
Las más ricas minas de plata de ese entonces, se encontraban en los Cantones de Etzatlán y Autlán, resaltando más el primero, más que por su pureza que por la abundancia de dicho metal.
Las minas que más producían en Etzatlán, eran la 5 Minas, Cabrera y Gachupines.
En el siglo XVIII la actividad minera fue suficiente, pero por los conflictos políticos originados a partir del año 1810, incitaron su total paralización.
A causa también de las guerras entre España e Inglaterra, Holanda y Francia, y la inseguridad que había en el transporte marítimo, hicieron que escaseara el azogue, elemento tan importante para la industria minera.
A partir de la guerra de Independencia, la industria minera en nuestro país quedó reducida, pues fue muy marcada la fuga de capitales, provocando esto el total abandono de las minas.
Pero ya terminada la guerra hubo quién promocionara la inversión en nuestras minas con los ingleses y franceses, mismos que tendrían la tarea de desaguar y explotar las minas.
La lucha por rescatar dichas minas fracasaba después de una inversión de más de cinco millones de pesos. En 1823, Etzatlán que era el Quinto Cantón, y a la vez se dividía en tres cantones, el primero que era el propio Etzatlán, el segundo Cocula y el tercero Tequila.
Victoriano Rea, realizó una estadística sobre “El Estado Libre de Jalisco” mencionando que en el pueblo de La Embocada, (hoy El Amparo) Municipio de Etzatlán y en la del Rancho de la Mora, municipalidad de Ahualulco, existen minas de oro, plata, cobre y plomo, que están totalmente abandonadas por falta de materiales de beneficio.
En el año de 1828, entró en vigor la ley para reducir el impuesto único del 3% sobre el valor de los metales, pero ni aún así los propietarios de las minas se animaban a explotarlas.
En 1831 el gobierno, para orillar a los propietarios de las minas a seguir explotándolas les advertía: “Los dueños de las minas corren el riesgo de perder sus derechos sobre ellas si dejaban de trabajarlas un año seguido o dos descontinuados”.
En 1831, el Gobernador del Estado, Ignacio Cañedo, informaba que tan solo eran 12 las minas que sobresalían y que las otras sus propietarios no se animaban a trabajarlas.
A partir del año de 1854, las restricciones en la minería se acrecentaron por la crisis política de esos años, por lo que esta industria casi desaparece.
Las minas de Etzatlán a pesar de los duros tiempos no dejaron de trabajar explotando más que otro metal, la plata, en los minerales de: Hundido, Cinco Minas, Cabrera y Gachupines.
Las riquezas de las minas de esta región eran invaluables y prueba de ello era el catalogo de minas que se trabajaban en el Cantón de Etzatlán, hasta el año de 1863, las cuales se enumeran a continuación: San Pedro, San Juan I, Tajito, Santo Domingo, San Carlos, La Calabaza, Rocío Grande, San Juan II, Hundido, Libertad, San José, el Progreso, San Miguel, El Refugio, San Joaquín, La Soledad, San Cayetano, La Colmena, La Blanquilla, El Padre Oca y san Martín, todas las antes mencionadas que eran de plata.
Los primeros años de la restauración independiente de nuestro país sirvió de marco para incrementar la crisis minera, pues solo 8 minas eran explotadas, las otras estaban casi en la ruina por falta de materiales y maquinaria para desaguar, puesto que la mayoría de ellas estaban inundadas y esto produjo hundimientos y otras averías.
En el informe del Gobernador Antonio Gómez Cuervo, en el año de 1870, manifestaba que la mayoría de las minas de Jalisco, se encontraban inactivas, abandonadas por sus dueños, ya sin recursos para reiniciar su explotación y que además las haciendas de beneficio, operaban bajo sistemas muy primitivos y que apenas alcanzaban a producir 4 cargas cada 24 horas.
