martes, 2 de junio de 2015

LA MIGRACIÓN EN AHUALULCO DE MERCADO

IV COLOQUIO DE CRONISTAS E INVESTIGADORES DE LA HISTORIA DE LA REGIÓN VALLES 

La migración en Ahualulco de Mercado
Por: Gerardo Ayala Nuño e Hilario López Castañeda 


Todo cambio o movimiento en cualquier rincón de nuestro planeta o en el lugar que Dios nos asignó para servirle y gozar de las maravillas de naturaleza, y por ende las personas tienen que buscar el bienestar y el futuro de ellas y su propia familia. De ahí que se trasladen a otro lugar para satisfacer sus necesidades; va en busca de mejores y mayores perspectivas de vida, y a esto le quiero llamar migración, que consiste en dejar temporal o definitivamente un lugar para establecerse en otro. Es el tema que hoy quiero tratar con todos ustedes y que gracias a una investigación en la cual tuve contacto con algunas personas de varias delegaciones de este municipio de Ahualulco de Mercado, me di cuenta de que gracias a la mayoría de las familias que llegaron a este municipio, se provocó un cambio social y cultural. Gracias a este hecho se marcó la vida cotidiana y el rumbo que actualmente tiene el municipio. Las haciendas, el ferrocarril y la explotación de las minas de El Amparo y Piedras Bolas, albergaron cientos de trabajadores que migraron y fueron parte fundamental del desarrollo que tuvo este lugar. Es por ello que no quiero dejar pasar desapercibido la importancia que tuvieron estos tres aspectos.

Es por ello que consideramos que la migración es un fenómeno social que influye notablemente en el desarrollo de cualquier entidad. Y esto sucedió con la llegada de trabajadores a la Hacienda de Santa Cruz a partir de los años de 1870, cuando Don Mariano Bárcenas adquirió la propiedad. Hoy es una delegación que pertenece al municipio de Ahualulco de Mercado y que en su origen fue el caserío de la Hacienda del mismo nombre, está situada a unos cinco kilómetros al poniente de dicho municipio. Esta hacienda contaba con una extensión territorial aproximada es de 5800 hectáreas de tierra cultivable, para lo cual se abastecían con 900 trabajadores, de los cuales el 80 % de estos era mano de obra que llegaba de otros municipios del estado o estados colindantes a Jalisco, como fue de Zacatecas, Nayarit, Sinaloa, Aguascalientes, Michoacán y Colima. Los que llegaban del estado para trabajar la tierra, eran de algunos municipios Villa Corona, Cocula, Talpa de Allende, Zacoalco de Torres, Ciudad Guzmán y en especial, de Tamazula. Según datos de don Adalberto Jiménez, persona oriunda de dicha comunidad, tiene 4,800 habitantes aproximadamente, y la mayoría de ellos son descendientes de los migrantes que llegaron a trabajar en la hacienda de este lugar. Este flujo de personas originó cambios muy importantes tanto en Santa Cruz como en el Municipio Ahualulco de Mercado.Dichos cambios hoy se reflejan en todos los aspectos sean políticos, culturales, sociales y económicos; además, la diversidad de pensamientos, de costumbres y cultura de las personas que llegaron de distintos lugares, dieron origen a las tradiciones e identidad de este municipio. Es así que desde el año de 1870 en Ahualulco, como en otros municipios de nuestro estado, inicia un cambio lento pero importante, debido a los inmigrantes que por diferentes causas llegaron a establecerse en esta región del occidente.

En esa época, la hacienda de Santa Cruz, controlaba un territorio muy extenso que abarcaba cerca de 5,800 hectáreas como ya se dijo; y que por aras del destino paso a manos de Mariano Bárcenas, en honor a este personaje, dicha delegación adoptó su apellido en el nombre. Este personaje era originario de Ameca, adquirió esta finca, pero no se han encontrado documentos que lo avalaran como dueño, ya que siempre estuvo hipotecada, esto según las palabras de don Adalberto.

Don Mariano Bárcenas fue muy amigo de don Porfirio Diaz y gracias a su amistad, pero también a su dedicación y experiencia en la agricultura se hizo merecedor de varios galardones a nivel nacional e internacional. Fue tanto su deseo de progreso que en uno de tantos viajes que hizo al extranjero, trajo consigo equipo y maquinaria para el pequeño trapiche en la hacienda; era maquinaria europea que aún existe en la hacienda de para el proceso de la caña de azúcar y sus derivados como el alcohol, el piloncillo, el ron y el aguardiente. Estas bebidas tradicionales dejaban ganancias muy considerables; además que el gabazo de la caña, era utilizado como alimento para el ganado y composta para fertilizar la tierra. Lo que se producía se consumía en la misma hacienda, en la región y más allá.
Don Mariano realizó muchos viajes a otros países, muchas veces en carácter de funcionario de gobierno o de interés académico, pero los aprovechó para conocer el tipo de agricultura que existía en aquellos países, así fue como trajo consigo infinidad de semillas y algunas frutas. Gracias al clima de esta región se desarrolló esta región el cultivo de sorgo y algunas variedades de maíz y frijol; además de algunos cítricos como el limón, la naranja agria, algunas ciruelas y el zapote negro y blanco, el cual se utilizaba como producto medicinal.

El dueño de esta hacienda mandó construir chozas en un lugar llamado El Llano, a los trabajadores, para que ahí vivieran con sus familias. En ese mismo lugar los distribuyó en secciones de acuerdo a lo que cada uno sabía hacer o por área de trabajo en que se desempeñaban en hacienda. Comúnmente se dice que era muy buen patrón, ya que algunos trabajadores le pedían prestada o rentada la tierra y él les condonaba el pago según fuese: a la quinta o a medias, como ellos decían; otros simplemente se dedicaban a trabajar con él, recibiendo un sueldo mínimo, lo recibían por medio de una moneda de plata u otro material valioso. Tal moneda era representativa de la misma hacienda y tenía validez por un jornal o dos, y se condicionaba a que se cambiara en la misma hacienda por ropa o comida. Aunque algunos se las ingeniaban y cambiaban la moneda con algunas personas de Ahualulco, y a un poco más de valor. Así comenzó a fluir y circular el dinero en este municipio.

Por otro lado, las minas de El Amparo y Piedras Bola estaban en su apogeo, y atraían bastantes trabajadores de Ahualulco y de otras delegaciones del municipio de Etzatlán. Otros ya radicaban aquí y que habían llegado para trabajar en el campo, pero decidieron cambiar de trabajo con la ambición de mejorar su calidad de vida; de esta forma pasaron a ser contratados en la explotación de las minas. Las minas en aquella época estaban a la par en la producción con las minas del estado de Zacatecas, pero mucha gente llego a las minas de aquí desde Aguascalientes, Nayarit y algunas de Sinaloa.
Este movimiento de personas trajo consigo consecuencias positivas y negativas, negativas para aquellas personas que llegaron con la idea de hacer dinero y regresarse a su comunidad de origen, y que al no lograr estos resultados se vieron obligados a quedarse; positiva, porque gracias al esfuerzo y trabajo de todos estos migrantes, se dejó un legado de sabiduría y que hoy seguimos gozando.
Por otra parte, otros simplemente se dedicaban a trabajar y recibían un salario mínimo. Un dato importante y que sirvió para el desarrollo de este municipio, fue que después de varios años las personas que ahí trabajaban, guardaron y/o ahorraron monedas de plata y oro; al cabo de un tiempo, lograban pequeñas cantidades y se iban de la hacienda, comenzaron a comprar pequeñas porciones de tierra y como consecuencia, empezaron a echar raíces. Así estos migrantes pasaron de ser empleados a empleadores, y comenzaron a progresar económicamente.

Don Mariano Bárcenas fue quién propició que muchas personas de otros lugares migraran a este municipio, y con ello también provocó el crecimiento social y económico de Ahualulco. Él tuvo que ausentarse del lugar en 1889 para ocupar el puesto de gobernador del estado y los bandidos, que proliferaban en ese tiempo, saquearon la hacienda, llevándola a la decadencia y su deterioro. Los hombres de confianza de don Mariano no tuvieron la capacidad de sacar adelante tan importante hacienda y la llevaron a la decadencia y deterioro. Finalizaron así los años de gloria del lugar, y que gracias a su trabajo y esfuerzo se había logrado por tantos años.

En 1892, la hacienda paso a manos de un importante capitán retirado llamado Thomas Robinson y de su esposa. El suegro de este capitán, para que su hija no se fuera a Tamaulipas de dónde era originaria, compró la hacienda a la persona a quién Mariano Bárcenas encargó de venderla o traspasarla; este encargado pedía por la unidad productiva 350,000 pesos, pero como no existía documento alguno que comprobara quien era el dueño, dio el pretexto de que estaba hipotecada, por lo que solo le dieron 50,000 pesos, y quedó en el acuerdo que recibiría el resto al entregar las escrituras, lo cual nunca se llevó a cabo. Ya en manos de los nuevos dueños se percataron de lo enorme e importante que era la hacienda y lo insuficiente que resultaba la mano de obra para mantenerla produciendo. Estudiaron e investigaron las actividades productivas y viendo su potencial, optaron por contratar el doble de trabajadores que ya se tenían; llego entonces a dar trabajo a más de 1800 personas.

En el año de 1909, la llegada del ferrocarril beneficio a varios municipios por los que pasaba. Eran dos ramales importantes, el de Guadalajara- Ameca y el de Guadalajara- San Marcos. Con este hecho inicia una nueva etapa histórica en la región, gracias al comercio entre los municipios donde pasaba el ferrocarril, y más allá. Las personas utilizaban este medio para trasladarse hacia otros lugares y así poder vender sus productos fabricados por ellos mismos como fue ropa, artesanías, granos, y en su mayoría comida tradicional.

