MAGDALENA
Una Ojeada a su Historia
-Fenómenos Naturales-
Francisco Javier Romero Montaño.
Cronista de Magdalena, Jalisco.
Magdalena Jalisco, se ha caracterizado por ser un asentamiento humano con un índice apenas perceptible de desastres naturales, los cuales comparados con sus más de cuatrocientos años de historia prácticamente han pasado desapercibidos en esta población e incluso cuando en otras partes del país se han presentado con severos estragos, en éste lugar se han manifestado tan solo como un reflejo sin graves consecuencias, casi como si la naturaleza tan solo quisiese recordar las bondades que ha tenido para con está tierra, la cual en la época prehispánica fue conocida como Xochitepec y después denominada por los primeros conquistadores con el rimbombante nombre de Santa María Magdalena de Xochitepec, el cual con el transcurrir del tiempo devino en Magdalena; está población se encuentra asentada entre un volcán ya extinguido y entre una laguna que de acuerdo con algunas opiniones ahora lamentable y desacertadamente ya está desecada; el volcán ya extinguido es el majestuoso cerro de Tequila, y la laguna es la denominada de Magdalena que hasta el año de 1937 aun bañaba con sus olas está población además de las de Etzatlán, San Juanito, La Joya y que además se encontraba relativamente cerca de otras pequeñas localidades como San Andrés, El Ojo Zarco y La Quemada.
La descripción más antigua que tenemos de la población de Magdalena se le debe al obispo de Guadalajara don Alonso de la Mota y Escobar, él cual visitando estas tierras en el año de 1605, asentó en la crónica de su Visita Pastoral lo siguiente:
“El pueblo de Magdalena, tendrá setenta indios vecinos, Doctrina de Franciscos. Es de temple frío; tiene laguna muy grande arrimada al pueblo, donde hay muy buena pesquería de peces menudos que se sacan y provee a ellos y muchas partes del reino, de lo cual se saca mucho interés. Hay a su tiempo mucha caza de aves, ánsares, patos y grullas. Tiene también muchos juncos y espadañas, de que hacen esteras y de ellas se redunda mucho aprovechamiento. Navegan los naturales de esta laguna en unas balsas que hacen de estos mismos juncos, hechas tupidas de manojo, y con un remo redondo la llevan a donde quieren, yendo el indio de pie en ellas; tendrá esta laguna de largo tres leguas y de ancho dos, y en medio tiene una isla que tendrá media legua, en la que hay mucha arboleda de frutales de la tierra y había en ella un pueblo llamado San Juan, que hoy está despoblado por la congregación que hicieron de los indios en el pueblo de La Magdalena”
Con claridad la crónica de don Alonso de la Mota y Escobar, describe que el lugar dispone en ese momento de suficientes elementos naturales para el autoconsumo de sus habitantes, los cuales con vastedad pueden acceder a la pesca, a la caza y a la recolección de frutos, además la laguna les proporciona suficiente material vegetal del que denominamos tule para que con el elaboren esteras, medios de transporte y otros utensilios adecuados para su descanso y trabajo, deduciendo con esta información que el lugar que eligieron esos pobladores para asentarse no podía ser más acertado.
Otro elemento natural muy importante del cual dispusieron esos habitantes fue la obsidiana, la cual en esta región existe en demasía, siendo tanta su abundancia que tres siglos y medio después de la conquista aun se veía por “montones” en los valles según asienta la crónica del Ingles A. Barrister que en travesía por estos lugares entre 1849 y 1850 señalo:
“Entre Tequila y Magdalena, un pueblo donde me detuve a desayunar, crucé un cerro compuesto de obsidiana, que yacía por todas partes en montones, probando el origen volcánico de la región. Este material era usado por los mexicanos de Moctezuma para hacer sus cuchillos ceremoniales y otros instrumentos cortantes. Durante este día vi una gran cantidad de cultivos y el campo lucía, en general, más sonriente y feliz de lo que había visto antes en México”.
La obsidiana tiene su origen en la actividad volcánica de la región y es una piedra vidriosa que en la actualidad continua siendo explotada, ya que es utilizada por algunos vecinos en la elaboración de objetos artesanales, pues en los últimos años se ha combinado artísticamente con las piedras de ópalo, resultando con esa labor unas joyas de gran valor y de excelente apreciación por el turismo nacional y extranjero, que tiene posibilidad para erogar grandes cantidades en la adquisición de estas bellas piezas; es importante precisar que el periodo de mayor opulencia y utilidad de la obsidiana ó “ixtete”, fue en la época prehispánica, ya que fue un elemento primordial en la economía de los primeros pobladores, pues de acuerdo con lo que asegura el reconocido arqueólogo y tenaz investigador de las culturas que aquí florecieron Dr. Phil C. Weigand PhD., comerciantes procedentes desde muy al norte llegaban a éste lugar en busca de la preciada y abundante obsidiana, a la cual denominaban como ixtetl, que de manera degenerativa hoy se menciona como ixtete y que era de significativa importancia en el diario vivir de estos ancestros, pues su posesión aseguraba el tener puntas filosas y cortantes para sus flechas e implementos de caza y de defensa personal, además de ser empleada en utensilios de uso diario como raspadores que utilizaban para limpiar las pieles de los animales que cazaban e incluso como elementos de ornato:
“...la obsidiana extraída de La Joya (municipio de Magdalena) se ha encontrado en forma de navajas prismáticas tan al norte como Guasave, Sinaloa, y en sitios cercanos a la actual ciudad de Durango.
En La Joya, nosotros mapeamos 1,264 minas antiguas, por lo que ésta constituye una de las áreas mineras de obsidiana más grandes documentadas de la Mesoamérica antigua, y rivaliza con la Sierra de las Navajas, cerca de Pachuca, Hidalgo, en tamaño y complejidad. Ya no se puede entrar a las minas de La Joya, y de hecho la mayoría no fueron sino canteras en la superficie. Nosotros calculamos que entre75,000 y 125,000 metros cúbicos de roca fueron extraídos, mismos que produjeron entre 13,000 y 15,000 toneladas métricas de obsidiana de calidad para hacer artefactos. Una vez extraídos, los bloques de obsidiana fueron transportados por canoa hasta un gran taller localizado en la Laguna de Etzatlán (la cual hoy se encuentra seca).”
Pero además de la riqueza natural de que dispusieron los primeros pobladores de éste lugar, también gozaban de una estratégica y privilegiada ubicación geográfica, que de acuerdo con diversos factores y circunstancias influyó de manera positiva ó negativa en su diario vivir, pues Magdalena ha sido un paso obligado para los viajeros que se trasladan del centro del país al norte de la república y viceversa y lo han hecho de acuerdo con los recursos de su tiempo, que bien pudo ser primeramente a pie, luego en remudas, después en carros jalados por bestias, posteriormente en ferrocarril y ahora en automóviles y haciendo uso de los medios de comunicación que el hombre a través del tiempo ha venido construyendo, primero con senderos de remuda, luego con caminos a tramos empedrados y en otros solo con tierra ó la reciedumbre natural del terreno que en ocasiones era de cantera ó de duro tepetate; después con las vías del ferrocarril, enseguida con la carretera automovilística y finalmente con la moderna y funcional, aunque también onerosa autopista de cuatro carriles.
El que Magdalena sea un pueblo “de paso”, le ha permitido testificar diversos acontecimientos históricos, muchos de ellos sin trascendencia inmediata para el lugar, los cuales ha tenido que observar como un mero espectador, entre algunos de estos sucesos se podrían citar el afligido caminar de la caravana jesuita, que procedente de las misiones de California cruzó por este lugar en 1768 y continuó su penoso camino hacía Guadalajara, apenas deteniéndose lo indispensable para descansar y dar sepultara a dos religiosos que no soportando las inclemencias de la senda aquí concluyeron su existencia, el destino final de los religiosos era el Puerto de Veracruz, lugar en el cual concluiría el mandato de expulsión emitido por la corona en contra de los miembros de esa orden religiosa,de los cuales salen cincuenta en mayo de 1768 de Guaymas, el 9 de agosto arriban a San Blas, de allí parten el día 20 de ese mes, llegando sanos tan solo diez a Guadalajara el 9 de septiembre, ya que en el transcurso del camino muchos fueron pereciendo, siendo la ruta mas flagelante la comprendida entre Ixtlán y Magdalena, ya que en tan solo treinta y siete leguas habrían de morir dieciocho de ellos;otra histórica travesía que está población y sus habitantes testificaron fue el paso de los insurgentes Fray Francisco Parra y José María González Hermosillo, que respectivamente los días 6 y 7 de diciembre de 1810 arribaron a este lugar con 500 hombres el primero y con 1,700 el segundo y juntos el día ocho prosiguieron su camino hacía el norte del país para promover el movimiento independiente;solo unos días antes de que ellos hollarán estas tierras, habrían de cruzar por aquí los españoles tapatíos que encabezados por Juan José Recacho y por el mismo obispo de Guadalajara don Juan Cruz Ruíz de Cabañas y Crespo iban huyendo hacía el puerto de San Blas con el fin de salvar sus vidas y sus intereses; uno más de los acontecimientos que tuvo que presenciar por ser un pueblo de paso, fue la breve estancia que hizo el cortejo fúnebre que por las vías del ferrocarril se dirigía en 1928 hacia Sonora con el fin de dar sepultura a los restos mortuorios del general Álvaro Obregón y que se detuvo en la Estación del Ferrocarril de Magdalena apenas el tiempo suficiente para recibir un respetuoso saludo de parte de las autoridades municipales, del sector de la ciudadanía que acudió por curiosidad ó simpatía y de los escolapios que por sus maestros fueron llevados a ese lugar con esa finalidad,y así como estos hechos históricos e importantes para el país, se podrían enumerar un sinfín de itinerarios más que Magdalena tuvo que presenciar y otros que sin ser significativos para la historia de la patria, sí lo fueron para la historia del pueblo mismo, los cuales también testifico y que contribuyeron a forjar la historia de esta población, estos itinerarios, son los que han hecho un sinfín de viajeros, de los cuales algunos por fortuna dejaron plasmadas las impresiones que les produjo el pisar estas tierras, reminiscencias que por ventura existen en un buen número y que por su valor histórico son valiosos documentos y a la vez por su crónica deudas contraídas con esos viajeros, que en el transcurso del tiempo cruzaron por esta población que brevemente les sirvió de estancia, siendo uno de esos primeros testimonios el que nos ofrece el inglés Robert William Hale Hardy, el cual arribó a este lugar el día 30 de diciembre de 1825 y señala:
“Llegamos a La Magdalena a las dos p.m. Este pueblo está situado en un valle cerca de un gran lago del mismo nombre y produce excelente pescado del cual comimos, pero el descenso hacia él está muy escabroso. El hospedaje en el mesón no estuvo mal ni sucio, ya que recientemente lo habían construido. El pueblo en sí es muy bonito, con jardines de naranjos, mirto y jazmín en pleno florecimiento. El lago también es bonito, aunque está algo lejos, aproximadamente a una milla en dirección occidental.”
Sin duda alguna que la descripción anterior se reviste de importancia por ser de las más antiguas que un extranjero hizo sobre esta población, pero entre las que se preocuparon de manera más concienzuda por describir la población, a su entorno e incluso a sus habitantes, se encuentra la que Marvin Wheat escribió sobre Magdalena en el año de 1856 y aunque es extensa es importante incluirla de manera integra en esta investigación, en virtud del importante contenido descriptivo que en ella se encuentra:
“Cerca de las siete de la mañana llegamos a la villa de Magdalena, a 120 millas de Tepic, con una población de 2500 almas. El colorido de los mexicanos en este pueblo era el usual, y yo apostaría a que once doceavos son poseedores de una mezcla oscura y parduzca. Esta villa se asienta en una hermosa llanura rodeada de altivas cumbres. Tiene un trazo regular y, próxima al centro, se extiende un área de cinco acres destinada a plaza pública, rodeada por edificios oficiales y privados que consisten en una iglesia de estilo gótico moderno, una escuela y un instituto de aprendizaje para uno y otro sexo, una Sala de la Audiencia, la Plaza de Armas, almacenes, una fonda y casas privadas. Noté que tanto las residencias privadas como la plaza pública estaban adornadas con canalillos, fuentes y árboles frutales propios del trópico que mezclaban sus ricas fragancias llevadas por la brisa de la montaña, semejantes a los famosos aromas de la desértica Arabia que hacen que el ausente suspire de nostalgia por su país, la perfumada patria de sus antepasados.