La minería en Etzatlán se vio resentida hasta los primeros años del gobierno de don Porfirio Díaz, dando un respiro a la industria ya que por el año de 1876, se orientó la explotación prácticamente enfocada a las minas de oro, aunque también las de plata, pero en menor rango.
La falta de comunicación, el transporte y la ausencia de capitales fuertes hicieron que de nuevo se debilitara la industria minera, a eso se unió la baja que en ese tiempo sufría el precio de los metales a nivel internacional, factores que hicieron imposible la explotación a pequeña escala, ocasionando que en 1877 de nuevo se paralizara la minería.
En ese mismo año el Gobernador del Estado, Camarena, promulgó un decreto en el cual se dejaba libre de todo impuesto, a toda maquinaria dedicada al beneficio de la minería.
A partir del año de 1886, se otorgó a los fabricantes nacionales de maquinaria e implementos mineros, patentes exclusivas por 25 años, además se exoneraron de contribuciones tanto los reactivos utilizados en el proceso, como los capitales invertidos en equipos y aparatos.
Los antiguos Itzas, explotaban estos minerales en grado pequeño, para utilizarlos como adornos o en sus utensilios, nunca los consideraron como algo valioso, por lo que a la llegada de los españoles, se creía que estas minas iban a producir mucho más, pero por las condiciones cerriles, se hizo más problemático, aprovechando únicamente las concentraciones del mineral acuífero.
La época en la que tuvo más bonanza, la minería fue haya por los años de 1909 y 1925, en la mina de “El Amparo” y posteriormente fue en la mina “La Calabaza” por los años cuarentas.
Según nos dice en uno de sus escritos la connotada maestra etzatlense, Luz María Correa, cuando nos comenta de la penetración capitalista, en los tiempos de don Porfirio, cuando los movimientos económicos y sociales sucedieron en Etzatlán, en la primera década del siglo XX, ante la facilidad que se le ofreció a la inversión extranjera.
Con la introducción del ferrocarril, llegó el capitalismo y la modernidad, ya sea en la manera de extraer, como en el beneficio de los minerales.
El resultado fue a vistas de todos exitoso, llegando a Etzatlán, la actividad y la bonanza, junto con gente de distintas partes del interior de la República y algunas cuantas del extranjero.
Pronto se poblaron los minerales de El Amparo, Piedra Bola, La Mazata, y la Hacienda de Beneficio, Las Jiménez.
A mediados de 1903, la compañía minera La Armonía, vendió las minas San Juan y Santo Domingo, junto con el rancho de La Embocada, una compañía americana, quienes le cambiaron el nombre al de El Amparo estas minas fueron adquiridas por la cantidad de 320,000 pesos.
La Amparo Mining Company, era una compañía americana con sede en la ciudad de Philadelphia, E. U. incorporada según las leyes de New Jersey, con un capital social en 1916, de $2 ́000,000.00 en oro, representado por igual numero de acciones de valor de $1.00 oro, que se cotizaban en el mercado de los Estados Unidos a razón de $1.60 dólares.
La explotación de las vetas tuvieron momentos de bonanza de mucha importancia y la compañía obtuvo ganancias que le permitieron organizar los trabajos de manera de establecer el negocio sobre bases industriales de gran estabilidad, y así se originó la construcción de la planta de concentración y cianurización para aprovechar los minerales de baja ley que existían en abundancia.
El desarrollo de sus labrados mineros era a mediados de 1913 el siguiente:
•En tiros 500 metros,
•En cruceros 2,400 metros,
•En cañones o pisos en veta 4,980 metros
•En cañones de transporte fuera de veta 540 metros.