En esta hacienda adquiere gran importancia en el comercio, ya que comienza la exportación e importación de enseres de diferente tipo; con esta actividad económica, los habitantes de este municipio se beneficiaron ya que fluía el dinero en toda la región. Además, el pequeño ingenio o trapiche, que poseía esta hacienda producía cada vez mayores productos y comenzó a exportar grandes cantidades de azúcar y sus derivados; pero también maíz, frijol, trigo cebada, sorgo etc. Con todo ello, y como resultado más y mejores sueldos a los trabajadores de esta hacienda; además ya no los condicionaba a comprar en su misma tienda, se les dio libertad de hacer con su dinero lo que ellos quisieran, ayudándoles con esto a una mejor calidad de vida para cada uno de ellos. Por otro lado, con este auge económico para muchos se les facilitó adquirir sus propias tierras; la haciende se las vendió a un precio considerable para su propio beneficio y progreso.

Es así como esta hacienda y sus nuevos propietarios, con la llegada del ferrocarril y la explotación de las minas del Amparo y Piedras Bola, a partir de los años 1892, fomentaron que el municipio de Ahualulco tuviera un desarrollo importante en el aspecto económico, cultural y social, y todo ello gracias también al gran trabajo que desempeñaban los trabajadores migrantes en las actividades productivas del lugar.

Algunas personas que vinieron contratados para trabajar en las minas o en las haciendas se establecieron unas en Tiro Patria, otras en El Teuchiteco; la mayoría eran de Zacatecas y Nayarit, como ya se hizo mención, pero creo que es importante resaltarlo
porque en estas dos delegaciones del municipio de Ahualulco, el 80 familias son descendientes de los migrantes que llegaron para quedarse.

Después de los años treinta, 1938 específicamente en adelante, llegaron a Ahualulco varias familias que también se destacaron por su entrega al trabajo del campo; otros llegaron del estado de Nayarit para trabajar en la estación del ferrocarril, que son la familia Sedano que se encargó de reparar las vías y para ello, contrataron decenas de trabajadores. Esta obra duró muchos años, y fueron años de inagotable trabajo para mucha gente; al terminar la obra, esta familia y muchos de sus trabajadores jamás se regresaron al lugar de origen. Posteriormente y cuando el trabajo bajo, la mayoría de los descendientes de la familia Sedano se establecieron en el lugar, y casi todos fueron militares, en la actualidad están ya retirados.

Otra familia que lleva por apellido Palomera, también del estado de Nayarit, fue la encargada de la administración de la estación y de igual manera ellos se encargaban de contratar al personal adecuado para administrar y organizar el funcionamiento de la misma. También fue parte fundamental para que el ferrocarril fuera el medio de comunicación y de transporte más seguro y económico para transportar sus cosechas. De esta forma, el ferrocarril fue una de las partes más importantes para el desarrollo y crecimiento económico de este municipio; antes de su llegada a este lugar, no se contaba con suficientes góndolas o furgones, por esa razón los campesinos o hacendados no tenían la oportunidad de vender sus productos en otro lugar fuera de aquí, ya que los transportaban en carretas o pequeños vehículos con el riesgo de que fueran robados en el transcurso del camino. Pero gracias a la intervención y gestión de esta persona que se apellidaba Palomera, el ferrocarril en su tramo La Vega-Ahualulco contó con más furgones ya que no eran suficientes.

Otras familias que también aquí se quedaron y son muy conocidas en la actualidad, son la familia Guizar Macias, donde dos de ellos se han destacado en la política; uno de ellos fue presidente municipal en una ocasión, además de ocupar varios puestos políticos a nivel federal y estatal; el segundo de ellos, fue presidente municipal en dos ocasiones. Ambos son hijos de don Mauricio Guizar, quien llegó a Ahualulco siendo muy pequeño con su padre que venía contratado especialmente para el trabajo del campo; en su pueblo natal eran reconocidos como una familia de las más destacadas en el conocimiento de la agricultura. Es de esta forma como esta familia llegó para quedarse. Otra familia distinguida por su desempeño en el campo y en la agricultura y que llego para quedarse, fue la familia López; el padre era don Hilario López, fue oriundo del municipio de Tequila y gran conocedor de la plantación de la caña de azúcar y por lo cual, fue contratado por un hacendado de este lugar llamado Teodoro Ibarra. Uno de sus hijos, Alberto López, dejo gran descendencia en este lugar; tuvo una familia muy numerosa y hoy, la mayoría de ellos son profesionistas o se han destacado en el ambiente político. Los abuelos y bisabuelos de los López, también llegaron con la ilusión de progresar y lograron su objetivo, como la mayoría de las familias que llegaron como jornaleros y que gracias a la entereza que los caracterizaban, hoy forman parte de la sociedad de este municipio. Han dejando una importante historia de su vida como antecedente para ejemplo de varias generaciones de este y muchos municipios.

Como estas familias, existen muchas en Ahualulco como son la familia Quintero, un doctor muy conocido y de gran prestigio por su profesionalismo; otra familia que también llegó para quedarse, fue la de apellido Siordia dos grandes cirujanos que quedaron en la mente de muchos ahualulquenses; otra persona fue don Ricardo Salazar, jefe del timbre como lo denominaban pero su trabajo estaba relacionado con el gobierno federal y estatal, ya que era el jefe de la hacienda pública, encargado de la organización de los giros de comercio. Estoy seguro que en otros municipios existieron también una serie de personajes que le dieron un rumbo muy significativo al lugar donde llegaron como migrantes y que hoy son parte fundamental en el desarrollo cultural, social y económico de cualquier municipio. Creo de manera muy personal que varios de los que aquí nos encontramos están de acuerdo conmigo y sabemos que la migración forma parte del desarrollo de cualquier entidad en todos sus aspectos y que si no existiera no estaríamos aqui.

APUNTES HISTÓRICOS ELEMENTALES DEL EJIDO DE LA VEGA JALISCO

COLOQUIO DE CRONISTAS E INVESTIGADORES DE LA HISTORIA DE LA REGIÓN VALLES 2008

APUNTES HISTÓRICOS ELEMENTALES DEL EJIDO DE LA VEGA JALISCO
PROFR. PEDRO RUIZ RUBIO
LA VEGA

APUNTES HISTORICOS

La Vega se encuentra al sur de la cabecera municipal, a 12Km por la terracería que comunica a esta delegación con Teuchitlán, Jal., vía hacienda Labor de Rivera o a 29Km por la carretera Ameca- El Refugio- San Marcos; cuenta con una población aproximada a los 2000 habitantes.

De la época prehispánica existen conocimientos muy generales, la agricultura es practicada con un sistema avanzado de chinampas en las partes bajas donde abundaba el agua y en el lomerío el terraceado, logrando de una a tres cosechas por año de fríjol, maíz, chile y calabaza.

De la población actual hacia el cerro, encontramos tiestos abundantes y cantidades considerables de obsidiana y algunos montículos circulares, que manifiestan la influencia de la cultura tradición Teuchitlán.

Posteriormente estas tierras fueron habitadas por los cascanes, bajo los señoríos de Ameca y Etzatlán.
A partir de la llegada de los españoles, los conquistadores se van quedando con grandes extensiones de terreno, y el valle, lomas y cerros se van fraccionando en estancias, caballerías y haciendas, como lo registra el historiador J. Jesús Amaya Topete y haciendo la ubicación de acuerdo a la geografía actual del ejido de La vega, registrándose las siguientes Mercedes:
- Sitio de Atotonilco, mercedado el 4 de abril de 1540, por el Gobernador y Capitán General de Nueva Galicia Don Francisco Vázquez Coronado a Juan de Villarreal y a Francisco Pilo. Ubicado al occidente del río Teuchitlán, en Nueva España, por donde estaba San José de La Laja y cerca del Ojo Zarco o Agua Zarca. En esta propiedad, hoy se localiza el potrero de La Cantera y una fracción del potrero San José.
- Sitio Paso de Flores adjudicado el 15 de junio de 1544, a Hernán Flores por Francisco Vázquez Coronado, ubicado al oriente del río Teuchitlán, aquí se localiza el potrero Tecomates.
- Sitio Motolinía, merced concedida a Juan Guerra en 1570, por el Virrey Don Martín Enríquez de Almanza, que se encontraba al occidente del río Teuchitlán y vecino del Paso de Flores. Actualmente aquí se ubican los potreros: El Pataiste y San Amado.
- Sitio La Coronilla otorgado a Vicente Saldivar en 1573 por la Real Audiencia de Nueva Galicia, desde la vera del río Tepechitlán a linderos del Sitio de Buenavista; entre Cuisillos y el Abra. Aquí localizamos los potreros: El Chivo y San Simón.
- Sitio Amequilla, mercedado en 1591 a Martín de Arnani, que lindaba con Buenavista. Aquí se ubican El Jaral, La Colectiva y una fracción de San José.
- Sitio Ojo Zarco o Agua Zarca, entregado a Felipe Navarro Alíeza el 12 de noviembre de 1643, por el Virrey Don García Sarmiento de Soto Mayor. Aquí localizamos el potrero Agua Zarca y el potrero La Tijera.

Podríamos considerar que este fue el primer reparto de tierras, si antes de la Colonia la propiedad de la misma fue comunal.