En esta villa se observa el mismo estilo de arquitectura, la misma forma de riego y la misma manera de pavimentar las calles y las aceras, que he mencionado antes respecto a pueblos y villas de la misma importancia. A corta distancia de este pueblo, en dirección noreste hay un lago del mismo nombre, el lago de Magdalena. Es el primer lago merecedor de ese nombre que he encontrado en el curso de mis recientes viajes por la vertiente occidental y, aunque comparativamente pequeño y no apropiado para el progreso del comercio interno, sin embargo está casi a nivel con la mayor parte de los campos que rodean la villa y se halla circundado a no mucha distancia por montañas de diferentes alturas cuyas laderas presentan el aspecto peculiar de las convulsiones volcánicas. No pude dejar de admirar este agradable contraste con mis anteriores observaciones cuando el sol naciente reflejó sus dorados rayos sobre las cristalinas aguas del lago. Era una mañana de abril y el astro rey prestaba vida a los objetos circundantes; la aromática brisa bajaba de las montañas y nos seguía por dondequiera que atravesábamos; nos sentíamos animados, no tanto por el ímpetu de la juventud como por el hermoso sitio del que nos complacíamos en disfrutar. En esta villa los negocios son muy variados y se combina la propiedad ó administración de una fonda con el comercio, la agricultura y la horticultura, aunque en pequeña escala, y los productos son los mismos ya mencionados y propios de este clima tan prolífico y agradable.
En cuanto a las escuelas, tengo entendido que siguen el mismo sistema de enseñanza que los otros establecimientos que conocí; se enseña a la juventud más bien nociones de movimientos y evoluciones graciosas propias de su fe, que nociones de artes y ciencias tan necesarias para que quienes las poseen irradien una benigna influencia sobre el cuerpo político y se distingan como guías de la felicidad y prosperidad doméstica y pública, y baluartes que afirmen y mantengan la seguridad del Estado.
Permanecimos en esta villa apenas el tiempo suficiente para echar una ojeada al lugar y a sus características generales y obtener una nueva remuda de mulas. Pronto estuvimos listos para proseguir. Comenzaba a sentirse bastante calor pues el sol se acercaba rápidamente a su altura meridional. Seguimos adelante sobre el empedrado pavimento, haciendo el mismo ruido que una distante descarga de artillería y muy pronto, yendo a paso rápido, bordeamos la orilla sur del lago teniendo frente a nosotros y a nuestro alrededor una hermosa llanura; no obstante, a alguna distancia, algo suscitó aún más nuestra admiración: la contemplación de un pintoresco escenario de paisajes de montaña con todas las variadas formaciones de contornos cónicos u oblicuos que el calor volcánico es capaz de moldear.
En una distancia de 18 millas no se nota ninguna diferencia específica en las características generales de la comarca. Al señalar esto, no pretendo afirmar que el panorama es completamente monótono, ni que siguiéramos
viendo el lago y en particular este valle, sino que de continuo surgían ante nuestra vista cambios peculiares de una zona por naturaleza convulsiva.”
La ubicación geográfica de Magdalena también tuvo que influir en el desarrollo de su economía y así lo aseguran algunos historiadores, entre otros Thomas Calvo quien señala que el Capitán Pedro Vidarte y Pardo hace llegar a ese lugar considerables cantidades de maíz procedente del bajío con el fin de destinarlo a diversos minerales y a las misiones del norte, siendo la población de Magdalena el punto que servía como centro de acopio y de distribución,ó el maestre de campo Francisco de Pareja y Rivera que se dedicaba a la compra venta de ganado y también elegía ese mismo lugar para descansar sus hatos ganaderos.
Más no sería solo la estratégica ubicación geográfica reconocida por los viajeros que cruzaron por esta población lo que motivo a los primeros pobladores a asentarse en este lugar, pues también se considero como de vital importancia la abundante y excelente calidad del agua, la cual es indispensable para cualquier ser humano y que en esta población todavía hace algunas décadas brotaba sin medida por algunas calles, a tal grado que las arterias denominadas Coaxicar y Porfirio Díaz durante mucho tiempo fueron conocidas respectivamente como de “Los Chorritos” y “La Zanja del Agua”, las cuales incluso continúan siendo denominadas así por los vecinos de mayor edad; en está última característica realmente Magdalena no tuvo punto de comparación, ya que sus manantiales llegaron a ser tan generosos que después de cuatro siglos continúan abasteciendo a quienes pueblan estas tierras, aunque hoy por hoy se habrá de reconocer que si bien es cierto que al crecer el número de magdalenenses cada vez corresponden de manera proporcional menos litros de agua, siendo además importante aceptar que su uso se ha intensificado.
Los primeros pobladores pudieron disfrutar de las sabrosas aguas del Tacotal, del Ojo de Agua, de Los Chorritos y además de las inagotables aguas de la laguna y de algunos limpios arroyos que por este lugar cruzan como el de Los Fresnos, el de El Pile, el de El Tepiolole y el de Potrerillos; ahora, los recursos son menos y se ha tenido que hacer uso de la perforación de pozos profundos que además de requerir un mayor gasto en su funcionamiento no siempre han ofrecido agua de una calidad aceptable.
Es importante recordar la máxima que dice que: “donde hay agua hay vida” y en Magdalena agua había de sobra y por lo tanto vida también, de tal manera que los medios de subsistencia eran lo suficientemente generosos como para mantener a una población que de acuerdo con los estudios realizados por el citado Dr. Weigand bien pudo acercarse a los diez mil individuos, los cuales se encontraban dispersados en varios asentamientos alrededor de la laguna y subsistían gracias a la abundancia de fauna y de frutos silvestres que en ese entonces abundaban y de los cuales algunos aun existen en lugares como el Cerro Viejo, Potrerillos, Los Laureles y un sinnúmero mas de cerros y lomeríos, donde igual se podía cazar que recolectar frutos; el Dr. Weigand se atreve a asegurar que la demografía prehispánica era abundante, señala también las causas que pudieron influir en su decrecimiento e incluso revela que el manantial de agua de El Tacotal es históricamente importante para esta población ya que en ese sitio el virrey Antonio de Mendoza se entrevistó con los naturales del lugar en los postreros días de 1541 ó en los inaugurales de 1542, en el itinerario que por ésta y otras regiones del occidente del país realizo en aras de obtener una completa pacificación después de que hubo concluido la famosa Guerra del Mixtón; dicha aseveración la asienta en su obra publicada Tenamaxtli y Coaxicar,e incluso en otra de sus publicaciones señala con precisión:
“...conocemos que, cuando Mendoza entró en Xochitepec, ésta tenía más de tres mil habitantes, lo que debió de haber sido tan sólo una fracción de su población original. El descenso demográfico habría sido causado, principalmente, por la guerra, por la huida de los refugiados de la rebelión y por la acelerada epidemia ocasionada por los europeos. Sin embargo, Mendoza no recibió el rendimiento indígena en Xochitepec, sino en el sitio de Higuera, en la margen norte de la Laguna de Magdalena. Según él, Higuera se localizaba aproximadamente a una legua de Xochitepec, el cual se encontraba entre la primera localidad y Tequila. En otras palabras, Xochitepec se ubica al este de Higuera, y lejos de las márgenes de la laguna. El lugar de ubicación del sitio de Higuera se encuentra dentro de los límites actuales del pueblo de Magdalena, probablemente donde hoy se localizan el pozo de agua y la bomba del pueblo, junto a la carretera No. 15 Mendoza menciona que el territorio de Xochitepec se llamaba Guaxacatlán”.
Pero además no se debe olvidar que por varios siglos gozaron los habitantes de está población del recurso de la pesca en la generosa y extensa laguna, en la cual además de obtener algunos peces, tenían la oportunidad de cazar diversas aves acuáticas que a decir del obispo de Guadalajara don Alonso de la Mota y Escobar eran abundantes según él mismo pudo corroborar y luego confirmar en la visita pastoral que realizó en 1605,y que casi tres centurias después de que él señalara los beneficios que la laguna ofrecía a los vecinos del lugar, el reconocido estudioso de la naturaleza Ing. Mariano Barcena Ramos, realizando un viaje de estudio por este lugar en octubre de 1885 y auxiliado por el párroco de Magdalena don Félix Ma. Martínez que se distinguió por su sapiencia en el estudio de la naturaleza señaló:
Laguna de Magdalena ó de San Juanito. La segunda en importancia, después del lago de Chapala en el estado de Jalisco. Se encuentra a 25 leguas al oeste de Guadalajara; su figura es alargada en dirección de norte a sur, con una longitud aproximadamente de 10 kilómetros; su mayor anchura se estima en 8. Su contorno es de forma variada, presentando estrangulaciones y expansiones, así como cabos, penínsulas y otros accidentes, siendo notables los cabos llamados Los Laureles y el Zapote, y las penínsulas del Portezuelo y San Sebastián. Tiene dos islas notables este lago, siendo la principal la de San Juanito, y la otra que está frente al rancho del Azafrán.
La isla de San Juanito se halla inmediata a la ribera en que está ubicado el pueblo de ese nombre. La isla tiene parte cultivada y presenta elevaciones medianas formadas de tezontle ó lava porosa. Esa isla debe haber tenido grande importancia como punto militar en los tiempos antiguos, pues su suelo está lleno de grandes lanzas y flechas de obsidiana. Además la historia de la Nueva Galicia dice que había allí un pueblo llamado Guajicar, que poco tiempo después de la Conquista fue destruido por una tromba, y aún se ven en la parte NE de la isla los vestigios de aquella población.
Las aguas de la laguna de Magdalena son limpias y no causan perjuicios por emanaciones miasmáticas: son un poco desabridas al paladar, aunque potables; y según el dicho de los ribereños, son sanas y aun medicinales, usándose contra la enfermedad llamado boxio. Estas aguas son ligeramente termales, pues en las observaciones que practicamos el 18 de octubre, anotamos los datos siguientes:
A la 1 p.m. termómetro al aire 24o5 Id., en el agua 27.5 A 3 p.m. al ambiente 24.5 En el agua 27.5
La profundidad más común es de 3 a 4 metros; pero hay puntos frente al cabo de Los Laureles, en que la sonda ha indicado 12 metros, según nos informa el Sr. D. Félix M. Martínez, actual Cura párroco de Magdalena, quien opina que debe haber mayor profundidad frente a La Joya, aunque no se ha medido.
En las aguas hay muchos peces, siendo los principales algunas variedades de bagres silurus que llegan hasta 3⁄4 de vara, en tamaño; los otros peces se llaman truchas, mojarras y sardinas. También viven las nutrias de agua dulce en esa laguna.
Los pueblos comarcanos se mantienen de la pesca, así como de la explotación del tule que crece en la laguna.
Están más cercanas a su contorno las poblaciones de Etzatlán, Magdalena y San Juanito, las haciendas de San Sebastián, Estancia de Ayones, San Andrés, La Quemada y Santa Fe; los ranchos de la Joya, Portezuelo, Las Fuentes, Coatepec, San Pedro, La Vuelta, El Copudo, Tempizque, El Azte, La Esperanza y San Juan.
En la estación lluviosa aumenta considerablemente el caudal de la laguna, a causa de las numerosas vertientes que bajan de las montañas de las márgenes. Las tradiciones aseguran que esta laguna se formó cuando fue destruido el pueblo de Guajicar, que se hallaba a la falda de un cerrito que hoy forma la isla. Nosotros no descubrimos sobre el terreno algunos datos que confirmasen esa creencia, y más bien suponemos que el fenómeno diluvial a que se hace referencia, pudo haber destruido algún pueblo ubicado sobre lo que ya era una isla.
En la superficie del lago, en el mes de octubre último, calculamos una altura de 1323.30 sobre el mar. La población de San Juanito, que está en la margen oriental, tiene 1,336 en el atrio de la iglesia; por consiguiente solo hay 13 metros de desnivel. La nivelación barométrica da 75 metros de altura entre la plaza de Etzatlán y la laguna.