La fuerza eléctrica empleada en los diversos servicios de las minas y hacienda de beneficio, se tomaba de la casa de transformación que se había instalado en el Rancho de Las Jiménez por la Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora de Chapala y estaba repartida de la siguiente manera:
para los trabajos en las minas, se utilizaba:
•1 motor de 200 H.P. para el compresor;
•1 motor de 125 H.P., para el malacate del tiro 2
•1 motor de 50 H.P. para el malacate del tiro 1
•1 motor de 50 H.P. para el quebrador y vía aérea
•1 motor de 60 H.P. para la bomba del desagüe
•1 motor de 15 H.P. para la sierra mecánica
•1 motor de 10 H.P. para las bandas de la preparación mecánica Y para los talleres
•1 motor de 15 H.P. para los talleres en la mina; •1 motor de 2 H.P. para el muestreo,
Para un total de 527 H.P.32
Según el anuario de estadística minera de la República Mexicana de 1928, La Amparo Mining Company tenía un total de 523 trabajadores entre empleados y operarios. Se trabajaban 356 días del año sumando 71,395 jornadas de trabajo, en las cuales se pagaron 441,566 pesos. La hacienda de beneficio de Las Jiménez contaba con un promedio de 125 empleados y operarios, se trabajaron 356 días del año, sumando un total de 71,787 jornadas de trabajo. Ese año, por conceptos de sueldos y rayas se pagó la cantidad de 59,534 pesos.
En cuanto a producción, en esta mina se explotaba una veta muy rica, que tubo partes bonancibles desde la superficie hasta 300 metros de profundidad, en ese nivel se encontraban los trabajos de desarrollo minero a mediados del año de 1913; en ese nivel o más precisamente en el nivel 900 pies, se encontró una zona de minerales ricos, con plata nativa y con ley de 5 kilogramos de plata y 35 gramos de oro por tonelada; el resto de la veta ensayaba 1 kilogramo 200 gramos de palta y 14 gramos de oro también por tonelada.
Gracias a un informe elaborado en 1916, por el ingeniero de minas Andrés Villafaña sobre la situación de las minas del estado de Jalisco, sabemos que las minas de San Juan, Santo Domingo y sus anexas, eran en ese año, las de mayor importancia en el Estado de Jalisco, tanto por lo bonancible de su criadero metalífero como por lo acertado de su sistema de explotación y beneficio de los minerales. En ese informe, el Ingeniero Andrés Villafaña, pronosticaba que este negocio sería de gran duración, ya que contaba con unas reservas de mineral es de 550,000 toneladas, con un valor de 18 pesos por tonelada, o sea un aproximado de 9 millones, 900 mil pesos.
La compañía invertía anualmente en sus trabajos de $390,000 a 400,000 pesos y tenía una producción en bruto de 100 toneladas con el valor de 1,990,000 a 2,000,000 pesos. Además, la misma negociación, construyó un buen camino carretero que comunicaba el pueblo de Etzatlán, con los diversos fundos mineros y con la hacienda de beneficio.
Se beneficiaban en promedio, 300 toneladas de mineral cada día de trabajo, con ley media de 290 gramos plata y 8 gramos oro en tonelada; con un aprovechamiento del 90.5 por ciento de los valores contenidos, correspondiendo en la concentración 20% del oro y 13.5% de la plata, y en la cianuración 73.2% del oro y el 75% de la plata, o sea, en total, el 88% de la plata y el 93% del oro37. En el siguiente cuadro se pueden apreciar las cantidades producidas entre los años de 1924 y 1931.
Al igual que la mayoría de otros centros mineros, la explotación de las minas San Juan y Santo Domingo originaron la formación de una población cercana al antiguo Mineral de la Embocada. Según el censo de población de 1910, el mineral de La Embocada del municipio de Etzatlán, contaba con un total de 1694 habitantes; 949 hombres y 745 mujeres.