Después de la fecha en que fue mercedada cada estancia para ganado mayor o caballería de tierra, fueron sufriendo modificaciones por las transacciones económicas que de ellas se hicieron en el transcurso de de casi 400 años, al inicio del movimiento agrario en esta región, la gran mayoría de estas mercedes quedaron ubicadas en dos grandes fincas agrícolas La Hacienda Labor de Rivera y La Hacienda Castro Urdiales, que al inicio del reparto de tierras pertenecían a la familia Camarena, la primera y la segunda a Don Pedro Cortazar.

EJIDO DE LA VEGA

A partir de 1924, se inicia en forma organizada el movimiento agrario en la Delegación de La Vega, cuando el 10 de marzo, Antonio Cano, Antonio Basulto, Teófilo Cervantes, Macario Jiménez, Eustacio Tapia se dirigen al Lic. José Guadalupe Zuno Hernández, Gobernador del Estado de Jalisco, solicitando dotación de tierras, fundamentándose en los artículos 3°. de la ley del 6 de enero de 1915 y 27 constitucional, señala los nombres de los propietarios y las haciendas colindantes que puedan ser afectadas: hacienda Labor de Rivera de la Sra. Maria Luisa Morfín , hacienda San Antonio del C. Ignacio Llanos, hacienda de Pacana del C. Pedro Cortazar y la hacienda Buenavista propiedad del C. Andrés Somallera.

La Comisión Local Agraria, a través de la Circular 37 expedida el 17 de marzo de 1925, autoriza a los que tengan tramitación provisional sobre dotación o restitución de terrenos, entren en posesión de la superficie que les sea necesaria. Inmediatamente La Vega toma posesión de una fracción de la hacienda de San Antonio, Don Ignacio Llano pide la fuerza federal y los desaloja. Posteriormente vuelven a invadir y siembran garbanzo en una parte de la hacienda. Al hacer el estudio correspondiente, la Comisión Local Agraria los retira en forma definitiva por no corresponder a esta hacienda ya que la población de La Vega se ubica en terrenos de la finca agrícola Labor De Rivera.
A partir del mes de octubre de 1925, el C. Luís Camarena Morfín hijo de Doña Maria Luisa, aparece como dueño de la hacienda La Vega y empieza a expulsar a los promotores y simpatizantes del movimiento agrario, obligando a los demás campesinos a que le vendan las casas, bajo la amenaza de que, de no hacerlo, no les dará ni un palmo de tierra para sembrar.

El C. Locadio Herrera representante del hacendado en la primera Junta Censal, para defender a su patrón, argumenta: La Vega, no es más que una finca de propiedad particular, donde el núcleo de habitantes está formado por peones acasillados y los que se empadronaron, hace más de tres años que viven en otros lugares; los vecinos actuales de la hacienda son peones acasillados, ocupados en los trabajos propios de la finca. Si alguno no vive en La Vega –contesta Juan Acosta- es porque el patrón, el hacendado, el dueño de las tierras los ha corrido, queriendo evitar con esto la afectación de los terrenos que hemos solicitado en dotación.

El 24 de agosto de 1928, la Comisión Local Agraria, dictaminó improcedente la dotación y el 25 del mismo mes el C. Margarito Ramírez Miranda Gobernador del Estado, dictó su resolución en los siguientes términos: Considerando, que no está fundada en derecho la petición de los solicitantes por carecer de la vecindad legal de que habla el artículo 15 de la Ley Agraria vigente en su fracción segunda, no es procedente la solicitud de ejidos que con fecha 10 de marzo de 1927 elevaron varios campesinos para el poblado de La Vega. Debe hacerse notar, que tanto La Comisión Local Agraria como el C. Gobernador del Estado al dictaminar la primera y resolver el segundo; incurriendo en el error de señalar a la solicitud de ejidos de los vecinos de La Vega, una fecha distinta a la que aparece en la petición original.

Juan Acosta informa por escrito el 27 de agosto 1928, que los campesinos que el representa fueron fustigados por el hacendado desde 1924 cuando solicitaron las tierras y han sido constantemente amenazados; por esta razón abandonando el caserío construido por ellos mismos entorno a la Estación de Ferrocarriles Nacionales, refugiándose en San Ignacio, Municipio de Ahualulco de Mercado, Jal., sin salirse de los limites de la hacienda Labor de Rivera, por consiguiente, considero, que no han perdido su vecindad en la población de La Vega, ni su derecho a recibir tierras en dotación como lo establece la Ley Vigente.

Posteriormente es comisionado el Ingeniero José María Núñez, para que rectifique el Padrón Agrario, quien auxiliado por Juan Acosta, representante de los campesinos, Miguel Jáuregui y José Rodríguez designados por el Comisario Municipal, comprueban que efectivamente en el poblado La Vega hay 505 habitantes, de los cuales 131 están legalmente capacitados, más 16 que viven en San Ignacio, Mpio., de Ahualulco, Jal., haciendo un total 147 con derecho a dotación a razón de 4 hectáreas por solicitante.

El C. Delegado de La Comisión Local Agraria, remite el expediente de La Vega para su revisión a la Comisión Nacional Agraria, incluyendo la información recabada por el Ingeniero José María Núñez que demuestra como el hacendado obligó a los vecinos a abandonar sus casas expulsándolos de la finca y quitándoles las tierras que sembraban como medieros.

Incluye un croquis y cinco fotografías donde se muestra que las casas de la hacienda son 28 y las construidas por los solicitantes alrededor de 73, anexa también, los testimonios originales de los juicios de destitución promovidos ante la junta de Conciliación y arbitraje, por el propietario de la hacienda en contra de los C.C. Florentino Vidal, Adolfo López, Agustín Castillo Sóstenes Ramírez, Luís Navarro, José Godoy,

Esteban Tapia, Florentino Rivas, que fueron reconocidos por el propietario como medieros ; que estuvo dispuesto a comprarles sus cosecha de caña, las casas, por ultimo, la causa por que los expulsó: su comportamiento perjudicaba los intereses de la hacienda.

Finalmente reciben en dotación 588 hectáreas de tierra de temporal de primera clase, tomadas íntegramente de la hacienda de La Vega propiedad del C. Luís Camarena Morfín, por resolución Presidencial el 31 de Enero de 1929, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de Mayo del mismo año; comprendiendo los potreros; La Islita, El Jaral, San José, el poblado y una fracción al NW de San José.

El deslinde y la toma de posesión se realizo el 12 Abril de 1929 a las 16:00Hrs; en la Asamblea convocada para tal fin en el lugar que ocupa la Escuela Primaria; con la presencia del Ingeniero Juan Francisco Ortiz, representante de la Comisión Nacional Agraria; el primer Comité Particular Administrativo, integrado por su Presidente el C. Juan Acosta, el secretario Macario Jiménez, el tesorero J. Jesús Z. Guerrero, y los suplentes José Godoy, Salvador Jiménez Santillán y J. Guadalupe Marmolejo; el Comisario Municipal José Rodríguez, más los vecinos con derecho a dotación de tierras.

Después de recorrer los linderos correspondientes y teniendo a la vista el plano legalmente aprobado, el representante de la Comisión Nacional Agraria declaro:
“En nombre del Sr. Presidente de la República y en cumplimiento de la resolución Presidencial del 31 de Enero de 1929 que dotó a la ranchería de La Vega con 588 hectáreas, doy posesión definitiva de las tierras que acaban de identificar y que están señaladas en el plano aprobado por la

Comisión Nacional Agraria y hago formal entrega de ellas a este pueblo por conducto de su Comité Particular Administrativo.”

Juan Acosta Presidente del Comité Particular Administrativo dijo: “ En nombre del pueblo de La Vega declaro: que son de recibirse y se reciben los terrenos con que se ha dotado en definitiva al pueblo; que se sujetará para buena administración del ejido a las instrucciones dadas o que en lo sucesivo dieren la Comisión Nacional Agraria y la
Secretaria de Agricultura y Fomento.”

A partir del 30 de Mayo, que es publicada en el Diario Oficial de la Federación la Resolución Presidencial del 31 de Enero de 1929, el Ingeniero Luís Camarena Morfín, inicia el proceso y demanda judicial en contara del C. Emilio Portes Gil, Presidente provisional de los Estados Unidos Mexicanos y del C. Marte R. Gómez, Secretario de Agricultura Y Fomento, además Presidente de la Comisión Nacional Agraria; se fundamenta, según él, en la ley del 6 Enero de 1915; argumentó que se ha violado la Ley Agraria Vigente.

El 18 de febrero de 1930, el Juez 4°. De Distrito del Distrito federal declara nula dicha Resolución y ordena la devolución de las tierras a su anterior dueño, el C. Luís Camarena.

Inmediatamente se procede al desarme de la Defensa Rural de La Vega, el 26 de Abril de 1930, ya que a está fecha no tienen tierras de propiedad que defender al quedar sin ejidos, en consecuencia, ha desaparecido la comunidad Agraria. Integraban la defensa: Juan Acosta, Silvino Ávila, Luís Navarro, Félix Olvera, Antonio Rodríguez, Félix Navarro, Maximino López, Raimundo González, José Godoy, David

Ramírez, Silvino Peredo, Juan Grajeda, Francisco Villalaz, José Ruiz, Leonardo Oliva, José García, José Vargas.

El 2 de Mayo de 1930, frente a la Estación a la sombra de un árbol el Ing. Ignacio Ochoa, representante de la Comisión Nacional Agraria en el Estado y el C. J. Jesús Velarde en representación del Ing. Luís Camarena Morfín, informan a los ex -miembros del Comité Particular Administrativo y demás ex – ejidatarios, que a partir de esta fecha se inician los procesos para hacer efectivo el fallo del Juez 4°. De Distrito del Distrito federal.