Más si lo hasta aquí expuesto pudiese parecer de poca importancia, no hay que olvidar que los pobladores indígenas poseían un complejo y avanzado sistema hidrológico de cultivo en las chinampas, en donde tenían asegurado el sustento familiar para todos los xochitepecos, para los demás asentamientos ubicados en derredor de la laguna y que incluso no se puede dudar que tuvieran excedentes para negociar en trueques con productos que a ellos les eran ajenos.
No existen constancias de que después de la conquista se siguiese utilizando el método agrícola de las chinampas, pero de lo que sí hay testimonio es de la actividad productiva de los magdalenenses en el campo e incluso de acuerdo con una interesante investigación realizada en 1885 por el Ing. Mariano Barcena Ramos ya citado en este trabajo se describe con precisión los productos que aquí se cultivaban y también los que eran de origen silvestre:
Magdalena. Municipalidad del duodécimo cantón. Domina la marga en el valle, y en los alrededores es arcillosa y pedregoso en algunas partes. Su aspecto, un valle plano, rodeado de montañas, en las que dominan los cerros de Tequila, Viejo, San Andrés y la Estancia. Las lluvias son regulares de junio a octubre. Heladas en diciembre y enero. Se cultiva maíz, fríjol, camote, alfalfa, trigo, cebada y hortalizas. No son raras las pérdidas de las siembras, por lo plano del terreno y la naturaleza del subsuelo. Se cultivan en pequeña escala membrillo, durazno, melón, naranjo, granado, mamey y uva. Las plantas silvestres que se producen son: roble, encino, pinabete, tepehuaje, cedro, coate, higueras, ahuilotes, huácima, laurel, salvia y nopal. Hay bosques en el valle solamente de huisaches; en los lados este y oeste hay bosques talados. Existen dos manantiales abundantes, tres arroyos, varios torrentes y el lago de San Juanito ó Magdalena. Datos remitidos por el Presb. D. Félix M. Martínez.
Pero además por esa misma investigación realizada por el Ing. Barcena a través de una encuesta efectuada con los mismos productores, se tiene constancia de que aunque moderadamente se producía piña, perón, aguacate, durazno, granada, lima, aguilote, berenjena, camichín, cidra, melocotón, guayaba, guamúchil, juaquiniquiles, limón, mamey, mango, membrillos, mezquite, naranja, nuez, plátano, pepino, tejocote, tuna, uva y zapote.
Una información que fue recabada un cuarto de siglo después, indica que en la municipalidad de Magdalena se cultiva en el año de 1909 principalmente caña de azúcar, camote, maíz y además café, fríjol, cebada y garbanzo, pero también se producía panocha ó piloncillo, tequila y miel de abeja y entre otros productos también cebolla, guayaba, naranja, sandía, aguacate, durazno, granada, guamúchil, lima, limón, mamey, mango, melón, zapote, perón, zanahoria, lechuga, nabo, col y rábano y además se producen considerables cantidades de leche, queso y cera de abeja;la información recabada permite visualizar que la producción agrícola del municipio cubría las necesidades básicas de la población e incluso en esa época se cultivaban productos que en la actualidad se tienen que traer de otros lugares porque aquí ya no se producen, pero continúan formando parte de la dieta alimenticia de sus habitantes.
Toda ésta información que describe una bonanza agrícola y bienestar para sus habitantes, contrasta con un desolado y paupérrimo panorama que el día 2 de diciembre de 1743 describe el párroco de Magdalena Fr. Lorenzo de la Vega en la visita anual que el alcalde mayor de Ahualulco don Juan de Calamateo realiza, él cual corrobora el testimonio del fraile y además asienta en el acta de visita correspondiente que realiza en su carácter de autoridad real que:
“...en cumplimiento de mi obligación así en la anual visita que es de mi cargo en los pueblos de esta mi provincia, como para poner y nombrar tenientes que administren justicia en las partes y lugares que convengan, siendo una de ellas el dicho pueblo de la Magdalena, que dista de este dicho pueblo de Ahualulco ocho leguas. Habiendo pasado a estos efectos, no he podido conseguir persona que subsista en obtener el cargo de teniente a causa de no ser capaz de poderse mantener, en alguna manera, por la suma desdicha y pobreza que padecen los muy pocos vecinos españoles e indios que le componen y éstos mantenerse en tanta cortedad que muchas veces no hallan qué comer: atenidos a muy limitadas siembras de maíces, sin otro recurso alguno de un moderado comercio, padeciendo los indios tantas penalidades para pagar los reales tributos a que son obligados, que les obliga a salir a muy largas distancias de minerales y haciendas de campo a trabajar para poder dar cumplimiento así de esta obligación como a las de las obvenciones que causan en su pasto espiritual de dicho pueblo de la Magdalena, el que esta sumamente árido y estéril su planta y visitantes que casi es que no es visitable por su solidez, las fábricas de casas, muchas solas y despobladas y demolidas, su iglesia de paredes de cantería muy bastantes y fortalecidas, techada de maderas de vigas fuertes, los claustros y sacristía de las mismas materias y en su tanto muy adornado y decente el culto divino con un Santísimo Cristo muy milagroso que tienen colocado dos religiosos que continuamente se mantienen en su convento, teniendo como es cabecera principal dicho pueblo desde su primitivo de esta provincia. Por su deterioro, solidez y pobreza en que por la presente se mantiene, sólo le ha quedado el título de cabecera y serlo y conservarse actualmente.”
La veracidad de esta descripción es responsabilidad del párroco y del alcalde mayor, cuyas impresiones fueron corroboradas por los testigos de asistencia Juan Esteban de Mendoza y Pedro Pérez de Celis; hoy a dos siglos y medio de distancia solo existen dos razones para entender el porque de un diferencia tan trascendental entre unas y otras, una de ellas puede ser que Magdalena, después del periodo de sustento estable descrito por Mota y Escobar,transcurridos los años estuviese pasando en ese tiempo por una época de verdadera penuria y luego haya llegado de nuevo la bonanza ó bien otra causa pudo haber sido porque se estuviera pretendiendo evadir el pago de impuestos, practica que señalan los cronistas fue muy común en el periodo virreinal.
Otra descripción realizada sobre éste municipio, es la que elaboró Manuel López Cotilla en 1841, él cual atendiendo una propuesta de la Junta de Seguridad Pública del Gobierno de Jalisco, recorrió todo el estado y con respecto a Magdalena señalo que:
La Magdalena, es cabecera de curato, tiene juez de paz, subreceptoria de rentas, administración de correos y escuela pública expensada por el fondo municipal, que en 1840 produjo 403 ps. 3 reales. Su población se compone de 603 habitantes dedicados en lo general al cultivo de huertas y a las siembras de maíz y fríjol. Al S.O., de la población y a sus orillas se halla una laguna conocida con el mismo nombre, y formada después de la conquista de resultas de una trompa ó manga terrestre (vulgarmente culebra de agua), que descargada en aquel sitio le inundó e hizo desaparecer el antiguo pueblo de Huejicar y algún otro que en el había, de cuyos restos se formó el de la Magdalena. Esta laguna tiene casi 4 leguas en su mayor largo y 3 en su mayor ancho, formando un islote cerca del pueblo de S. Juanito y otro hacia la orilla opuesta. El pueblo de la Magdalena dista 25 y 1⁄2 leguas de la capital del Departamento y 7 al N. E., de la cabecera del Distrito.
Por todo lo antes aquí expuesto se puede deducir que la región en donde se ubica la población de Magdalena era rica en recursos naturales, poseedora de agua en abundancia, dueña de vegetación en vastedad, la región tenía también un clima agradable, poseía limpios y suficientes arroyos y un sinfín más de bondades, descripciones que también confirma Victoriano Roa en 1822,... pero es aquí precisamente donde concluye la parte encantadora de esta investigación, es hasta aquí en donde se mencionan los beneficios de esta tierra que acertadamente eligieron los ancestros de los magdalenenses para vivir y para heredarlo a sus descendientes.
Porque,... ¿En que se ha convertido este lugar que hasta hace no muchos años se vislumbraba como paradisíaco en toda la extensión de la palabra?, ¿Donde quedaron aquellos generosos y abundantes bosques? ¿Donde están los animales silvestres que respetuosamente y confinados a lo que consideraban su territorio allí nacían, crecían, se reproducían y morían sin hacer daño a nadie?, ¿Dónde?,... ¿Donde quedaron aquellos abundantes manantiales de agua que eran lo suficientemente generosos para satisfacer las necesidades de los hombres, de los animales y de las plantas?, ¿Dónde?,... ¿Donde quedo la laguna que era un legado de y para los magdalenenses y sus vecinos?, ¿Donde quedaron sus limpias y tranquilas aguas?, ¿Donde sus peces y donde sus aves acuáticas?, ¿Donde su esplendida flora, donde sus chinampas,...? Todo, todo ello hoy solo pervive en el recuerdo de quienes los vieron, conocieron y disfrutaron y en los escritos de quienes conociéndolos los plasmaron en el papel perpetuándolos de esa manera para gozo, lamento y conciencia de las nuevas generaciones, porque físicamente hoy todo eso ya no existe,... y si no existe, no es porque la naturaleza se haya encargado de arrebatarlo, sí no existe no es porque desastres naturales lo hubiesen exterminado, no, la verdad es que sí no existe, es porque el hombre de manera irresponsable e inmisericorde se encargo de exterminar con todo eso.
Sin duda alguna que uno de los máximos atentados contra la naturaleza en esta región, fue la desecación de la laguna, una laguna que de acuerdo con el testimonio de diversos viajeros y del mismo Ing. Barcena Ramos después del Lago de Chapala era el manto acuífero más grande en extensión y en importancia en la entidad jalisciense y cuya acción de desecado se desarrolló en las primeras tres décadas del siglo próximo pasado, aunque ya desde finales del siglo décimo noveno se había pensado en exterminarla e incluso se habían dado los primeros pasos para que así sucediera.
Antonio Domínguez Ocampo, cronista que es del municipio de San Juanito de Escobedo y acucioso investigador de la historia regional ha recabado suficiente información sobre la desecación que se hizo de la laguna de Magdalena y señala que el promotor de ese proyecto y difusor de esa idea, fue un vecino de la población de Ahualulco de Mercado llamado J. Refugio González, mismo que el 2 de julio de 1856 recibiendo respuesta a su petición obtuvo permiso del gobierno del estado para iniciar los proyectos de desecación, concesión que a través de un posterior oficio fechado el día 5 de noviembre de 1868 le fue cancelado por el gobierno federal, y señala que le fue cancelado no por el atentado que estaba cometiendo en contra de la naturaleza, sí le fue cancelado fue a consecuencia de la simpatía que éste personaje tuvo para con el gobierno de Maximiliano de Habsburgo y que con el restablecimiento de la república le propicio adversidades para su proyecto.
Tan pronto como surgió la idea de desecar esta laguna para destinar su superficie en actividades de producción agrícola, se levantaron desde airadas protestas, hasta opiniones bien analizadas y justificadas como la que emitió el Ing. Barcena Ramos en el año de 1885 como consecuencia de un viaje de estudio que realizo por este lugar y enterado que se encontraba ya del proyecto que se había iniciado para desecar este vasto manto acuífero opino:
Se ha proyectado desaguar ese depósito para descubrir las tierras de su lecho y también para regar el valle de Ahualulco, que tiene un nivel poco inferior respecto de aquel. Nosotros no opinamos porque se pierdan éste y otros depósitos de aguas dulces y limpias, que en nada perjudican la higiene de las poblaciones vecinas, y que por el contrario, les son necesarias y además prestan diversos elementos de vida a los pueblos. En un país escaso de aguas y vasto de territorio como es México, más bien deberíamos procurar el formar lagos mejor que destruirlos. Sobre todo ahora, que la Secretaría de Fomento está creando viveros para surtir de peces de agua dulce a las poblaciones del país, deben conservarse esas aguas para propagar en ellas dichos peces y dar a ese nuevo recurso de vida a las localidades comarcanas, que en general son pueblos pobres y sin industrias propias.
Además se calcula que en el lago de Magdalena beben agua cerca de 45,000 animales de las razas bovina, ovina y caballar, que difícilmente podrían abastecerse sin la presencia del lago.