Durante la revolución mexicana, muy pocas compañías mineras se mantuvieron en actividad una de ellas fue la Amparo Mining Co. Esta situación provoco una gran escasez de moneda fraccionaria, muchas haciendas o importantes negociaciones agrícolas a fin de expedir sus pagos, entregaban a los trabajadores fichas para determinados departamentos de la propia negociación. Así, la Amparo Mining Co., en el mes de enero de 1916, ordenó la impresión de 1500 fichas a la imprenta de Juan Kaiser en Guadalajara que servirían para pagar a los trabajadores su ración de carne, con valores de 10, 15 y 25 centavos. En abril del mismo año, la compañía ordenó a la misma imprenta la hechura de 5,250 fichas, para las raciones de granos por valores de a uno y dos kilos. Estas ediciones se hicieron en papel "pressboard" café, grueso, variado el tamaño y configuración de la ficha según su valor.
La Mining Co. se vio amenazada por una intensa actividad sindical la que se dedicó a modificar la situación de trabajo de los obreros que se encontraban sometidos a trabajos forzados, en brutales condiciones, los cuales eran despedidos sin indemnización alguna o algún reajuste. Por si fuera poco los salarios iban condicionados a que el obrero adquiriera sus compras en la tienda de raya que administraba la misma compañía, buscando de esta manera la Mining Co., obtener las máximas ganancias, controlando no solo la producción minera sino que también los bienes y servicios, incluyendo algunas formas de distracción como lo era la de un teatro, muy bien formado, donde se presentaban espectáculos de variedad con los mejores artistas de la época, además se invitaba al Circo Atayde Hermanos, para que diera sus funciones a quienes se les pedía un porcentaje de las del costo total de las entradas.
Esta práctica, aunque no de manera generalizada, ocasionó que el pago del salario se convirtiera en vehículo de endeudamiento entre los mineros
El gerente de la mina era un americano llamado Santiago Howard, y como Superintendente del Departamento de Minas, él Ing. Amado Aguirre y Santiago, nacido un 8 de febrero de 1823, en San Sebastian, que pertenecía al Cantón de Mascota.
Don Amado llegó a El Amparo, después de haber incursionado en varias minas como la del Temache, en Nayarit, Real del Monte, en Hidalgo y San Andrés, en Durango. Siendo un hombre forjado en el ejército, obtuvo el nombramiento de Teniente de Ingenieros, además portaba la bandera de la masonería, por lo que no estaba de acuerdo con el fanatismo que se practicaba entre los mineros, pensando que ese era el problema principal del país.
El sueldo que don Amado, percibía era de los mejores, pues ganaba $300.00 dólares mensuales, gozaba de muy buena fama entre la sociedad de Etzatlán y de Guadalajara, este personaje se alió a la Revolución Maderista, tomando parte activa en ella junto con otros mineros.
En su interesante exposición en la Revista Nexos, Francisco Xavier Guerra, nos dice como es que los mineros y no los campesinos, se involucraron en la revolución, en el Estado de Jalisco, durante el primer llamado. Y que ya para entonces era General, don Amado Aguirre, describe los siguientes hechos: “es posible que a los mineros se les haya distribuido propaganda magonista, ya que la respuesta que dieron al llamado maderista, no se explica por sí sola, es decir, no parece que el Plan de San Luís, fuera el único detonador. Los centros mineros estuvieron en la mira de los magonistas, ta como lo plantea Guerra, diciendo que los jefes de dichos grupos fueron: Salvador Gómez, Cleofas Mota, Ramón Romero y Crescencio Amaral Meza, (los tres últimos fueron mineros de la Amparo Mining Co.) a ellos se les entregaron armas y dinero para los grupos revolucionarios”.
Como todo en la vida después llegaron los movimientos obreros que no contentos con los sueldos que tenían y el mal trato que les daban se inconformaron y José Guadalupe Zuno, lo dice en su obra “Historia de Jalisco” “A principios de noviembre llegó a Guadalajara Abraham González, para organizar la revolución maderista y en las reuniones secretas participaban muy pocas personas.