Intempestivamente Juan Acosta, Macario Jiménez y Antonio Basulto abandonaron la reunión, abordando el tren que pasaba en ese momento con rumbo a Guadalajara, los demás no llegaron a ningún Acuerdo y deciden que sea la Comisión Nacional Agraria quien fije los plazos.

El 28 de mayo de 1930 se les concede a los ex – ejidatarios de La Vega como último plazo, el 30 de noviembre próximos para que desocupen los terrenos que tienen sembrados.

A partir de estos acontecimientos se da una lucha frontal y decidida, teniendo como ultimo fin rescatar las tierras que ya les habían entregado por resolución presidencial. Buscan asesoramiento y promueven juicios de amparo bajo la representación de Juan Acosta primero y después, los representa Maximino López; integran comisiones a Guadalajara, la ciudad de México, visitas a las diferentes dependencias gubernamentales, soportan las envestidas de los Camarena, familia muy poderosa de la región y el estado de Jalisco.

Nunca se pierde el objetivo, se lucha con todo y, después de cuatro años el 8 de marzo de 1934, el secretario general del departamento agrario Ing. Heriberto Hallera, ordena al Delegado del departamento en Guadalajara comisione Ingeniero que se traslade a La Vega y ponga nuevamente en posesión a los vecinos del ejido definitivo que recibieron el 12 abril de 1929.

Siete días después el 15 de marzo, el Ing. Wintilo R. Caloca Delegado del Departamento Agrario en Jalisco informa: “Para su conocimiento y efectos fiscales correspondientes, me permito informar a usted, que con esta fecha 15 de marzo de 1934 se dio posesión definitiva total de ejidos por dotación, al poblado denominado La Vega, municipalidad de Teuchitlán, Jal. De una extensión de 588 hectáreas, que fueron afectadas en su totalidad a la hacienda del mismo nombre, propiedad del Sr. Luís Camarena Morfín”.

Después de celebrar y asimilar esta respuesta las autoridades agrarias, se inicia la etapa que definirá el estado legal del ejido, proceso que tarda aproximadamente dos años, ya que el 19 de mayo de 1936 el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Gral. Lázaro Cárdenas y el jefe del departamento agrario Lic. Gabino Vázquez.

Signan el siguiente acuerdo: “Al fraccionarse las tierras ejidales del poblado de La Vega deberá tomarse como base una parcela individual de cuatro hectáreas en terrenos de riego o de 8 hectáreas en los de temporal, cuya extensión no podría reducirse ni en los casos en que por falta de tierras repartibles el número de parcelas no corresponda al total de ejidatarios”.

El 19 de agosto de 1936 son citados los ejidatarios para aprobar el proyecto de fraccionamiento y asignación de parcelas, con la asistencia del C. Gilberto Palmer, topógrafo de segunda del departamento agrario, Román Rubio, Teodulo Olvera, y Luís Anguiano, presidente, secretario y tesorero respectivamente del Comisariado Ejidal y la mayoría de los ejidatarios para tratar los siguientes puntos del orden del día:
1.-Catalogación de los campesinos censados y no censados para determinar las preferencias que establece el art. 134 del código agrario en su fracción I.
2.-Eliminación de los beneficiarios si el número de estos resultare mayor que el número de parcelas disponibles en el orden inverso de acuerdo con lo que dispone la fracción II del mismo articulo.
3.-Asignación y entrega de parcelas.
4.-Aprobación del fraccionamiento y entrega de parcelas.
Después de agotar el orden del día, se concluyo acordando lo siguiente: se aprueba el proyecto de fraccionamiento y asignación de parcelas, eliminando 185 campesinos, cuyos nombres figuraban en el padrón especial y por rifa se asignaron las parcelas.

Con este acto quedó terminada la posesión parcelaria; habiéndose aprobado el parcelamiento y adjudicación, se separaron 4-00-00 hectáreas, para la parcela escolar, que sumadas con 251-14Hs. Más 1- 37Hs. Hacen un total de 256-51Hs., correspondientes a los terrenos fraccionados.

El 23 de noviembre de 1936, el secretario de actas C. Agustín Castelazo, remite al jefe de la Oficina de Parcelamiento Ejidal, el expediente y planos de asignación y fraccionamiento de la comunidad de La Vega, que fue aprobado para el H. Cuerpo Consultivo Agrario en cesión celebrada el 3 de noviembre de 1936.

Con estos eventos : el Acuerdo Presidencial del 19 de mayo 1936 que determino la parcela tipo en el ejido. La aprobación del Proyecto de Fraccionamiento y Asignación de Parcelas, por los campesinos de La Vega, realizado el 19 de agosto del mismo año y la aprobación del mismo por el H. Cuerpo Consultivo Agrario el 3 de noviembre de 1936 y remitido al Jefe de la Oficina de Parcelamiento Ejidal del Departamento Agrario el 23 de noviembre de 1936, termino el azaroso proceso protagonizado por los campesinos de La Vega que desde el 10 de marzo de 1924, inician solicitando al gobernador del estado de Jalisco dotación de tierras.

Posteriormente vendría la ampliación automática con 1575-31- 00hectáreas. La segunda ampliación con 284-00-00 hectáreas y la tercera ampliación con 114-00-00 hectáreas, donde, cada una tiene su desarrollo histórico particular.

FECHAS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DEL EJIDO DE LA VEGA JAL.

• 10 de marzo de 1924, primer solicitud de dotación de tierras dirigida al gobernador del estado de Jalisco, Lic. José Guadalupe Zuno Hernández.
• 1° de octubre de 1925, el patrón empieza a expulsar a los simpatizantes del movimiento agrario, obligándoles a que le vendan sus casas, con la amenaza de no darles ni un palmo de tierra para sembrar, a quien no lo haga.
• 25 de agosto de 1928, el C. Margarito Ramírez Miranda, gobernador del estado dictamina: No es procedente la solicitud de tierras de los vecinos de La Vega con fecha del 10 de marzo de 1927 por carecer de la vecindad legal que establece el artículo 15 de la ley agraria vigente, en su fracción segunda.
31 de enero de 1929 por Resolución Presidencial publicada en el diario oficial de la federación el 30 de mayo del mismo año, se revoca el fallo pronunciado por el gobernador del estado en contra de los promoventes de La Vega el 25 de agosto de 1928, y se dota con 588 hectáreas de tierra de temporal de primera clase para 147 campesinos a razón de cuatro hectáreas por parcela.
12 de abril de 1929, el Ing. Juan Francisco Ortiz, representante de la Comisión Nacional Agraria, deslinda y da posesión de 588 hectáreas conforme a la Resolución Presidencial del 31 de enero de 1929, reciben representando al ejido el C. Juan Acosta.
9 de febrero de 1938, por Resolución Presidencial publicada en el diario oficial de la federación el 16 de marzo de 1938, se otorga, al ejido 1575-31-00 hectáreas, por el concepto de ampliación automática para beneficiar a 52 capacitados.
• 8 de marzo de 1938, el Ing. Esteban Pérez S. perito del departamento agrario, entrega oficialmente 1575-31-00hectareas al ejido de La Vega representado por el C. Benito Puga, presidente
del Comisariado Ejidal. • 6 de abril de 1938, se concede la segunda ampliación con 248
hectáreas para beneficiar a 31 capacitados para recibir dotación de tierras por Resolución Presidencial publicada en el diario oficial de la federación 1° de noviembre de 1938.
• 17 de enero de 1940, el ejido recibe por Resolución Presidencial publicada en el diario oficial de la federación el 20 de marzo de 1940, la tercera ampliación con una superficie de 114 hectáreas para beneficiar a 28 capacitados.
22 de julio de 1941, deslinde y entrega oficial de 114 hectáreas de humedad en el potrero el Pataiste de la Hacienda Labor de Rivera, propiedad del de los señores David Camarena y condueños. Da posesión a nombre del Presidente de la República el perito agrario, Ing. Esteban Pérez S. y recibe a nombre del ejido el Comisariado Ejidal el C. Pedro López.
• 15 de febrero de 1956, se otorga la posesión definitiva de la segunda ampliación.
• 30 de noviembre de 1990,el C. Carlos Salinas De Gortari, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, decreta la expropiación de 140-78-28 hectáreas a favor de la Secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos, que destinará a formar parte del vaso de la presa de La Vega y pagará por concepto indemnización al ejido la cantidad de $540.00 pesos por metro cuadrado, haciendo un total de $760 227 120.00 (setecientos sesenta millones doscientos veintisiete mil ciento veinte pesos 00/100 M.N.)
Año 2000 se actualiza el ejido a través del programa PROCEDE.
15 de marzo del año 2001, se conmemora el 72 aniversario de la fundación del ejido, al verificar que por resolución presidencial defecha 31 de enero de 1929, publicada en el diario oficial de la federación el 30 de mayo del mismo año se concedió la primera dotación de tierras al poblado de La Vega, tramite suspendido el 18 de febrero de 1930, cuando el juez 4° de distrito del Distrito federal, declara nula dicha resolución y ordena la devolución de las tierras a su dueño anterior el C. Luís Camarena Morfín. Después de una larga lucha con demandas judiciales y contra demandas, La Vega recibe en forma definitiva la dotación de ejidos el 15 de marzo de 1934.