Esa no habría de ser la única opinión contraria en cuanto a que se desecara la laguna, el ya citado historiador Domínguez Ocampo señala que el síndico de Magdalena José Joaquín Orendaín Mercado presento un escrito el día 5 de febrero de 1884 mediante el cual las autoridades magdalenenses se oponían rotundamente a que el proyecto de desecación se llevara a cabo, el mismo investigador señala que con fecha del 18 de marzo de ese mismo año de 1884 los vecinos de Tequila hacen lo propio y presentan un escrito con un considerable número de firmas mediante el cual también manifiestan su inconformidad.
Pero sobre todas esas opiniones contrarias a la desecación, se destaca la del mismo Ministerio de Fomento, cuyo titular en el Imperio de Maximiliano fue el Ing. Miguel Iglesias y cuyo dictamen fue perpetuado por Luis R. Diéguez, empleado que fue durante muchos años de Magdalena con el nombramiento de Escribiente, mismo que a través de este trabajo se identifica como Cronista y él cual escribió un trabajo que tituló como Reminiscencias de Magdalena, cuya publicación se realizó en el año de 1912, en la cual además verter las opiniones del Ing. Iglesias, expone las propias y dice con respecto a la desecación de la laguna:
En el año de 1866 el Ministerio de Fomento del entonces Imperio Mexicano, a cuya cabeza se encontraba el desventurado Archiduque de Austria, ordenó al señor Ingeniero Don Miguel Iglesias informara lo que creyera conveniente acerca de la utilidad o desventaja de la desecación de la laguna de este lugar que en aquella época se proyectaba; y he aquí lo que dice refiriéndose á la población:
“...En la orilla Norte del lago o laguna se ve el bello pueblo de la Magdalena que le da su nombre, atravesado por el camino carretero que conduce de Guadalajara al puerto de San Blas. En su orilla sur, los pueblos de Etzatlán y San Juanito rodeados de varias Haciendas y ranchos”
Y con respecto a la laguna, dice el mismo señor Iglesias:
“La formación del lago fué debida probablemente a un fenómeno extraordinario ya sea volcánico o atmosférico; pues no se explica fácilmente de otro modo la acumulación de esta inmensa calidad de líquido, no siendo posible creer que sea solamente producida por las aguas llovedizas, las cuales deberían evaporarse rápidamente derramadas en tan gran superficie y no se conocen manantiales interiores que alimenten el lago, teniendo muy poca o ninguna importancia las que entran a él superficialmente. En mi concepto, las conjeturas tienen mas fundamento con lo primero, porque se ve el suelo muy combatido por revoluciones interiores del globo, y el lago está situado precisamente en la parte occidental y al pie del volcán apagado llamado hoy Cerro Grande de Tequila, cuyas repetidas erupciones se dejan ver fácilmente con las diferentes lavas derramadas que cubren todos los flancos de la montaña y de las que la obsidiana se muestra con más abundancia formando la capa superior”.
“La desecación de la laguna de la Magdalena, producirá una considerable disminución en la humedad de los pueblos de Etzatlán, la Magdalena, San Juanito, las haciendas de San Sebastián, La Esperanza, Estancia de Ayones, La Quemada, y unos diez o doce ranchos más que hay rodeando el lago sufrirán graves daños o quizás su ruina completa con el empobrecimiento y aridez en que quedarán por su sequedad los terrenos en que hoy se cultivan el maíz, trigo, fríjol, cebada, etc., y sin poder devolver al suelo su fertilidad por medio de riegos, porque como he dicho antes, no existen sino muy pocos y pequeños ojos de agua, en las faldas de las montañas (vecinas) que limitan el valle. Esta sequedad sería probablemente perjudicial también al mismo valle de Ahualulco, porque debe creerse que los manantiales de agua de que viven sus habitantes, y la humedad del terreno que da a las labores el verdor que hoy tienen, es debido a las filtraciones interiores de la laguna que es vaso lleno de liquido, colocado bastante cerca y a un nivel más elevado, y que al desaparecer éste, desaparecerían también aquellas. Lo prueba también la poca profundidad a que se encuentra en Ahualulco las capas acuíferas en los pozos, que se explotan al presente, para el riego de las huertas, por medio de los conocidos bimbaletes...” La opinión del señor Iglesias me parece justificada, la parte que lleva descubierta el agua podrá dar muy buenos rendimientos agrícolas; pero también los aguajes han mermado de una manera alarmante. Yo no soy capaz de decir que este sea el origen de tal merma, pero sí lo hago constar como cronista.
Esas y otras muestras de inconformidad y desaprobación no tendrían eco, porque la suerte del segundo lago más importante de la entidad jalisciense ya estaba decidida y solo era tiempo de esperar para que se extinguiera por completo; a partir de 1863 comenzó a desaguarse lentamente y sus más de 150, 000, 000 (Ciento Cincuenta Millones) de litros de agua comenzaron a dejar el lecho que en ese momento cubría una superficie aproximada de 7,500 hectáreas.
Por diversos factores entre los cuales prevaleció la falta de capacidad, el proyecto avanzo lentamente, pero a partir de 1906 la Compañía Aldazor abrió el canal y los trabajos continuaron,aunque nos dice el magdalenense Vicente Ceseña González en una de sus crónicas sin publicar y como testigo ocular que fue, que en el año de 1910, “El temporal de aguas fue muy fuerte, tanto que llenó el vaso de la laguna, perdiéndose todas las labores de maíz que se habían hecho en la laguna, pero no llegó a llenar la extensión que tenía más antes”,por lo tanto se deduce que el inmenso manto acuífero se resistía a extinguirse, siendo importante señalar que los temporales abundantes fueron muy frecuentes.
Luis R. Diéguez además en su mismo libro aporta información interesante sobre las acciones realizadas para ejecutar la desecación e indica ya con hechos palpables y visibles en ese momento, las contrariedades que dicha acción propició, señalando en su obra citada que:
El 7 de agosto de este mismo año, (1901) se firmo en la Capital de la República el contrato celebrado entre el C. Ingeniero Pedro Fernández, Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización e Industria en representación del Ejecutivo de la Unión y el señor Licenciado don Fernando Vega en la de los señores Manuel Fernández del Valle y Socios para el aprovechamiento como riego y fuerza motriz de las aguas de la laguna de este lugar; denominándose tal asociación “Compañía Irrigadora de la laguna de la Magdalena, S. A.”
Como en todos estos contratos uno de los requisitos indispensables es el perjuicio de tercero, se hizo constar, pero únicamente de derecho, porque de hecho no hubo tal perjuicio.
Al cabo de algunos meses de que esta compañía empezó a hacer uso de su concesión, la laguna estaba enteramente vacía y suspendida por tal motivo la navegación y la pesca. En este caso hay perjuicio de tercero puesto que el pueblo sufrió algunos descalabros con la paralización de tales industrias.
Mas adelante, el mismo Diéguez vuelve a señalar datos muy interesantes, y luego como testigo ocular que fue se atreve a denunciar en su misma obra de una manera apasionada los perjuicios ocasionados, e incluso escribe algunas reflexiones:
El 24 de este mismo mes y año (noviembre de 1904) se firmó en México el contrato celebradoentre el C. GeneralManuel González Cosío, Secretario de Estado y del despacho de Fomento en representación del Ejecutivo de la Unión, y el señor don José de Landero y Cos Presidente del Consejo de Administración de la Cía. Irrigadora de la Laguna de Magdalena S. A. reformando el contrato de 7 de agosto de 1901 para aprovechar como riego y fuerza motriz las aguas de dicha laguna.
En la citada reforma se autoriza a la Cía. “para que sin perjuicio de tercero que mejor derecho tenga” Construya las obras necesarias para evitar la decadencia completa de los pueblos que circundan con la laguna, porque con la paralización de las tareas de navegación y pezca probablemente concluyen su existencia “pudiendo –dice el contrato- derivar dichas aguas hasta el nivel de un metro abajo del que tuvieron en el estiaje de ... teniendo en cuenta la conservación de la pesca y de la navegación”
Ya hemos visto como en 1902 la navegación y la pesca quedaron suspendidas por la desecación de la laguna, en ese tiempo los Ingenieros tomaron el estiaje para que dejara un metro más y según tenemos conocimiento se paró la maquinaria también por la misma desecación.
Y los derechos de los pueblos colindantes? Y los perjuicios que reciben estas pobres comarcas quitándoles este único depósito de agua de que hacen uso para sus ganados y demás? Y el perjuicio de tercero que se menciona en los contratos, qué ha sucedido de él? No parece sino que el destino ayudado por el Gobierno General ha decretado la desaparición del antiguo tactoanazgo de Guaxicar y sus colindantes.
Tomamos del contrato “en el concepto de que si por las obras que hayan de ejecutarse resultare perjuicio comprobado para alguno de los pueblos o propietarios rivereños queda obligada la Cía. a poner el agua en el punto más conveniente para remediar el mal!
El perjuicio, ya lo hemos demostrado; ahora analizarlo! los propietarios ribereños, con escepción de dos son las personas cuyas propiedades les producen únicamente para mantenerse en Magdalena y no para promover pleitos de tal naturaleza; sus ganados (como sucedió en 1903) se mueren de sed y la falta de recursos como de influencias ante el Supremo Gobierno, hacen que se resignen como el paciente Job á la consecuencia de semejante obra.
Estas reflexiones fueron publicadas en 1912, se fundamentaban en hechos palpables, pero fueron desoídas al igual que otras opiniones; por ventura para la crónica de la población, éste vecino describe las actividades comerciales que se realizaban en la laguna y que hoy quedan solo como un interesante dato informativo, dicha descripción es la siguiente:
En la misma época (1902) el señor don Luis Gutiérrez Navarro estableció un servicio de navegación en la laguna de este lugar a fin de transportar la carga que el Ferrocarril Central Mexicano (hoy Ferrocarriles Nacionales,) desembarcara en Etzatlán con destino a La Yesca, San Pedro Analco y Hostotipaquillo. Y para encargarse de la conducción de pasajeros para los puntos citados, estableció una línea de coches de ésta a Hostotipaquillo, y en combinación con las canoas cuyos viajes eran diario para Etzatlán a donde llegaban a la hora y salida y llegada del Ferrocarril.
El señor don Jesús E. Topete, igualmente estableció otro negocio de esta naturaleza; pero únicamente de navegación, el cual a poco pasó al señor don Joaquín Orendaín.32
La descripción anterior señala parcialmente el movimiento económico que generaba la existencia de la laguna y describe las actividades que realizaban día a día Gutiérrez Navarro y Topete, y luego después Orendaín, las cuales finalmente se extinguieron junto con la laguna, pero para que eso aconteciera todavía habrían de transcurrir algunos años, pues después de los trabajos realizados por la Compañía Aldazor y emprendidos por la “Compañía Irrigadora de la laguna de la Magdalena, S. A.”, intervino en 1924 la Secretaría de Agricultura y Fomento y celebró un contrato con la Compañía Ponce de León,33 dicha compañía se integraba con los Sres. Rafael Ponce de León, Juan Soto Arruti, David Mendoza H., Alfonso Cruz Rivera, Manuel Fernández y Guillermo Ponce de León, los cuales firmaron un contrato con la referida secretaría, cuyo titular lo era el C. Ramón P. de Negri, el día primero de septiembre de 1924, este contrato constaba de 36 artículos y en ellos se especificaba entre otras cláusulas que se autorizaba a que dicha compañía que “sin perjuicio de derecho que mejor derecho tengan” ejecutara la reducción de la superficie del agua de la Laguna de La Magdalena y realizara las obras de irrigación necesarias en los terrenos circunvecinos y preferentemente en los que resulten de la desecación, quedando obligados a demarcar la curva limite en un perímetro que corresponda a 6,000 hectáreas, de las cuales se podrán apropiar pagando al Gobierno Federal $ 9.00 pesos por cada una de ellas, esto es ¡¡$ 5, 400.00!! cinco mil cuatrocientos pesos, debiendo de hacer ese pago en un plazo que no excediera de los diez años; quedaban autorizados también a enajenar los terrenos que recuperarán con la desecación en lotes que no excedieran las 100 hectáreas, obligándose a entregar al gobierno de la federación el 5% del valor intrínseco de las ventas que efectuaran a favor de terceros, la compañía también se obligaba a que en un plazo no mayor de dos años presentara a la Secretaría de Agricultura y Fomento los proyectos para su estudio y aprobación de las obras de reducción del vaso, y dentro del plazo de tres años los relativos al fraccionamiento de los terrenos desecados y a las obras de irrigación de los mismos,con respecto a estos proyectos el historiador Gabriel Ponce Miranda, señala que:
En 1926, la citada compañía presentó un proyecto consistente en la desecación parcial de la laguna, conservando parte de la misma como un vaso de almacenamiento que cubriría una superficie de 1,235 hectáreas, y se formaría por medio de un dique de 5,600 metros de longitud, a una altura de 7 metros. El volumen almacenado serviría para regar los terrenos rescatados y las aguas excedentes se conducirían al valle de Ahualulco a través del Tajo San Juanito, regulando las aguas en la laguna Colorada. Por diversas causas este proyecto no fue realizado.