Julián del Real, ya se hacía notar por los linderos de Nayarit y Jalisco, se le veía merodear por Amatlán de Cañas, aunque el General Aguirre tenía nexos no solo con él sino que también con: Jauro Dueñas y Celso Santiago, quienes estuvieron en distintas ocasiones en su casa en el mineral de El Amparo, en donde intercambiaron ideas y donde se le proponía que se pusiera a la cabeza de ellos o que se subordinarían, cosa que el General asintió y de inmediato se puso en comunicación con Elías Sedano, Pedro Zamora y Herminio Fernández, quienes admitieron formar un solo grupo. Él General
Amado, se entrevistó con el General José María Mier, mismo que era Gobernador del Estado y Jefe militar de Jalisco, argumentando que necesitaba armamento para salvaguardar el mineral de El Amparo, cosa que lo convenció y le vendió 20 carabinas Mauser, de 8 mms. Con una dotación de 200 cartuchos útiles cada una, el precio por unidad era de $40.00 pesos, esto fue en marzo de 1914. Mier, preguntó a Aguirre, que si la posición de El Amparo, era fuerte y que si estaba propenso a ataques de gavilleros, teniendo una respuesta afirmativa, logrando con ello que le aumentara la venta a 30 carabinas extras y además un permiso para que trajeran de los Estados Unidos, 2 ametralladoras “”Hotkiss” y 25 fusiles, este armamento era similar al usado por EEUU, en la guerra contra Cuba. Ya con este armamento sí se le iba a poder hacer frente a Julián del Real. Para mala suerte del General Amado, en una contienda que hubo entre el ejército y gente de Julián del Real, siendo este último derrotado se les decomisaron unos fusiles de los que había adquirido del gobierno, por lo que el Sr. Gobernador Mier, lo mandó llamar para reclamar, pero audazmente el General Amado, le refirió que esos fusiles, se los habían vendido a unos mineros que un sábado anterior habían bajado al pueblo de Etzatlán y bebieron más de la cuenta y se los robaron, cosa que el Gobernador, con mucho trabajo aceptó.
En Guadalajara se encontraba Ramón Romero muy disgustado por el mal trato que los federales le daban a los rurales incorporados. Don Amado Aguirre, lo convenció de sumarse a la rebelión y simular un combate con Julián del Real, mismo que se declararía derrotado y de esta manera se le daría mas fuerza a Ramón. Pero la desgracia se presentó cuando el que servía de intermediario de ellos, (Enrique Robles Reinoso) fuera interceptado por los federales y habiéndosele encontrado entre sus pertenencias una carta del General Aguirre, en la cual explicaba el plan antes mencionado, para lo cual el Gobernador giró instrucciones al jefe del Cantón, cuyos apellidos eran Contreras Medellín, quién era “hermano masón de los más puros” que don Amado fuera aprehendido y que pasara a Aguirre, por las armas, pero este en lugar de acatar la orden, le avisó y de esa manera quedó a salvo. Lo peor de todo fue que no quedó completa la comunicación con del Real, y el combate fue verdadero y en él perdió la vida el General Ramón Romero. Después de eso la situación de don Amado era difícil y optó por contactarse con el Ejército del Noroeste este que acababa de entrar a Tepic, mismo que comandaba Julián Medina, quien ignoraba los avances logrados por la División de Occidente y tampoco sabía que su comandante era Manuel Macario Dieguez, nombrado también Gobernador del Estado.
Para entonces la extrema vanguardia de la división, al mando del Coronel Miguel M. Acosta, entró a Etzatlán, donde se entrevistó con el Ing. Aguirre, quién lo incorporó con sus mineros, siendo en Ahualulco donde se reclutaron más elementos para sus tropas, bajo las ordenes del Coronel Acosta, quienes recorrieron toda la zona, hasta que Manuel M. Dieguez, dio aviso de su arribó a San Marcos, enviando como vanguardia al Teniente Coronel Esteban Calderón, quien fuera alcanzado en Etzatlán por Aguirre y Acosta.