BIBLIOGRAFÍA
1.- Amaya Topete J. Jesús. Ameca. Protofundación Mexicana.
2.- Archivo General de la Procuraduría Agraria en Guadalajara Jalisco.
3.- Archivo General del Ejido de La Vega Jalisco.
4.-Cambre Manuel. Gobiernos y Gobernantes de Jalisco. Cuarta edición.
5.- Diario Oficial de la Federación. Tomo IIV No. 25, 30 de mayo 1929.
6.- Diario Oficial de la Federación. 1° de noviembre de 1938. 20 de marzo de 1940. 24 de abril 1958. 28 de septiembre 1977. 10 de diciembre 1990.
7.-Gutiérrez Ramírez Filemón. AMECATL (mecate o cordón de agua).

HISTORIA DEL PALACIO MUNICIPAL DE AMECA

COLOQUIO RED DE CRONISTAS E INVESTIGADORES DE LA HISTORIA DE LA REGION VALLES
CUVALLES 2008

Historia del Palacio Municipal de Ameca

Ameca, Jal



En el programa general de los festejos patrios de 1918, se consigna que el día 15 de septiembre se llevara a cabo la inauguración de la torre del reloj del palacio municipal en construcción, a las 22:30 horas por parte de las autoridades municipales tendrá verificativo la ceremonia antes señalada y al sonar las 23:00 horas en el nuevo reloj el presidente municipal Don Julio C. Solórzano dará el “grito de independencia”, dichos eventos a efectuarse en la puerta principal del edificio que se levanta.

Antecedentes de las Casas Reales y de la Casa Municipal

Trasladándonos al siglo XVI, el entonces virrey de la Nueva España Don Martin Enríquez de Almazan, hizo llegar a todas las poblaciones de estas tierras conquistadas la Real Ordenanza de fecha 25 de Marzo de 1577, consistente en un interrogatorio que debía de contestarse por sus gobernantes para conocer historia y característica de cada pueblo, el documento de “La Relación de Ameca” se inicia el 2 de Octubre y termina el siguiente 15 de diciembre de 1579. Se envió de regreso a la ciudad de México firmado por quienes lo realizaron, Don Antonio de Leyva, Alcalde Mayor de Ameca y su escribano de juzgado Don Pedro de Moras, el citado documento no se envió a España como estaba señalado y a finales del siglo XIX fue localizado por algunos investigadores siendo objeto de estudio y publicación del mismo. Se desconoce como llego a la Universidad de Austin, Texas que es donde se encuentra actualmente.

Como se desprende de este documento, en lo que nos ocupa en su capítulo décimo textualmente dice... “está poblado y fundado en tierra llana baja, con traza de calles, casas del rey, iglesia y mesón. Hay dos calles en cuadra, con dos encrucijadas a todas partes, de oriente a poniente, norte y sur, mira este pueblo al poniente. Y esto se responde” . En este capítulo se encuentra el dato más antiguo en el que consta de que Ameca contaba con Casas Reales así mismo como la cárcel. El Dr. José Menéndez Valdez por disposición del intendente Jacobo Ugarte, realiza un recorrido visitando cada uno de los pueblos lo cual da origen al documento denominado “Descripción y Censo General de la Intendencia de Guadalajara 1789‐1793”, en lo que se refiere Ameca solo citare lo siguiente “...que las casas reales y la cárcel se encuentran en estado deplorable...”.

Cabe hacer mención que al establecerse la intendencia de Guadalajara en 1786 el pueblo de Ameca pertenecía a la jurisdicción que tenía como cabecera a Autlán, desconocemos por que los subdelegados residieron en Ameca durante varios años.

Las casas reales o casas consistoriales también eran las habitaciones de los alcaldes mayores en turno y después de los subdelegados. La función principal era la de atender los problemas entre los habitantes, estas se realizaban en “las salas de audiencias”, teniendo una sala para recabar los tributos y alcabalas que se debían de pagar a la corona. También se contaba con caballerizas, dormitorio para los vigilantes y serenos. Es de mencionar que el lugar donde estuvo por muchos años las casas consistoriales de Ameca es donde ahora se encuentra la sala del cine Reforma abarcando las fincas aledañas tanto al sur y al oriente de la misma.

Para 1840 el subprefecto de Ameca remite al gobierno del estado un diseño de la nueva forma que se dará a la cárcel anexando el presupuesto del costo de la obra que eran $ 5,000.00 pesos y está fechado con día 28 de Mayo del año mencionado. Este documento se localiza en el archivo histórico del congreso del estado. Por el estado ruinoso en el que se encontraban las casas consistoriales en el año de 1850 fueron derribadas con el objeto de ampliar la plaza y hacer la calle al frente la cual tienen hoy como nombre Vicente Guerrero.

A finales de ese año se amplió el edificio de la cárcel hacia el norte construyendo otras salas con el objeto de cambiar la casa municipal al mismo edificio en el cual hoy se encuentra el Palacio Municipal. Esto con el fin de que las actividades administrativas del Ayuntamiento no se interrumpieran para esto se contó con el apoyo económico del gobierno del estado siendo su titular el Lic. Joaquín Angulo y el Secretario de Gobierno el Amequense Gregorio Dávila Ramos quien después también ocuparía el cargo de Gobernador de Jalisco.

Como fue pasando el tiempo se le hicieron varias mejoras utilizándose algunos de sus departamentos ya como sala de ayuntamiento o cabildo, oficinas del jefe político, juzgado de letras, la comandancia de policía y la cárcel del municipio. En el año de 1867 se estableció en su interior la escuela municipal para niñas.

Con el objeto de que la casa municipal luciera con sus mejores galas para la recepción que se le haría a don Porfirio Díaz, en ese entonces Presidente de México, por motivo de su vista el domingo 6 de diciembre de 1896 para la inauguración del ramal del ferrocarril Guadalajara‐ Ameca, se hicieron mejoras con anterioridad a la casa municipal donde se destaco la decoración de la sala de cabildo con muebles y cortinas de la mejor calidad que había en esa época.

Destrucción de la casa municipal

El día jueves 4 de Junio de 1914, una vez que el General Victoriano Huerta ya había usurpado el gobierno de la República, también en nuestra ciudad se hizo notable la inconformidad como en toda la república. El destacamento del ejército que resguardaba la plaza de Ameca al recibir una orden se trasladó a la ciudad de Guadalajara, viajando en ferrocarril, para sofocar el levantamiento en contra del gobierno usurpador. Una vez estando desprotegida la plaza la turba enardecía comenzó arrojar piedras y otros objetos tanto a la casa municipal como a los domicilios de los funcionarios municipales de ese tiempo, gritando entre otras consignas: “Muera el mal gobierno”.

Se apersonaron en la cárcel liberando a los reos en general, siendo unos cuantos de ellos los que se encontraban procesados por sus ideales políticos y otros purgaban penas como verdaderos asesinos, ladrones y bandoleros. Las turbas incendiaron edificios aledaños y la casa municipal, al incendiarse esta se destruyeron los archivos que se tenían hasta ese entonces así como documentos importantes tales como lo eran libros de actas del registro civil, libros de cabildo y documentos de las demás diversas oficinas administrativas perdiéndose por todo esto gran parte de la memoria histórica del municipio.

Restauración del palacio municipal.

En el año de 1915 y con el objeto de edificar nuevamente la casa municipal y para que los trabajos administrativos se realizaran en un solo local, pues todas las oficinas se encontraban dispersas tanto en fincas propiedad municipal como en otras que se rentaban en el área céntrica de la población, se nombro por acuerdo de cabildo del día 8 de abril de 1915 una junta de mejoras materiales en el que el presidente lo fue el regidor Don Andrés Pascal quien recién había sido electo presidente municipal, como Secretario Don Salvador Uribe, como tesorero Don Julio C. Solórzano y dos vocales que fueron Don Paulino Valle y el Dr. Aurelio M. Fernández.

En el mes de octubre del año 1916 es electo presidente municipal Adolfo Preciado quien ya en funciones en el mes de Noviembre propone al cabildo realizar la construcción en base a los trabajos realizados por la junta de mejoras materiales de un edificio para la administración municipal,de acuerdo al proyecto del Ing. Porfirio Lomeli Arroniz. El cual se conformaría de 2 niveles, con una torre para el reloj que tendría 4 carátulas con el objeto de que se pudiera ver desde cualquier punto de la ciudad en su parte céntrica y una de las características del proyecto fue el de que en la esquina nororiente del edificio se hiciera un ochavo en la que estaría la puerta principal hacia la segunda planta elevándose la torre, los ángulos de la misma se orientan a los puntos cardinales.

Para este proyecto toma el modelo de varios edificios públicos de algunas ciudades europeas principalmente del palacio de Neptuno en Roma, dicha construcción tuvo varias modificaciones principalmente en su fachada.

Para la construcción de la torre, que fue lo primero que se edifico, a finales de 1916 se realizaron los trabajos de cimentación con una profundidad de 6 metros. Por la falta de la actividad económica del quinto cantón y a consecuencia de la revolución de esa época, la construcción del edificio tuvo demoras pero la autoridad municipal no decayó para lograr este objetivo.

Ya en el año de 1917 se consolidan los trabajos en la construcción del palacio municipal teniendo un gran avance en lo que respecta a la cimentación antes señalada y en el levantamiento de los muros de la torre en el proyectado ingreso. Por tal razón el año de 1917, en donde se hizo un gran avance, quedo registrado en la parte superior de cada una de sus ventanas de la segunda planta este año. En la administración de Don Julio C. Solórzano y de la cual formo parte como regidor propietario el Ing. Porfirio Lomeli en los meses de enero a Julio se concluyo la torre, inaugurándose la misma como se ha señalado al principio.