Aunque de acuerdo con esa investigación la referida compañía no concluyo el proyecto, sí efectuó la venta de algunos terrenos que se rescataron con la desecación y así se constata en los márgenes de la inscripción que de este contrato se hizo en Juzgado de Primera Instancia de Ahualulco de Mercado el día 29 de enero de 1925 ante el titular Eduardo Álvarez García y que se asentó con el número noventa y tres, en cuyo referido margen consta que realizaron treinta y cinco contratos de compra venta, realizando el primero de ellos en 1931 y el último en 1937;como descargo de conciencia colectiva se ha de señalar que es posible que ese tiempo en que sentía en el ambiente la efervescencia de incrementar los volúmenes de producción y la superficie cultivable en el país, haya imperado sobre las opiniones vertidas en contra de la desecación de la laguna y que lejos de percibir esa obra como un atentado a la naturaleza, se viera como un logro y así lo señalo Everardo Topete Arcega, titular del poder ejecutivo del estado en el primer informe de gobierno que presento en febrero de 1936, en el cual dijo:
Siguiendo mi sistema de ayudar a la medida de mis fuerzas a nuestra clase trabajadora decidí impulsar y dirigir obras de irrigación en el Ejido de Ahualulco, y al efecto, contando con la buena voluntad de parte de esa comunidad se aprobó la construcción de un canal que tomando aguas de la Laguna de Magdalena, vaya a irrigar no menos de trescientas hectáreas de tierras de primera calidad y que al ser entregadas a los ejidatarios, habían sido catalogadas como de temporal; el trazo actual del canal tiene una extensión de cuatro kilómetros, pero tengo intención de que de serme posible se prolongue para irrigar con esas mismas aguas los ejidos “Portes Gil” y “El Carmen” ubicados en el mismo municipio de Ahualulco.
Las obras dieron ya principio proyectándose que en un término no mayor de dos meses quede concluido el trabajo de irrigación de que se trata, con un costo total para este Gobierno de $ 10, 000.00 diez mil pesos.
Después de los trabajos realizados por la Compañía Ponce de León tuvo que intervenir en 1937 la Comisión Nacional de Irrigación que se hizo cargo de la obra, constituyéndose el Distrito de Riego de Magdalena y Ahualulco, procediéndose a la reconstrucción de las presas periféricas que interceptan el agua de diversos arroyos que concurren a la laguna;aunque los trabajos de desecación cada vez tuvieron que perfeccionarse, ya que las aguas de la laguna no dejaban de ocasionar inundaciones en la población de San Juanito, teniéndose que realizar obras de ampliación en el tajo en el año de 1940 y luego nuevamente en 1978,lográndose por fin concretizar ese atentado contra la ecología, aunque se ha de reconocer que a plazo inmediato favoreció los proyectos agrícolas y de cuyas obras resultaron beneficiados diez ejidos y varios pequeños propietarios de los municipios de Magdalena, Antonio Escobedo (hoy San Juanito de Escobedo), Etzatlán y San Marcos, los cuales usufructúan estos terrenos de inmejorable calidad, produciendo granos básicos para la alimentación humana.
Para concretizar esos trabajos se tuvieron que realizar una serie de acciones que en ese momento se consideraron como titánicas, en contra de esa gran laguna que se resistía a perecer, esto se deduce de los constantes informes que Aurelio Ochoa en su carácter de Administrador de la Hacienda de Santa María le proporciona a Ramón Castañeda y Palomar, que era el representante de la Compañía Agrícola de Occidente S. A., los cuales como dueños de una parte de esos terrenos,luchaban por ganarle superficie a la laguna, con el fin de utilizar esos terrenos en la producción agrícola, a manera de ejemplo se ha de citar una misiva enviada el día 13 de septiembre de 1913, en la cual el angustiado administrador informa:
“...todos los empleados ocupados en el bordo de defenza, que es el que defiende el potrero del trigo de las avenidas de S. Andrés, y el sobrante de los bordos de aquí, pues estuvo brincando el agua por todo el bordo que tiene tres mil metros, pero afortunadamente solo tres vocas grandes se le hicieron, ayer quedó tapada una y creo que hoy en el día y la noche quedaran tapadas las otras dos, esto lo motivo la abundancia de agua que bajó de S. Andrés, pues en esta hacienda se les reventaron tres bordos, creo que ya tapadas las bocas, el agua no seguirá invadiendo el potrero del trigo. Oportunamente seguiré informando á Ud al aspecto que siga tomando este asunto, pues la laguna sigue subiendo mucho...”
Los esfuerzos a que se hace referencia no fueron fructíferos pues el año de 1913 fue de un temporal muy abundante, pues por una carta que envía el día 2 de octubre se hace saber al referido Ramón Castañeda y Palomar que:
“...Hoy comencé a trabajar en bordo que detiene la laguna, tratando de cortar el agua de la laguna y el potrero del trigo, si como espero, me da resultado el proyecto que estoy empleando, vendrá á costar este trabajo, relativamente poco, pues parece que ya no sube la laguna; según la medida que me trajeron hoy en la mañana, subió medio centímetro, pero creo que el oleaje fue el que hizo aumentar la medida. En algunas partes, el agua pasa sobre el borde diez centímetros, en otras veinte y en lo más gruesa treinta, si como antes digo, dan resultados los trabajos que estoy empleando para cortar el agua, estos quedaran terminados el mes; lo que si es necesario, es una centrifuga de capacidad tal que desaloje en un mes, un millón cuatrocientos mil metros cúbicos de agua que serán los que están inundando el potrero; no hay que hacer obras especiales para la instalación de la bomba, la fuerza eléctrica ya está en Magdalena y cerca de donde pienso ponerla...”
Así pues, se deduce que a la par de las compañías que tenían la concesión de desecar la laguna, los propietarios de la región, también con sus limitados recursos hacían lo propio por ganarle terreno a esa inmensa superficie que se visualizaba como muy fructífera y que finalmente con el esfuerzo de todos se fue ganando la batalla de extinguir a ese lago.
Esa fue pues, sin lugar a dudas una de las acciones realizadas en contra de la naturaleza que en mayor magnitud ha perjudicado al ecosistema regional, pues las consecuencias afectaron no solo a la municipalidad magdalenense, sino también a todos los colindantes y con seguridad se podría afirmar que tuvo influencia en lugares aun mas distantes; hoy a través del tiempo es indiscutible que dicha acción podrá ser justificada por muchos y con revalidados argumentos, de la misma manera como será criticada y satanizada por muchos otros, pero la realidad es que el haberla desecado fue un grave atentado contra la naturaleza que hasta el día de hoy y a perpetuidad estará cobrando el precio de ese proceder.
En el momento de desecar la laguna, se considero conveniente construir un bordo donde se almacenara una porción de los millones de litros de agua que llegó a tener esa laguna, con el fin de utilizarla como abrevadero para los animales y para utilizar sus aguas en el riego de producción agrícola, pero desafortunadamente ese pequeño bordo que queda como espejo de la otrora gran laguna también fue atentado por los magdalenenses quienes argumentando no tener otra opción ó recursos suficientes para construir una planta de tratamiento adecuada, se depositaron en su lecho durante muchos años las aguas negras de la población; hoy como una respuesta de la naturaleza año tras año se sufren las consecuencias de una manera que pareciese imperceptible pero que es real, y es que cada año la cuenca de lo que ahora se denomina como Laguna de Magdalena, queda completamente seca a partir de los meses de marzo y abril, a causa de que el agua es extraída en su totalidad para regar las siembras de caña de azúcar que cada vez se extienden más y más en el valle de la ex laguna desplazando el cultivo de maíz, de tal manera que encontrándose seca esta superficie durante dos ó tres meses, por las tardes comienza a manifestarse un ligero viento desde el poniente hacia la población trayendo consigo un polvillo del lecho seco de la laguna, mismo que por supuesto al encontrarse contaminado, provoca enfermedades respiratorias entre los pobladores que cada vez se han ido inmunizando más y más a estas respuestas insonoras pero fustigantes de la naturaleza; por fortuna la planta de tratamiento que se construyo en esta población hace ya casi veinte años y que por mucho tiempo y por diversos factores fue medianamente utilizada, por fin se ha puesto a funcionar en toda su capacidad y las aguas residuales por el momento ya no continúan siendo depositadas en la laguna y si así fuese el mal sería menor pues ya se encuentran tratadas y no constituyen un problema de salud para los magdalenenses.
Acertado sería sin lugar a dudas que quienes por concesión de la Comisión Nacional del Agua poseen el derecho de usufructuar las aguas de la laguna, fijaran un limite de extracción y no permitieran que su lecho quedara seco, aunque parece que ante la impasibilidad de la ciudadanía, esto lejos de concretizarse, más bien tiende a extinguirse por completo, pues este año se realizaron acciones para que una parte de ese lecho que en este momento se encuentra cubierto de bosque de huisache y que por cierto allí existen vestigios de chinampas prehispánicas se pretende destinar al cultivo de caña de azúcar con el beneplácito de las autoridades ejidales.
Esta y otras acciones están atentando contra el ecosistema y aunque las acciones tienen un sinfín de argumentos justificando el porque de su ejecución esto no impide el impacto que puede causar, ó mejor dicho que ya esta causando, siendo una de estas acciones una que pareciese que aun no se ha medido en toda su magnitud y es la siguiente, hasta hace algunas décadas tanto las tierras altas destinadas al cultivo en esta municipalidad como las de la ex laguna se sembraban de maíz, gramínea que desde hace aproximadamente veinte ó treinta años esta siendo desplazada por la caña de azúcar que paulatinamente se esta posesionando del valle de la ex laguna, ocupando 454 hectáreas de superficie en el año 2005,como consecuencia de una muy justa y legal decisión de sus propietarios que buscan opciones de incrementar sus ingresos, pero cuya decisión finalmente altera el ecosistema ya que éste producto para ser recolectado se tiene que incendiar primero, sacrificando como consecuencia con ese método, a un buen número de fauna silvestre que tiene su hábitat en esas labores y se suprime con ello parte de la cadena alimenticia; por su parte el cultivo de agave que en el año 2005 alcanzó las 1,618 hectáreas,y que con ello también está desplazando al maíz que se sembraba en las partes altas y en los lomeríos que circundan a esta población y que dejó de ser rentable, pero que trae como consecuencia alteraciones en el ecosistema, siendo necesario señalar más con la intención de exponer una opinión que con el afán de criticar a quienes se dedican a labrar la tierra, que el cultivo de agave esta ocasionando graves trastornos en esa parte de la tierra magdalenense, ya que se esta acelerando el proceso de aridez y la ausencia de pastizales, efectos que traen como consecuencia una perturbación apenas perceptible a la naturaleza, todo esto sin mencionar las cantidades ascendentemente ilimitadas que año tras año se depositan en la tierra de fertilizantes, herbicidas, insecticidas y otros insumos que la producción agrícola requiere.
Pero además de lo ya expuesto en el sector agrícola y reseñando un poco otros factores que han influido en la transformación de Magdalena, se tiene que señalar que en el transcurso del siglo próximo pasado se enfrentaron una serie de acciones que en conjunto contribuyeron a transformar la vida de la municipalidad en todos los sentidos y que incongruentemente se hizo precisamente en aras de buscar el progreso, acciones que en su momento causaron admiración entre la ciudadanía, siendo éste asombro bastante entendible si se considera que después de tres siglos de vida aletargada pareciera que todas esas acciones llegaran de manera precipitada, una de estas primeras acciones fue la instalación de las vías férreas del Ferrocarril Guadalajara–Nogales que en la primera década del siglo veinte se comenzó a ejecutar.