Unos días mas tarde arribó a Etzatlán, don Manuel M. Dieguez, y se contactó con el Ing. Aguirre, a quién le concedió el grado de Mayor, por sus méritos y sus estudios, ya que él era el autor del plano que marcaba el itinerario de la ruta a seguir de la costa de San Blas, Nayarit, hasta Yurecuaro, Michoacán. Ya incorporado a las fuerzas de Dieguez, le pidió al Mayor Aguirre, que le hiciera un croquis de la cudad de Guadalajara. La respuesta fue que no solo le proporcionaría un croquis, sino que elaboraría un verdadero plano, para lo cual requería conseguir una heliografía. Envió el Mayor, a un propio de confianza disfrazado de carbonero a pedir licencia a Othón Camarena, un gran amigo de él y a los 3 días ya contaban con el plano donde preparó lo que más tarde fuera la Batalla de Orendain. Etzatlán, siguió siendo el centro receptor del cuerpo del Ejército del Noroeste. No solo aquí se concentraba la División de Occidente sino que fueron llegando las columnas de Hill, Cabral, Sosa y Buelna, entre otros. De esta manera lo que fuera un grupo armado pequeño adquirió una dimensión a nivel nacional, siendo esta la culminación del éxito del General Álvaro Obregón, quién instaló su cuartel general en la casa de don Heliodoro Romero, de Etzatlán.
No cabe la menor duda que la propaganda Magonista, que llegó al mineral de El Amparo, surtió efecto, pues fueron los más entusiastas guerreros salidos de ese lugar. De esta manera este puñado de valientes colocó a Etzatlán dentro del mapa de la Revolución Mexicana.
El movimiento obrero en Jalisco, dio inicio a partir del triunfo de Obregón, encontrando buenas condiciones para su desarrollo.
La actividad más importante se desarrolló en esos momentos en los centros de: Hostotipaquillo, La Mazata, Etzatlán, Ahualulco y San Marcos, donde David Alfaro Siqueiros, enfrentaba ya junto con los mineros luchas en contra de las compañías extranjeras, a los cristeros, a los sindicatos blancos de la CROM, a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo y aún al propio Ejército.
Los “Rojos” demostraron la adhesión de más de dos terceras partes de los obreros de la “Amparo Mining Co. Pues controlaron a la mayoria de los trabajadores de los minerales: Piedra Bola, El Amparo, Las Jiménez y La Mazata.
El 8 de Marzo de 1929, aprovechando la situación y con la complicidad y el apoyo federal, las autoridades militares procedieron a aprender y expulsar del Estado, a los dirigentes comunistas, tal fue el caso de David Alfaro Siqueiros.
Las condiciones de vida de los trabajadores eran cada día más difíciles. Sólo lograron mejorar cuando los mineros de todo el país se unificaron en una organización nacional. (STNMSRM). La compañía atravesaba por una difícil situación ante la cada vez mayor profundidad a que se encontraban los minerales y las presiones del sindicato, decidiendo entregar el mineral y la maquinaria a la “Sociedad Cooperativa” en 1939.
De la memorable lucha en la región minera data un documento que contiene un valor histórico, no solo para los mineros, sino para todo el movimiento obrero campesino nacional. Es el “Pacto de Sangre” firmado el 22 de junio de 1935 por los trabajadores más resueltos a luchar por la justicia y dignidad del ser humano.
“Etzatlán, tus minas ya caducaron, pero siempre nos dejaron, el recuerdo del ayer. Dichosos los que gozaron el ambiente de esos tiempos y el placer de una mujer, el murmullo de las aguas, el colorido de los campos y las aves con sus cantos, a todo pusieron fin, más el perfume de flores de diferentes colores de tu lujoso jardín.”
Telésforo Barrios Montes (Ex Minero de “El Amparo”)
Bibliografía:
Profa. Luz María Correa Gómez. Francisco Javier Pérez Flores. José A. López Ojeda. Jorge A. Maldonado R.
Eduardo A. Aguilar Pelayo. Rene de León Meza. Oscar Luna Prado. Ing. Dalton de la Garza Ing. Salvador Landeros Uribe.
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