Como fueron pasando las diversas administraciones municipales incluyendo la del mismo Porfirio Lomeli y uno de sus hijos, se continuaron con los trabajos proyectados para el palacio municipal en el que en donde se recibieron aportaciones económicas y en especie de todas las clases sociales de la población de Ameca y sus alrededores así como del gobierno del estado.

En el año de 1922 el Ing. que originalmente diseño el proyecto, en un viaje que realizo a la ciudad de México agrego a la fachada de la construcción el pórtico estilo romano donde es la comandancia de policía, en su parte superior el pabellón de ocho columnas de estilo corintio que sirve de sostén a un remate de forma circular teniendo en su centro el águila del escudo nacional.

En ese tan mencionado nuestro palacio municipal encontramos los principales estilos arquitectónicos clásicos, la influencia italiana en la torre y algunos rasgos de la arquitectura mexicana por lo que se considera una edificación eclética. Se concluyo su edificación en el año de 1928 por lo cual su realización se consolido dentro de los dos movimientos armados más importantes del siglo XX en México: la revolución iniciada en 1910 y la Cristera.

Este Palacio Municipal es un orgullo y símbolo de identificación

MAGDALENA Una Ojeada a su Historia

MAGDALENA

Una Ojeada a su Historia
-Fenómenos Naturales-

Francisco Javier Romero Montaño.
Cronista de Magdalena, Jalisco.



Magdalena Jalisco, se ha caracterizado por ser un asentamiento humano con un índice apenas perceptible de desastres naturales, los cuales comparados con sus más de cuatrocientos años de historia prácticamente han pasado desapercibidos en esta población e incluso cuando en otras partes del país se han presentado con severos estragos, en éste lugar se han manifestado tan solo como un reflejo sin graves consecuencias, casi como si la naturaleza tan solo quisiese recordar las bondades que ha tenido para con está tierra, la cual en la época prehispánica fue conocida como Xochitepec y después denominada por los primeros conquistadores con el rimbombante nombre de Santa María Magdalena de Xochitepec, el cual con el transcurrir del tiempo devino en Magdalena; está población se encuentra asentada entre un volcán ya extinguido y entre una laguna que de acuerdo con algunas opiniones ahora lamentable y desacertadamente ya está desecada; el volcán ya extinguido es el majestuoso cerro de Tequila, y la laguna es la denominada de Magdalena que hasta el año de 1937 aun bañaba con sus olas está población además de las de Etzatlán, San Juanito, La Joya y que además se encontraba relativamente cerca de otras pequeñas localidades como San Andrés, El Ojo Zarco y La Quemada.

La descripción más antigua que tenemos de la población de Magdalena se le debe al obispo de Guadalajara don Alonso de la Mota y Escobar, él cual visitando estas tierras en el año de 1605, asentó en la crónica de su Visita Pastoral lo siguiente:

“El pueblo de Magdalena, tendrá setenta indios vecinos, Doctrina de Franciscos. Es de temple frío; tiene laguna muy grande arrimada al pueblo, donde hay muy buena pesquería de peces menudos que se sacan y provee a ellos y muchas partes del reino, de lo cual se saca mucho interés. Hay a su tiempo mucha caza de aves, ánsares, patos y grullas. Tiene también muchos juncos y espadañas, de que hacen esteras y de ellas se redunda mucho aprovechamiento. Navegan los naturales de esta laguna en unas balsas que hacen de estos mismos juncos, hechas tupidas de manojo, y con un remo redondo la llevan a donde quieren, yendo el indio de pie en ellas; tendrá esta laguna de largo tres leguas y de ancho dos, y en medio tiene una isla que tendrá media legua, en la que hay mucha arboleda de frutales de la tierra y había en ella un pueblo llamado San Juan, que hoy está despoblado por la congregación que hicieron de los indios en el pueblo de La Magdalena”

Con claridad la crónica de don Alonso de la Mota y Escobar, describe que el lugar dispone en ese momento de suficientes elementos naturales para el autoconsumo de sus habitantes, los cuales con vastedad pueden acceder a la pesca, a la caza y a la recolección de frutos, además la laguna les proporciona suficiente material vegetal del que denominamos tule para que con el elaboren esteras, medios de transporte y otros utensilios adecuados para su descanso y trabajo, deduciendo con esta información que el lugar que eligieron esos pobladores para asentarse no podía ser más acertado.

Otro elemento natural muy importante del cual dispusieron esos habitantes fue la obsidiana, la cual en esta región existe en demasía, siendo tanta su abundancia que tres siglos y medio después de la conquista aun se veía por “montones” en los valles según asienta la crónica del Ingles A. Barrister que en travesía por estos lugares entre 1849 y 1850 señalo:

“Entre Tequila y Magdalena, un pueblo donde me detuve a desayunar, crucé un cerro compuesto de obsidiana, que yacía por todas partes en montones, probando el origen volcánico de la región. Este material era usado por los mexicanos de Moctezuma para hacer sus cuchillos ceremoniales y otros instrumentos cortantes. Durante este día vi una gran cantidad de cultivos y el campo lucía, en general, más sonriente y feliz de lo que había visto antes en México”.

La obsidiana tiene su origen en la actividad volcánica de la región y es una piedra vidriosa que en la actualidad continua siendo explotada, ya que es utilizada por algunos vecinos en la elaboración de objetos artesanales, pues en los últimos años se ha combinado artísticamente con las piedras de ópalo, resultando con esa labor unas joyas de gran valor y de excelente apreciación por el turismo nacional y extranjero, que tiene posibilidad para erogar grandes cantidades en la adquisición de estas bellas piezas; es importante precisar que el periodo de mayor opulencia y utilidad de la obsidiana ó “ixtete”, fue en la época prehispánica, ya que fue un elemento primordial en la economía de los primeros pobladores, pues de acuerdo con lo que asegura el reconocido arqueólogo y tenaz investigador de las culturas que aquí florecieron Dr. Phil C. Weigand PhD., comerciantes procedentes desde muy al norte llegaban a éste lugar en busca de la preciada y abundante obsidiana, a la cual denominaban como ixtetl, que de manera degenerativa hoy se menciona como ixtete y que era de significativa importancia en el diario vivir de estos ancestros, pues su posesión aseguraba el tener puntas filosas y cortantes para sus flechas e implementos de caza y de defensa personal, además de ser empleada en utensilios de uso diario como raspadores que utilizaban para limpiar las pieles de los animales que cazaban e incluso como elementos de ornato:

“...la obsidiana extraída de La Joya (municipio de Magdalena) se ha encontrado en forma de navajas prismáticas tan al norte como Guasave, Sinaloa, y en sitios cercanos a la actual ciudad de Durango.

En La Joya, nosotros mapeamos 1,264 minas antiguas, por lo que ésta constituye una de las áreas mineras de obsidiana más grandes documentadas de la Mesoamérica antigua, y rivaliza con la Sierra de las Navajas, cerca de Pachuca, Hidalgo, en tamaño y complejidad. Ya no se puede entrar a las minas de La Joya, y de hecho la mayoría no fueron sino canteras en la superficie. Nosotros calculamos que entre75,000 y 125,000 metros cúbicos de roca fueron extraídos, mismos que produjeron entre 13,000 y 15,000 toneladas métricas de obsidiana de calidad para hacer artefactos. Una vez extraídos, los bloques de obsidiana fueron transportados por canoa hasta un gran taller localizado en la Laguna de Etzatlán (la cual hoy se encuentra seca).”

Pero además de la riqueza natural de que dispusieron los primeros pobladores de éste lugar, también gozaban de una estratégica y privilegiada ubicación geográfica, que de acuerdo con diversos factores y circunstancias influyó de manera positiva ó negativa en su diario vivir, pues Magdalena ha sido un paso obligado para los viajeros que se trasladan del centro del país al norte de la república y viceversa y lo han hecho de acuerdo con los recursos de su tiempo, que bien pudo ser primeramente a pie, luego en remudas, después en carros jalados por bestias, posteriormente en ferrocarril y ahora en automóviles y haciendo uso de los medios de comunicación que el hombre a través del tiempo ha venido construyendo, primero con senderos de remuda, luego con caminos a tramos empedrados y en otros solo con tierra ó la reciedumbre natural del terreno que en ocasiones era de cantera ó de duro tepetate; después con las vías del ferrocarril, enseguida con la carretera automovilística y finalmente con la moderna y funcional, aunque también onerosa autopista de cuatro carriles.