En minuciosa investigación realizada por el cronista de Magdalena José Rafael Ascencio Ceseña, se señala que a principios de 1909 se presentó el Lic. Antonio Pérez Verdía ante Francisco Blanco Robles que era la Autoridad Política del lugar y mediante documentos se acreditó como representante de la empresa ferroviaria denominada Compañía del Pacifico Sur, misma que a partir del día 24 de junio de 1909 se habrá de registrar con la razón social de Ferrocarril Sub-Pacífico de México, e informó que se pretendían construir veintiún kilómetros de líneas férreas, se ostentó como autorizado para celebrar contratos de compraventa entre la compañía ya señalada y los vecinos magdalenenses que fueran dueños de los terrenos por los cuales habría de cruzar el ferrocarril, terrenos que en ese momento están destinados casi en su totalidad en la producción de hortalizas, a tal grado que por años los pobladores vecinos identificaban a los magdalenenses con el adjetivo de “cebolleros”; ante esta situación la autoridad municipal convoco a los vecinos y se reunieron en las oficinas municipales para exponerles dicha situación, agrupándose inmediatamente en opiniones distintas, unos están dispuestos a enajenar sus propiedades y otros se muestran renuentes a deshacerse de su patrimonio y necesario es en el caso de estos últimos que se tenga que proceder de manera legal y mediante juicio se llega a la expropiación de sus terrenos; en agosto de 1912 los primeros trenes arriban a este lugar y con ellos el progreso, pero también los estridentes resoplidos y las negras nubes de humo por ellos emanadas, las que comenzaban a irrumpir el azulado cielo magdalenense.
No solo esos serían los cambios que la población tendría que enfrentar con la llegada del tren, otra de ellas fue la división geográfica que las líneas férreas impusieron a la población y que por muchos años se considero hasta despectiva, pues vivir “pal otro lado de la vía” era en los estratos de la sociedad magdalenense un nivel más bajo en comparación de los que vivían en el centro del pueblo ó cuando menos en otros sectores del mismo, incluso los servicios públicos municipales se prestaban con más eficacia para quienes tenían su domicilio antes de cruzar la vía del ferrocarril.
Cronológicamente se tiene que señalar que otra de las acciones que contribuyeron a transformar el ambiente pueblerino de Magdalena, fue la construcción de la Carretera Internacional No. 15 que desde la década de los cuarentas cruzo por esta población y es citada con beneplácito en el primer y segundo informe de gobierno rendido por el Lic. J. Jesús González Gallo;es indiscutible que las vías de comunicación significan progreso para los pueblos y que el pensar en contra de ellos sería una inmadura desconsideración, pero lo que sí es justificadamente valido hacer, es señalar que estas vías de comunicación se tienen que realizar acorde a un desarrollo sustentable y sin consecuencias desfavorables para la población, como el fue el caso que aconteció en Magdalena.
La construcción de la carretera en Magdalena a diferencia de las poblaciones ubicadas entre esté lugar y la ciudad de Guadalajara, cruza exactamente por el centro de la población ocasionando con ello hoy en día un sinfín de inconvenientes, molestias y trastornos viales que los magdalenenses han tenido que sufrir; como descargo de responsabilidad se ha de señalar de acuerdo con testimonios orales, que el trazo de la carretera no contemplaba cruzar por el centro de la población y fueron precisamente las autoridades municipales, las que en atención al clamor de la ciudadanía pidieron reiteradamente al gobierno federal que la carretera atravesara la población, ya que con ello se propiciaría el progreso y desarrollo del mismo, las actas correspondientes a las juntas de cabildo celebradas por las autoridades municipales los días 7 de abril de 1943 y 26 de marzo de 1944 son fehaciente testimonio de las gestiones realizadas para que el deseo de los magdalenenses se atendiera, el siguiente es un fragmento de la junta de cabildo celebrada en la segunda de las fechas señaladas y dice así:
“Que se of. al señor Presidente de la República, dándole cuenta de que los Ingenieros de la Dirección no están cumplimentando debidamente la orden para que pase la Carretera por el Centro de la Población; causando al mismo tiempo las arbitrariedades que están haciendo en las calles”.
Dichas gestiones encontraron eco y de acuerdo a sus aspiraciones se llevaron a cabo y se cumplió su deseo, siendo hoy por hoy injusto dejar de reconocer que la construcción de la carretera no propició trastornos inmediatos a la población magdalenense, pues todavía hasta la década de los ochentas el trafico vehicular era hasta cierto grado tolerable y antes que causar problemas ó conflictos viales, por el contrario la carretera solo significo progreso y contribuyó para que Magdalena continuara siendo lo que siempre ha sido, un pueblo de paso.
Antes de que concluyera la centuria próxima pasada, Magdalena habría de testificar otra acción emprendida en pro del progreso, ésta fue la construcción de la moderna Autopista La Sierra Guadalajara–Tepic, misma que fue puesta en funcionamiento el día 24 de noviembre de 1994,quedando tras de su construcción una serie de propiedades cercenadas, ruinas arqueológicas descubiertas, un incremento notable en su demografía, modificaciones socioculturales y una nueva división en el pueblo, el cual aunque si bien es cierto que en el momento de su construcción no existían casas habitación del “otro lado de la autopista”, hoy por hoy comienzan a construirse a pesar de no disponer de la infraestructura urbana mínima indispensable ni los servicios básicos, además la construcción de la autopista obligó a que se edificaran tres puentes, los cuales fueron sufragados por parte de la misma constructora, puentes que contribuyen a que la población se pueda comunicar con la población de Etzatlán, con la delegación de La Joya y con el cementerio municipal que quedo ubicado del otro lado, tres puentes que aunque hoy por hoy parecen ser suficientes, con el tiempo habrán de no serlo y se convertirán en cuello de botella para que la población se comunique de un sector a otro.
Otra de las acciones que se emprendieron en el siglo próximo pasado en aras del progreso fue la instalación de torrecillas que sostienen líneas eléctricas de alta tensión y las cuales habiéndose trazado en ese entonces en terrenos despoblados hoy se encuentran muy cerca de las instalaciones del Hospital Regional, de las de la secundaria federal y también de la estatal, además de las de la preparatoria y lo que es aun peor sobre algunas casas habitación y también sobre la Unidad Deportiva Municipal, obras todas estas construidas después de que se tendieron esas líneas eléctricas de alta tensión.
Más es necesario concluir y por consiguiente reconocer que como obsequio de la naturaleza a diferencia de otras bien identificadas zonas del estado de Jalisco, Magdalena es un lugar exento de desastres naturales, no es propensa a sismos ni tampoco a inundaciones, pero también es necesario reconocer que aunque esta población no esta expuesta a sufrir golpes de la naturaleza por libre acción de sí misma, si lo esta por diversos y variados factores que han sido creados por el hombre, del cual se podrá decir como un descargo de conciencia que quizás lo hizo obligado por diversas y “justificadas” circunstancias.
Hoy por hoy, un buen número de magdalenenses lamentablemente se encuentran asentados en zonas de considerable riesgo, de las cuales a manera de ejemplo se pueden citar las casas que se encuentran construidas en la colonia denominada como El Cerrito, las cuales ascienden a ciento setenta y siete domicilios,mismas que se comunican por estrechos callejones y en donde las aguas pluviales tienen desagüe de corral en corral, fincas también en las que es común observar como en el cielo de los espacios de sus patios y áreas comunes de servicio se entrecruzan cables y más cables conductores de electricidad, de teléfono ó de video cable, los cuales forman una enredada madeja, de la cual solo sus respectivos dueños saben cual de ellos corresponde a cada quien y por si esto no fuera suficiente para incrementar el riesgo de esas familias que viven apretujadas y sin vías adecuadas de comunicación, hasta hace dos años esa zona solo contaba con una calle de acceso para una colonia que tiende a crecer cada día gracias a que la Comunidad Agraria continua lotificando esa área cerril, por ventura la Administración Municipal 2004–2006 presidida por el Ing. Arturo Ascencio Ceseña, realizo las gestiones y tramites necesarios para que se realizará la apertura de una nueva calle, la cual tiene por nombre “Arq. J. de Jesús Rubén Arce Velador”, misma que contribuye a mejorar la comunicación de ese sector de la población y así lo informo para beneplácito de la ciudadanía el Ing. Ascencio Ceseña en su II Informe de Gobierno y dijo:
“...es grato también informar que logramos concretizar uno de los sueños más anhelados de los vecinos de La Colonia de El Cerrito, que era tener otro ingreso para ese sector de la población, sueño que logramos hacer realidad con la apertura de la calle Arq. José de Jesús Rubén Arce Velador, ya con los servicios de drenaje, agua, empedrado y alumbrado público y atendimos una solicitud que ya sumaba décadas y que por diversos motivos diferentes administraciones no habían podido atender...”
Otra de las zonas que se puede considerar como de alto riesgo es la denominada como de La Cañita, que se integra por trescientos diecisiete domiciliosy que se encuentra asentada en una parte del lecho que fue de la laguna de Magdalena y que como consecuencia tiene de base un terreno que tiende a ser endeble y lodoso, pero que además esta propenso a inundarse cada vez que se tiene un buen temporal de lluvias; es importante agregar que lamentablemente se inunda con muy poco remedio a su favor, pues es relativamente fácil de desaguar mientras que el nivel de agua es ligeramente mas alto que el de la laguna, porque en cuanto tienen un mismo nivel el agua de la colonia y el de la laguna no hay poder humano que sea capaz de otorgar una solución pronta y eficaz a dicho problema y por si todo esto fuera poco, existen quienes irresponsablemente saturan de basura y de desechos de construcción el arroyo de El Pile que se encuentra en esa área y las zanjas que se han construido ex profeso para desaguar esta zona y con ello medio solucionar este problema, acción irresponsable que trae como consecuencia el que con mayor rapidez los vecinos comiencen a sufrir las molestias de encharcamientos y además padecer la presencia de insectos y de plagas que son propias de ese medio ambiente de aguas anegadas.
Otro de los sectores que definitivamente no se encuentran bien protegidos, es el que se ubica al pie del cerro de Lagunillas entre los puntos conocidos como El Tacotal y El Caballito, fincas que ascienden a setenta y un de casas,y las cuales tienen como eterna compañera en la parte posterior a una serie de grandes piedras de peso incalculable que no se sabe ni el día ni la hora en que al desprenderse de su ubicación sean provocadoras de inimaginables consecuencias, ya que estas casas se encuentran ubicadas anexas a este cerro en unos taludes que en algunas partes son casi verticales, desafortunadamente en esta zona algunos de los vecinos sobre todo los que viven en las casas ubicadas entre El Tacotal y El Centro de Salud que ascienden a treinta y seis moradas,las cuales no conformes con estar asentadas en una zona de alto riesgo, se han dedicado en algunos casos a extraer arena del pie del cerro con el fin de ampliar la superficie de sus corrales y vender ó utilizar el material extraído en sus fincas; otros vecinos no han sacado arena pero si se han dedicado a cortar los árboles que evitaban la erosión del cerro y por consiguiente también el reblandecimiento del terreno en donde han estado esas grandes piedras de hace cientos de años.
Por último, otra de las zonas que también es de alto riesgo y lamentablemente está proliferando a pesar del esfuerzo de algunas autoridades que se empeñan en evitar dichos asentamientos, son las viviendas construidas en los lechos de los arroyos, situación que se está registrando principalmente en los denominados como El Pile, Los Fresnos y El Tepiolole y en donde casi siempre se construye con el pretexto y argumento de que: “desde que yo me acuerdo éste arroyo nunca ha tenido agua”, “me dice mí ápa, que él se acuerda desde cuando estaba chiquito y en este arroyo nunca ha corrido la ́gua, y pós entonces yo no corro ni ́un riesgo y sí así fuera pós nomás mi familia y yo”, argumentos que tan solo se pueden juzgar como de una total irresponsabilidad. Estás son pues algunas de las zonas consideradas como de alto riesgo y en las cuales se concentran un 15% del total del total de viviendas que en la población de Magdalena de acuerdo con SAPASMAG ascienden a 4,225,siendo importante señalar que además de las ya enumeradas de El Cerrito, de La Cañita, de la zona comprendida entre El Tacotal y El Caballito y la de los lechos de los arroyos, se encuentran también las que están construidas en terrenos federales bajo las líneas de alta tensión.