El que Magdalena sea un pueblo “de paso”, le ha permitido testificar diversos acontecimientos históricos, muchos de ellos sin trascendencia inmediata para el lugar, los cuales ha tenido que observar como un mero espectador, entre algunos de estos sucesos se podrían citar el afligido caminar de la caravana jesuita, que procedente de las misiones de California cruzó por este lugar en 1768 y continuó su penoso camino hacía Guadalajara, apenas deteniéndose lo indispensable para descansar y dar sepultara a dos religiosos que no soportando las inclemencias de la senda aquí concluyeron su existencia, el destino final de los religiosos era el Puerto de Veracruz, lugar en el cual concluiría el mandato de expulsión emitido por la corona en contra de los miembros de esa orden religiosa,de los cuales salen cincuenta en mayo de 1768 de Guaymas, el 9 de agosto arriban a San Blas, de allí parten el día 20 de ese mes, llegando sanos tan solo diez a Guadalajara el 9 de septiembre, ya que en el transcurso del camino muchos fueron pereciendo, siendo la ruta mas flagelante la comprendida entre Ixtlán y Magdalena, ya que en tan solo treinta y siete leguas habrían de morir dieciocho de ellos;otra histórica travesía que está población y sus habitantes testificaron fue el paso de los insurgentes Fray Francisco Parra y José María González Hermosillo, que respectivamente los días 6 y 7 de diciembre de 1810 arribaron a este lugar con 500 hombres el primero y con 1,700 el segundo y juntos el día ocho prosiguieron su camino hacía el norte del país para promover el movimiento independiente;solo unos días antes de que ellos hollarán estas tierras, habrían de cruzar por aquí los españoles tapatíos que encabezados por Juan José Recacho y por el mismo obispo de Guadalajara don Juan Cruz Ruíz de Cabañas y Crespo iban huyendo hacía el puerto de San Blas con el fin de salvar sus vidas y sus intereses; uno más de los acontecimientos que tuvo que presenciar por ser un pueblo de paso, fue la breve estancia que hizo el cortejo fúnebre que por las vías del ferrocarril se dirigía en 1928 hacia Sonora con el fin de dar sepultura a los restos mortuorios del general Álvaro Obregón y que se detuvo en la Estación del Ferrocarril de Magdalena apenas el tiempo suficiente para recibir un respetuoso saludo de parte de las autoridades municipales, del sector de la ciudadanía que acudió por curiosidad ó simpatía y de los escolapios que por sus maestros fueron llevados a ese lugar con esa finalidad,y así como estos hechos históricos e importantes para el país, se podrían enumerar un sinfín de itinerarios más que Magdalena tuvo que presenciar y otros que sin ser significativos para la historia de la patria, sí lo fueron para la historia del pueblo mismo, los cuales también testifico y que contribuyeron a forjar la historia de esta población, estos itinerarios, son los que han hecho un sinfín de viajeros, de los cuales algunos por fortuna dejaron plasmadas las impresiones que les produjo el pisar estas tierras, reminiscencias que por ventura existen en un buen número y que por su valor histórico son valiosos documentos y a la vez por su crónica deudas contraídas con esos viajeros, que en el transcurso del tiempo cruzaron por esta población que brevemente les sirvió de estancia, siendo uno de esos primeros testimonios el que nos ofrece el inglés Robert William Hale Hardy, el cual arribó a este lugar el día 30 de diciembre de 1825 y señala:

“Llegamos a La Magdalena a las dos p.m. Este pueblo está situado en un valle cerca de un gran lago del mismo nombre y produce excelente pescado del cual comimos, pero el descenso hacia él está muy escabroso. El hospedaje en el mesón no estuvo mal ni sucio, ya que recientemente lo habían construido. El pueblo en sí es muy bonito, con jardines de naranjos, mirto y jazmín en pleno florecimiento. El lago también es bonito, aunque está algo lejos, aproximadamente a una milla en dirección occidental.”

Sin duda alguna que la descripción anterior se reviste de importancia por ser de las más antiguas que un extranjero hizo sobre esta población, pero entre las que se preocuparon de manera más concienzuda por describir la población, a su entorno e incluso a sus habitantes, se encuentra la que Marvin Wheat escribió sobre Magdalena en el año de 1856 y aunque es extensa es importante incluirla de manera integra en esta investigación, en virtud del importante contenido descriptivo que en ella se encuentra:

“Cerca de las siete de la mañana llegamos a la villa de Magdalena, a 120 millas de Tepic, con una población de 2500 almas. El colorido de los mexicanos en este pueblo era el usual, y yo apostaría a que once doceavos son poseedores de una mezcla oscura y parduzca. Esta villa se asienta en una hermosa llanura rodeada de altivas cumbres. Tiene un trazo regular y, próxima al centro, se extiende un área de cinco acres destinada a plaza pública, rodeada por edificios oficiales y privados que consisten en una iglesia de estilo gótico moderno, una escuela y un instituto de aprendizaje para uno y otro sexo, una Sala de la Audiencia, la Plaza de Armas, almacenes, una fonda y casas privadas. Noté que tanto las residencias privadas como la plaza pública estaban adornadas con canalillos, fuentes y árboles frutales propios del trópico que mezclaban sus ricas fragancias llevadas por la brisa de la montaña, semejantes a los famosos aromas de la desértica Arabia que hacen que el ausente suspire de nostalgia por su país, la perfumada patria de sus antepasados.

En esta villa se observa el mismo estilo de arquitectura, la misma forma de riego y la misma manera de pavimentar las calles y las aceras, que he mencionado antes respecto a pueblos y villas de la misma importancia. A corta distancia de este pueblo, en dirección noreste hay un lago del mismo nombre, el lago de Magdalena. Es el primer lago merecedor de ese nombre que he encontrado en el curso de mis recientes viajes por la vertiente occidental y, aunque comparativamente pequeño y no apropiado para el progreso del comercio interno, sin embargo está casi a nivel con la mayor parte de los campos que rodean la villa y se halla circundado a no mucha distancia por montañas de diferentes alturas cuyas laderas presentan el aspecto peculiar de las convulsiones volcánicas. No pude dejar de admirar este agradable contraste con mis anteriores observaciones cuando el sol naciente reflejó sus dorados rayos sobre las cristalinas aguas del lago. Era una mañana de abril y el astro rey prestaba vida a los objetos circundantes; la aromática brisa bajaba de las montañas y nos seguía por dondequiera que atravesábamos; nos sentíamos animados, no tanto por el ímpetu de la juventud como por el hermoso sitio del que nos complacíamos en disfrutar. En esta villa los negocios son muy variados y se combina la propiedad ó administración de una fonda con el comercio, la agricultura y la horticultura, aunque en pequeña escala, y los productos son los mismos ya mencionados y propios de este clima tan prolífico y agradable.

En cuanto a las escuelas, tengo entendido que siguen el mismo sistema de enseñanza que los otros establecimientos que conocí; se enseña a la juventud más bien nociones de movimientos y evoluciones graciosas propias de su fe, que nociones de artes y ciencias tan necesarias para que quienes las poseen irradien una benigna influencia sobre el cuerpo político y se distingan como guías de la felicidad y prosperidad doméstica y pública, y baluartes que afirmen y mantengan la seguridad del Estado.

Permanecimos en esta villa apenas el tiempo suficiente para echar una ojeada al lugar y a sus características generales y obtener una nueva remuda de mulas. Pronto estuvimos listos para proseguir. Comenzaba a sentirse bastante calor pues el sol se acercaba rápidamente a su altura meridional. Seguimos adelante sobre el empedrado pavimento, haciendo el mismo ruido que una distante descarga de artillería y muy pronto, yendo a paso rápido, bordeamos la orilla sur del lago teniendo frente a nosotros y a nuestro alrededor una hermosa llanura; no obstante, a alguna distancia, algo suscitó aún más nuestra admiración: la contemplación de un pintoresco escenario de paisajes de montaña con todas las variadas formaciones de contornos cónicos u oblicuos que el calor volcánico es capaz de moldear.

En una distancia de 18 millas no se nota ninguna diferencia específica en las características generales de la comarca. Al señalar esto, no pretendo afirmar que el panorama es completamente monótono, ni que siguiéramos

viendo el lago y en particular este valle, sino que de continuo surgían ante nuestra vista cambios peculiares de una zona por naturaleza convulsiva.”

La ubicación geográfica de Magdalena también tuvo que influir en el desarrollo de su economía y así lo aseguran algunos historiadores, entre otros Thomas Calvo quien señala que el Capitán Pedro Vidarte y Pardo hace llegar a ese lugar considerables cantidades de maíz procedente del bajío con el fin de destinarlo a diversos minerales y a las misiones del norte, siendo la población de Magdalena el punto que servía como centro de acopio y de distribución,ó el maestre de campo Francisco de Pareja y Rivera que se dedicaba a la compra venta de ganado y también elegía ese mismo lugar para descansar sus hatos ganaderos.

Más no sería solo la estratégica ubicación geográfica reconocida por los viajeros que cruzaron por esta población lo que motivo a los primeros pobladores a asentarse en este lugar, pues también se considero como de vital importancia la abundante y excelente calidad del agua, la cual es indispensable para cualquier ser humano y que en esta población todavía hace algunas décadas brotaba sin medida por algunas calles, a tal grado que las arterias denominadas Coaxicar y Porfirio Díaz durante mucho tiempo fueron conocidas respectivamente como de “Los Chorritos” y “La Zanja del Agua”, las cuales incluso continúan siendo denominadas así por los vecinos de mayor edad; en está última característica realmente Magdalena no tuvo punto de comparación, ya que sus manantiales llegaron a ser tan generosos que después de cuatro siglos continúan abasteciendo a quienes pueblan estas tierras, aunque hoy por hoy se habrá de reconocer que si bien es cierto que al crecer el número de magdalenenses cada vez corresponden de manera proporcional menos litros de agua, siendo además importante aceptar que su uso se ha intensificado.

Los primeros pobladores pudieron disfrutar de las sabrosas aguas del Tacotal, del Ojo de Agua, de Los Chorritos y además de las inagotables aguas de la laguna y de algunos limpios arroyos que por este lugar cruzan como el de Los Fresnos, el de El Pile, el de El Tepiolole y el de Potrerillos; ahora, los recursos son menos y se ha tenido que hacer uso de la perforación de pozos profundos que además de requerir un mayor gasto en su funcionamiento no siempre han ofrecido agua de una calidad aceptable.