En concreto, la idea central de este trabajo es precisamente llegar a la conclusión de que Magdalena originalmente tuvo un lugar propicio y adecuado para vivir, sin climas extremosos, sin peligros sísmicos, sin arroyos caudalosos ó traicioneros en su territorio y sin otros elementos naturales que fueran capaces de complicar la vida de los magdalenenses, pero que lamentablemente en el transcurso de las últimas décadas se ha venido transformando, convirtiéndose día tras día en un lugar más riesgoso, en un lugar que en algunos años ha tenido que sufrir de escasez de agua, en un lugar en donde faltan espacios públicos, en un lugar en donde el problema de tráfico vehicular cada vez se agudiza más y más y por consiguiente se incrementan los niveles de estrés y cada vez el ambiente se torna más ruidoso y estridente.
Magdalena era y quizás aun lo es, un lugar ameno y tranquilo para vivir, comparado con otras poblaciones, pero lamentablemente el entorno esta cambiando precipitadamente, pues en 1980 tenía 14,181 habitantesen el municipio, los cuales se agrupaban en 2,592 viviendas;en 1990 aumentaron a 2,903 viviendasy a 15,312 los habitantes,pero para el año 2005 de acuerdo con SEIJAL son 18,924 habitantes y 4,301 viviendas en todo el municipio;esté acelerado crecimiento y el desorden en que se ha venido realizando, con periodos de autoridades municipales que aplican estrictamente la ley y con otras que se desentienden de esta responsabilidad, ha contribuido para que Magdalena se este convirtiendo en un lugar con zonas de alto riesgo, en un riesgo latente y callado, pero que de manera progresiva y paulatina aumenta y el cual es provocado en la mayoría de los casos por irresponsabilidad y esto se señala con profundo respeto para los ciudadanos que viven en estás áreas, ya que en muchas ocasiones quienes han elegido esos lugares riesgosos para vivir, lo han hecho por causas ajenas a su entera voluntad, ó bien porque las circunstancias no les dejan otra opción y tienen que tomar esas decisiones; decisiones que lamentablemente están convirtiendo a esta población en una zona de riesgo para vivir no por decisión de la naturaleza, sino por decisión de los mismos magdalenenses.
El autor de esta investigación considera que la labor de los cronistas no debe limitarse a reseñar lo que se hizo en el pasado y a registrar lo que esta ocurriendo en el presente, sino que también está obligado a emitir una opinión sobre lo que de acuerdo con su juicio y entendimiento debe de hacerse para trasmitir en buen estado a las nuevas generaciones el mundo que le prestaron para que viviera, además cuando se tiene el atrevimiento ó la osadía de hacer observaciones y señalamientos sobre lo que los demás están haciendo ó han dejando de hacer, se contrae la obligación moral de proponer algunas soluciones, soluciones que las autoridades competentes y la mayoría de la población tienen la libre opción de considerarlas ó de desecharlas.
Una de estas propuestas es que las autoridades respeten y hagan respetar la normatividad correspondiente que impide la construcción en fraccionamientos que no se encuentren autorizados y que no reúnan los requisitos indicados por la ley, otra medida urgente es implementar un programa a través del cual se incremente en los domicilios la construcción de cocheras en tanto como sea posible, pues al ser Magdalena una población con mucha antigüedad, adolece de un trazo inadecuado para las necesidades actuales, ya que sus calles son angostas y desalineadas, factores que contribuyen en que la circulación vial se desarrolle de manera lenta y complicada, y sí además se añade el que las arterias se utilizan permanentemente como estacionamientos, la vialidad se torna aun más congestionada y solo propicia la generación de estrés, el incremento de los niveles de temperatura y el aumento de los índices de contaminación y aun mas los viernes que es día de Tianguis; el problema de estacionamientos en la calle es verdaderamente serio, y más si se considera que en la actualidad existen 5, 341 vehículos automotor en el municipio,considerando tan solo los que se regularizados, sin contar los que son de procedencia extranjera y no han sido legalizados, si se toma en cuenta que existen 4,301 viviendas en la cabecera municipal,y del total de la cantidad de vehículos ya señalada son propiedad de vecinos que viven en esta misma cabecera, entonces el problema si se visualiza como grave y más si se considera que un porcentaje muy limitado de esas viviendas disponen de cochera y las que la tienen solo la usan de noche.
Por su vocación turística y artesanal, Magdalena es una población que en su plaza pública tiene durante todo el día una gran concentración de ciudadanos que se dedican a la compra venta de ópalo y que acuden a ese lugar en sus vehículos, mismos que en gran parte del día los tienen estacionados en las calles aledañas, complicando con ello la circulación y el arribó de visitantes, por lo tanto benéfico sería invitar a la iniciativa privada para que se decida a invertir en la construcción de estacionamientos públicos, previa garantía ofrecida por las autoridades municipales que habrán de propiciar su uso mediante la reglamentación necesaria; otra medida adecuada sería también la instalación de estacionómetros, con los cuales se inhibiría el permanente estacionamiento de vehículos en el centro de la población que solo contribuyen a congestionar más y más el transito vehicular, pues algunos vecinos han tomado las calles céntricas y avenidas principales como escaparates en sus negocios de compra venta de autos.
Urgente es también construir un libramiento para que los vehículos de carga pesada dejen de cruzar por el centro de la población; proyecto que ya inicio el Ayuntamiento 2004-2006 y el cual se tuvo que truncar con el cambio de autoridades, las cuales decidieron no afectar los intereses de un pequeño grupo de propietarios, aun cuando afectaran a la mayoría de la ciudadanía.
Otra acción que se percibe como impostergable es la construcción de espacios públicos, la implementación de áreas verdes y la reforestación en los lugares que sea posible y de manera urgente en los lomeríos cercanos, mismos que ya desde las últimas décadas del siglo décimo noveno el Ing. Mariano Barcena Ramos señalaba que encontraban talados según asienta en la reseña que hace de su viaje de estudio a éste lugar y asienta que:
Se cultivan en pequeña escala membrillo, durazno, melón, naranjo, granado, mamey y uva. Las plantas silvestres que se producen son: roble, encino, pinabete, tepehuaje, cedro, coate, higueras, ahuilotes, huácima, laurel, salvia y nopal. Hay bosques en el valle solamente de huisaches; en los lados este y oeste hay bosques talados. Existen dos manantiales abundantes, tres arroyos, varios torrentes y el lago de San Juanito ó Magdalena.
En la Estadística Agrícola de Jalisco de 1910, incluso se señala con cantidades específicas la práctica que existía de acuerdo a las necesidades el momento de talar los bosques y señala que tan solo en el año de 1909 se cortaron 5,000 toneladas de madera, las cuales fueron destinadas entre otros usos principalmente para combustible,seguramente con destino a los minerales, siendo los excesos realizados en ese entonces, los que hoy de alguna manera se tienen que corregir.
Otra de las fuentes que arroja algunos números sobre el uso que se hacía de los bosques, son los Diarios Uno y Dos que corresponden a los años de 1924 a 1927 de la Contabilidad de la Hacienda de Santa María y Anexas que se llevaban en la Oficina Matriz de la Caja de Prestamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura S. A. México, D. F., en dichos archivos se señala por ejemplo la venta de 50 toneladas de carbón al mineral de Cinco Minas Co., en $ 300.00 pesos en febrero de 1925, 200 toneladas de leña a la misma compañía minera en marzo de ese año en $ 300.00 y entre otras más, la venta de 100 toneladas de carbón a ellos mismos en enero de 1926 en $ 600.00.
A través de varias cartas, Aurelio Ochoa, en su carácter de administrador de la Hacienda de Santa María, informa también a Ramón Castañeda y Palomar, que era el representante de la Compañía Agrícola Occidental S. A., de algunas ventas que con la Compañía Minera de Cinco Minas se llegaron a realizar en el ramo maderero y señala el día primero de abril de 1913 que:
“...sirve el presente para participar á ud. que el negocio de Cinco Minas, referente á leña, siempre se hizo, no como yo quería, es decir puesta á orilla del camino, sino como se hacía anteriormente, puesta en la Mina; La Compañía paga un peso por carga de doce arrobas puesta en la Mina, hemos puesto pues, fleteros que la lleven, porque tenemos que entregar cien cargas diarias; a los fleteros se las pagamos á cincuenta y cinco centavos carga y cinco centavos de corte, viene quedando á favor de la Hacienda, cuarenta centavos, valor del monte...”
Posteriormente por otra misiva que fue fechada el día 30 de mayo de 1913, le informa que la venta comercial ascendió a seis mil cargas, siendo importante señalar que las transacciones comerciales a que se ha hecho referencia son tan solo una muestra de los excesos que se cometieron con los bosques, citándose como ejemplo que esta última transacción ascendió en volumen a la cantidad de ochocientas veintiocho toneladas de madera, pues dice haber vendido seis mil cargas de doce arrobas cada una, y cada arroba ascendía a once kilogramos y medio; hoy no es tiempo de lamentaciones, es tiempo de intentar corregir esos excesos y esa tarea no es imposible, pues reforestar los bosques es una acción posible y más cuando se conjuntan voluntades y se tiene iniciativa para hacerlo, como se hizo en la pasada Administración Municipal, que sumando la participación de autoridades municipales, ejidales, educativas y la ciudadanía en general se lograron plantar siete mil árboles, según lo informo el Primer Edil Ing. Arturo Ascencio Ceseña en el II Informe de Gobierno, en el cual dijo:
“...es grato informar que en junio (del año 2005) realizamos una campaña de reforestación en la que participaron las siguientes instituciones educativas de las escuelas secundarias, del CBTis, de la Prepa y de CUESCMAG, elementos del Ejercito Mexicano, Autoridades Ejidales y voluntarios en general, llegando a plantar siete mil árboles en una superficie de seis Hectáreas que la Comunidad Agraria de Magdalena destino como área verde en El Salero...”
Dichos árboles fueron seleccionados de considerable tamaño y se encuentran en el cerro de El Salero contribuyendo con ello a mejorar el medio ambiente y realizando una acción que bien podría ser imitada por las actuales y subsiguientes autoridades.
Es justo señalar que no todas las acciones emprendidas en los últimos años contribuyen al deterioro del medio ambiente en la población, hay acciones que se han emprendido en aras de tener un medio ambiente más digno y armónico; entre ellos se encuentra la construcción de la planta de aguas residuales, misma que por fin se puso a funcionar en su máxima capacidad después de casi dos décadas de que se construyo, siendo esta acción un gran avance; otra de las acciones que sin precedente y como un gran legado se esta haciendo en la actualidad, es la instalación de medidores en las tomas de agua potable de todos los domicilios, acción que contribuirá a que ésta sea utilizada con mayor concientización, ahorrándose por consiguiente una considerable cantidad de este vital liquido.
Pero aun falta mucho por hacer, aun falta trabajar en la separación de los residuos sólidos, aun falta en invertir en la construcción de un relleno sanitario, aun falta propiciar una cultura de aseo en el frente de las casas como se hacía en antaño ó bien que las autoridades municipales se responsabilicen de que con cargo al erario público se aseen las calles día tras día, generando con ello un entorno limpio y un ambiente deseable para vivir y visitar, pero urgentísimo es también implementar programas que exhorten a utilizar de manera racional los vehículos de motor, ya que en la actualidad la ciudadanía y sobre todo los jóvenes hacen uso de los automotores incontroladamentey tan solo comouna manera de atraer la atención y evidenciar un estatus que les pueda atraer simpatías y admiración; y sin lugar a dudas que otra de las acciones que se deben gestionar a la voz de ya, es que el reducido vaso de la laguna ya no vuelva a quedar seco año tras año, fijándose estándares mínimos de capacidad y disminuyendo el uso de las aguas que allí se concentran en cada temporal con la perforación de pozos profundos debidamente distribuidos en el valle de la ex laguna y los cuales se pueden perforar y equipar con acceso a programas federales y estatales que ofrecen recursos para crear esa infraestructura, siendo importante señalar que la laguna y su entorno pueden canalizarse como un importante destino turístico.
Y ya para concluir con este trabajo se ha de reiterar que los desastres que Magdalena a sufrido por culpa de la naturaleza son apenas perceptibles en sus más de cuatro siglos de existencia, que algunos de ellos no pueden siquiera considerarse como desastres, sino más bien como fenómenos naturales que por ser extraordinarios causaron sorpresa y admiración entre los habitantes de estas tierras y que por mencionarse algunos de ellos se han de citar los siguientes de los cuales la historia guardo su registro:
1567: Algunos de los primeros cronistas que escribieron y recabaron información sobre esta región del occidente de México como el padre Fr. Antonio Tello y Domingo Lázaro de Arreguí asientan que en este año el volcán denominado como El Ceboruco hace erupción y causa una gran grieta en la tierra, se dice que las dimensiones de está son de tal magnitud que desde los ahora municipios de Jala y Ahuacatlán del vecino estado de Nayarit se prolonga hasta la Sierra de Ameca y en su cruce por esta región además de los estragos causados entre el caserío provocó que la laguna se secara pues su lecho fue
atravesado por dicha grieta, la cual con el correr del tiempo se volvió a rellenar de tierra y por consiguiente la laguna volvió a tener su embalse de agua.Fr. Francisco Frejes señala por esa misma época una famosa tromba de agua que tuvo lugar en la laguna y que destruyo la población de los naturales asentados en la isla de la laguna de Magdalena.
3 de Enero de 1873: En este día, se registró en esta población un fuerte temblor de tierra que solamente provocó un gran susto en la población y afortunadamente no ocasiono daño en ninguna finca, según se asienta en el libro titulado “Magdalena: Después de la Reforma y Antes del Porfiriato” y escrito por José Rafael Ascencio Ceseña.
1892: Llovió de manera tan abundante y violenta que causo pánico entre los vecinos los cuales abandonaron sus chozas para refugiarse en el Templo Parroquial de El Señor Milagroso; la gran sorpresa para todos fue que al día siguiente encontraron por varias calles de la población restos cadavéricos en cajas mortuorias que siendo de madera y ante tal cantidad de agua son obligadas a flotar al ser removida la tierra y el oleaje y el viento las arrojaron a las calles de Magdalena, causando con ello asombró y susto entre los magdalenenses; este suceso es conocido entre los magdalenenses con una narrativa conjugada con un hecho sobrenatural ocurrido a consecuencia de una ofensa realizada en el párroco don Félix María Martínez Pérez de grata memoria para los vecinos,la versión anterior es descrita por Vicente Ceseña González; pero por su parte el ya referido Cronista Luis R. Diéguez que fue testigo ocular de ese acontecimiento, se preocupo también por hacer una reseña sobre este caso y ésta es su crónica:
A principios del año de 1892 residía en este lugar el señor don José Cuervo, hoy rico propietario de Tequila; y electo para que tomara el mando político municipal, entró al ejercicio de su cargo con las formalidades legales.
En esta época cayó una tremenda manga de agua (vulgarmente culebra) que parecía deseaba destruir la población y cuyo extruendo atemorizó a los pacíficos vecinos de Magdalena que dormían como unos lirones; causaba horror semejante tempestad y al siguiente día, cuando los labradores marchaban a tomar el arado se encontraron con los estragos causados por aquella, habiendo sido la destrucción completa del cementerio (que se halla al Sur) y los sepulcros enteramente abiertos, sin ser ya su última morada de restos humanos porque la terrible manga los había exhumado arrojándolos a la laguna de donde los extrajeron para de nuevo inhumarlos.
30 de Diciembre de 1899: En esta fecha una tromba absorbe enormes cantidades de agua de la laguna y las vierte en municipios de estado de Nayarit:
Una fuerte tempestad despierta a los ahuacatlenses; los impetuosos ruidos de objetos que se oían caer sobre el techo, incita su curiosidad; al asomarse al exterior sorprendidos vieron que el suelo estaba cubierto de “patos pichichines”. Lo inusual de esa tormenta que coincidía con el fin de año y fin de siglo y más por la lluvia de patos fue tomado como presagio de grandes desgracias; pero esto no impidió para que durante tres días consecutivos desayunaran, comieran y cenaran carne de pato. Después se supo que una “culebra” (tromba) había absorbido el agua de la laguna de Magdalena, Jalisco, y había dejado caer la lluvia y los patos sobre Ahuacatlán.
Este mismo suceso fue narrado por el escritor Dr. Roberto Coronado Rivera en el Ciclo de Conferencias “Magdalena Una Ojeada a su Historia” celebrado en Magdalena en el mes de julio de 1995, el conferencista es originario de Ixtlán del Río Nayarit y señalo que sus padres le narraron una y otra vez este suceso.
1933: Este año se registra como uno en los que el temporal de agua fue extremadamente raquítico, a tal grado que obligo a la feligresía a implorar el auxilio divino, los cuales realizaron peregrinaciones por las labores de cultivo con la imagen del Señor Milagroso con óptimos resultados a sus suplicas.
30 de Enero de 1973: Alrededor de las tres de la tarde se siente y se observa con ondulaciones en la tierra un sismo de 7.5 grados en la Escala de Ritcher que a su paso por estas tierras solo dejó una estela de comentarios entre los vecinos, los que a cual más desean narrar como lo percibieron, lo observaron y lo sintieron.A quien esto escribe ese acontecimiento lo narraron sus padres en reiteradas ocasiones.
19 de Septiembre de 1985.: A las siete de la mañana con algunos minutos más, los magdalenenses reciben el nuevo día con un fuerte sismo que de nueva cuenta vuelve a ser benévolo con los habitantes de esta tierra y por comentar solamente deja los desastres ocurridos en la Ciudad de México, en otras partes de la República Mexicana e incluso en el estado de Jalisco que sufrió los mayores estragos en Ciudad Guzmán.
11 de Julio de 1992: El 11 de Julio ocurrió un eclipse total de Sol que inició a las 11:41 horas en su fase parcial, para terminar a las 14:30 horas.
3–22 de Enero de 1992: Durante este periodo de tiempo llovió prácticamente día y noche en todo el estado de Jalisco;la Carretera Internacional No. 15 que cruza por el centro de la población de Magdalena quedo prácticamente destruida y genero niveles fuertes de inconformidad para con las autoridades municipales.
9 de Octubre de 1995: A las 3:36 horas con notable asombro se siente en esta población un fuerte temblor de 7.5 grados en la Escala de Ritcher caracterizado por sus movimientos oscilatorios, que afortunadamente además de la presentación no grave en algunas fincas de unas grietas no deja sino comentarios y anécdotas que no tienen nada de lamentación.
13 de Diciembre de 1997: Sorpresivamente Magdalena al igual que una gran parte del occidente de México y muchas poblaciones de Jalisco amaneció con la sorpresa de que se encontraba nevando, para todos fue un fenómeno totalmente desconocido en estas tierras pues un suceso como ese no se había presentado en Jalisco desde hacía más de un siglo. Los meteorólogos atribuyeron el acontecimiento al bajo nivel del lago de Chapala, que actúa como regulador climático del Valle de Atemajac.
Estos son pues a grandes rasgos algunos de los fenómenos que se encuentran registrados en la historia de esta población, se ha de reconocer que además de los acontecimientos mencionados se han vivido años de abundantes lluvias que llegan a ser un problema como los ocurridos en 1910, 1913 y 1992 entre muchos otros y algunos más en los cuales ha sido notable la escasez de agua como el que se vivió en 1933, pero jamás se han tenido que sufrir los estragos de la naturaleza que en otras regiones del país se han presentado.
Esté trabajo no puede concluir sin que se haga una exhortación a valorar el entorno que rodea a ésta población, a ser previsores y a procurar evitar cuanta desgracia y desastre sea posible, a concientizarnos mutuamente de que la naturaleza es sabia y de que no se equivoca, a que se desarrolla en un ciclo ininterrumpido y que estamos expuestos a recibir bastantes sorpresas desagradables si no vemos hacia atrás y conocemos que acciones realizó antes de que nosotros llegáramos y además no olvidemos que tarde ó temprano se nos habrá de revertir cuanta acción realicemos en contra de ella.
Existen muchas acciones por realizar, existen un sinnúmero de actividades que emprender en pro de las nuevas generaciones que vendrá a ocupar y habitar el espacio que heredamos de nuestros padres y abuelos, debemos de crear conciencia, debemos de involucrarnos todos en trabajar en pro del medio ambiente, Magdalena necesita del esfuerzo de todos, necesita de que todos por bien propio trabajemos en su preservación y rescate ecológico, aun es tiempo, aun se pueden hacer muchas acciones, porque un gran patrimonio aun se encuentra intacto y una gran parte del ecosistema que ha sido dañado aun se puede regenerar.
Es importante señalar que el problema que está enfrentando la municipalidad de Magdalena, no es un mal exclusivo de si mismos, es un mal que desafortunadamente se percibe en toda la Región Valles, cuyo estudio hoy nos ocupa y por desgracia es un mal del cual también se adolece en otras latitudes, ya no digamos de la entidad y de nuestra patria, sino también del mundo entero.
Considero que como Cronistas Municipales tenemos la obligación de recordar a nuestros conciudadanos como era el entorno que nos precedió, como es que se fue deteriorando e incluso si nos atrevemos bien podemos también ofrecer de acuerdo con nuestro punto de vista algunas propuestas y presentar algunas iniciativas.
Recordemos que atentar contra la naturaleza es atentar contra nosotros mismos, que lo que no hagamos hoy ya será muy tarde querer hacerlo el día de mañana, cuidemos de nuestro entorno, cuidemos de nuestro hogar, este hogar que no es otro que éste mundo en el cual afortunadamente nos toco vivir.
Francisco Javier Romero Montaño Cronista de Magdalena
Bibliografía
Fuentes Primarias e Inéditas
Actas de Cabildo del Ayuntamiento de 1943–1944 Archivo Municipal de Magdalena.
Biografía sobre el Sr. Cura Félix Ma. Martínez, realizada por Vicente Ceseña González, no publicada por él, pero sí señalada por varios autores entre otros Gabriel Ponce Miranda en su obra Xochitepec: La Magdalena que Yo Recuerdo Págs. 157–168
Crónica Inédita de Vicente Ceseña González, elaborada posiblemente en las primeras décadas del siglo próximo pasado y la cual hoy es resguardada por José Rafael Ascencio Ceseña
Diario No 1 de la Contabilidad de la Hacienda de Santa María y Anexas empezando con los saldos del Balance al 30 de abril (1924) de la Contabilidad que se lleva de la misma en la Oficina Matriz de la Caja de Prestamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura S. A. México, D. F. Este archivo fue rescatado por Rodrigo Rubio y María Rubio y hoy es resguardado por Andrés Alfaro Santos.
Diario No 2 de la Contabilidad de la Hda. Santa María y Anexas empezando con los saldos del Balance General al 31 de Diciembre 1925 continuando el día 1° de Enero de 1926. Este archivo fue rescatado por Rodrigo Rubio y la María Rubio y hoy es resguardado por el Andrés Alfaro Santos.
Extractos de oficios enviados en los años de 1913 y 1914 por Aurelio Ochoa, en su carácter de administrador de la Hacienda de Santa María, a Ramón Castañeda y Palomar, que era el representante de la Compañía Agrícola Occidental S. A., y cuyo archivo fue rescatado por Rodrigo Rubio y María Rubio y que hoy resguarda Andrés Alfaro Santos.
Inscripción de Contrato realizado por la Compañía Ponce de León con el número 93 en el Juzgado de Primera Instancia de Ahualulco de Mercado el día primero de diciembre de 1925.
Fuentes Publicadas en Memorias
II Informe de Gobierno presentado por el Presidente Municipal de Magdalena, Ing. Arturo Ascencio Ceseña en el mes de diciembre del año 2005 en el Auditorio Municipal “Arq. José de Jesús Rubén Arce Velador”
X Censo General de Población y Vivienda 1980, Volumen 1, Tomo I, 1984
XI Censo General de Población y Vivienda 1990, Tomo IV
Memoria No. 5 de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco. Talleres Impre-Jal. Guadalajara, Jal. 1999, en las páginas 117–122, se encuentra publicado el trabajo Magdalena, Jalisco: del camino real al camino de hierro de José Rafael Ascencio Ceseña.
Memoria No. 6 de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco. Talleres Impre-Jal. Guadalajara, Jal. 2000, en las páginas 277–294, se encuentra publicado el trabajo José María González Hermosillo, un héroe olvidado de José Trinidad Padilla Lozano.
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