Es importante recordar la máxima que dice que: “donde hay agua hay vida” y en Magdalena agua había de sobra y por lo tanto vida también, de tal manera que los medios de subsistencia eran lo suficientemente generosos como para mantener a una población que de acuerdo con los estudios realizados por el citado Dr. Weigand bien pudo acercarse a los diez mil individuos, los cuales se encontraban dispersados en varios asentamientos alrededor de la laguna y subsistían gracias a la abundancia de fauna y de frutos silvestres que en ese entonces abundaban y de los cuales algunos aun existen en lugares como el Cerro Viejo, Potrerillos, Los Laureles y un sinnúmero mas de cerros y lomeríos, donde igual se podía cazar que recolectar frutos; el Dr. Weigand se atreve a asegurar que la demografía prehispánica era abundante, señala también las causas que pudieron influir en su decrecimiento e incluso revela que el manantial de agua de El Tacotal es históricamente importante para esta población ya que en ese sitio el virrey Antonio de Mendoza se entrevistó con los naturales del lugar en los postreros días de 1541 ó en los inaugurales de 1542, en el itinerario que por ésta y otras regiones del occidente del país realizo en aras de obtener una completa pacificación después de que hubo concluido la famosa Guerra del Mixtón; dicha aseveración la asienta en su obra publicada Tenamaxtli y Coaxicar,e incluso en otra de sus publicaciones señala con precisión:

“...conocemos que, cuando Mendoza entró en Xochitepec, ésta tenía más de tres mil habitantes, lo que debió de haber sido tan sólo una fracción de su población original. El descenso demográfico habría sido causado, principalmente, por la guerra, por la huida de los refugiados de la rebelión y por la acelerada epidemia ocasionada por los europeos. Sin embargo, Mendoza no recibió el rendimiento indígena en Xochitepec, sino en el sitio de Higuera, en la margen norte de la Laguna de Magdalena. Según él, Higuera se localizaba aproximadamente a una legua de Xochitepec, el cual se encontraba entre la primera localidad y Tequila. En otras palabras, Xochitepec se ubica al este de Higuera, y lejos de las márgenes de la laguna. El lugar de ubicación del sitio de Higuera se encuentra dentro de los límites actuales del pueblo de Magdalena, probablemente donde hoy se localizan el pozo de agua y la bomba del pueblo, junto a la carretera No. 15 Mendoza menciona que el territorio de Xochitepec se llamaba Guaxacatlán”.

Pero además no se debe olvidar que por varios siglos gozaron los habitantes de está población del recurso de la pesca en la generosa y extensa laguna, en la cual además de obtener algunos peces, tenían la oportunidad de cazar diversas aves acuáticas que a decir del obispo de Guadalajara don Alonso de la Mota y Escobar eran abundantes según él mismo pudo corroborar y luego confirmar en la visita pastoral que realizó en 1605,y que casi tres centurias después de que él señalara los beneficios que la laguna ofrecía a los vecinos del lugar, el reconocido estudioso de la naturaleza Ing. Mariano Barcena Ramos, realizando un viaje de estudio por este lugar en octubre de 1885 y auxiliado por el párroco de Magdalena don Félix Ma. Martínez que se distinguió por su sapiencia en el estudio de la naturaleza señaló:

Laguna de Magdalena ó de San Juanito. La segunda en importancia, después del lago de Chapala en el estado de Jalisco. Se encuentra a 25 leguas al oeste de Guadalajara; su figura es alargada en dirección de norte a sur, con una longitud aproximadamente de 10 kilómetros; su mayor anchura se estima en 8. Su contorno es de forma variada, presentando estrangulaciones y expansiones, así como cabos, penínsulas y otros accidentes, siendo notables los cabos llamados Los Laureles y el Zapote, y las penínsulas del Portezuelo y San Sebastián. Tiene dos islas notables este lago, siendo la principal la de San Juanito, y la otra que está frente al rancho del Azafrán.

La isla de San Juanito se halla inmediata a la ribera en que está ubicado el pueblo de ese nombre. La isla tiene parte cultivada y presenta elevaciones medianas formadas de tezontle ó lava porosa. Esa isla debe haber tenido grande importancia como punto militar en los tiempos antiguos, pues su suelo está lleno de grandes lanzas y flechas de obsidiana. Además la historia de la Nueva Galicia dice que había allí un pueblo llamado Guajicar, que poco tiempo después de la Conquista fue destruido por una tromba, y aún se ven en la parte NE de la isla los vestigios de aquella población.

Las aguas de la laguna de Magdalena son limpias y no causan perjuicios por emanaciones miasmáticas: son un poco desabridas al paladar, aunque potables; y según el dicho de los ribereños, son sanas y aun medicinales, usándose contra la enfermedad llamado boxio. Estas aguas son ligeramente termales, pues en las observaciones que practicamos el 18 de octubre, anotamos los datos siguientes:

A la 1 p.m. termómetro al aire 24o5 Id., en el agua 27.5 A 3 p.m. al ambiente 24.5 En el agua 27.5

La profundidad más común es de 3 a 4 metros; pero hay puntos frente al cabo de Los Laureles, en que la sonda ha indicado 12 metros, según nos informa el Sr. D. Félix M. Martínez, actual Cura párroco de Magdalena, quien opina que debe haber mayor profundidad frente a La Joya, aunque no se ha medido.

En las aguas hay muchos peces, siendo los principales algunas variedades de bagres silurus que llegan hasta 3⁄4 de vara, en tamaño; los otros peces se llaman truchas, mojarras y sardinas. También viven las nutrias de agua dulce en esa laguna.

Los pueblos comarcanos se mantienen de la pesca, así como de la explotación del tule que crece en la laguna.

Están más cercanas a su contorno las poblaciones de Etzatlán, Magdalena y San Juanito, las haciendas de San Sebastián, Estancia de Ayones, San Andrés, La Quemada y Santa Fe; los ranchos de la Joya, Portezuelo, Las Fuentes, Coatepec, San Pedro, La Vuelta, El Copudo, Tempizque, El Azte, La Esperanza y San Juan.

En la estación lluviosa aumenta considerablemente el caudal de la laguna, a causa de las numerosas vertientes que bajan de las montañas de las márgenes. Las tradiciones aseguran que esta laguna se formó cuando fue destruido el pueblo de Guajicar, que se hallaba a la falda de un cerrito que hoy forma la isla. Nosotros no descubrimos sobre el terreno algunos datos que confirmasen esa creencia, y más bien suponemos que el fenómeno diluvial a que se hace referencia, pudo haber destruido algún pueblo ubicado sobre lo que ya era una isla.

En la superficie del lago, en el mes de octubre último, calculamos una altura de 1323.30 sobre el mar. La población de San Juanito, que está en la margen oriental, tiene 1,336 en el atrio de la iglesia; por consiguiente solo hay 13 metros de desnivel. La nivelación barométrica da 75 metros de altura entre la plaza de Etzatlán y la laguna.

Más si lo hasta aquí expuesto pudiese parecer de poca importancia, no hay que olvidar que los pobladores indígenas poseían un complejo y avanzado sistema hidrológico de cultivo en las chinampas, en donde tenían asegurado el sustento familiar para todos los xochitepecos, para los demás asentamientos ubicados en derredor de la laguna y que incluso no se puede dudar que tuvieran excedentes para negociar en trueques con productos que a ellos les eran ajenos.

No existen constancias de que después de la conquista se siguiese utilizando el método agrícola de las chinampas, pero de lo que sí hay testimonio es de la actividad productiva de los magdalenenses en el campo e incluso de acuerdo con una interesante investigación realizada en 1885 por el Ing. Mariano Barcena Ramos ya citado en este trabajo se describe con precisión los productos que aquí se cultivaban y también los que eran de origen silvestre:

Magdalena. Municipalidad del duodécimo cantón. Domina la marga en el valle, y en los alrededores es arcillosa y pedregoso en algunas partes. Su aspecto, un valle plano, rodeado de montañas, en las que dominan los cerros de Tequila, Viejo, San Andrés y la Estancia. Las lluvias son regulares de junio a octubre. Heladas en diciembre y enero. Se cultiva maíz, fríjol, camote, alfalfa, trigo, cebada y hortalizas. No son raras las pérdidas de las siembras, por lo plano del terreno y la naturaleza del subsuelo. Se cultivan en pequeña escala membrillo, durazno, melón, naranjo, granado, mamey y uva. Las plantas silvestres que se producen son: roble, encino, pinabete, tepehuaje, cedro, coate, higueras, ahuilotes, huácima, laurel, salvia y nopal. Hay bosques en el valle solamente de huisaches; en los lados este y oeste hay bosques talados. Existen dos manantiales abundantes, tres arroyos, varios torrentes y el lago de San Juanito ó Magdalena. Datos remitidos por el Presb. D. Félix M. Martínez.

Pero además por esa misma investigación realizada por el Ing. Barcena a través de una encuesta efectuada con los mismos productores, se tiene constancia de que aunque moderadamente se producía piña, perón, aguacate, durazno, granada, lima, aguilote, berenjena, camichín, cidra, melocotón, guayaba, guamúchil, juaquiniquiles, limón, mamey, mango, membrillos, mezquite, naranja, nuez, plátano, pepino, tejocote, tuna, uva y zapote.

Una información que fue recabada un cuarto de siglo después, indica que en la municipalidad de Magdalena se cultiva en el año de 1909 principalmente caña de azúcar, camote, maíz y además café, fríjol, cebada y garbanzo, pero también se producía panocha ó piloncillo, tequila y miel de abeja y entre otros productos también cebolla, guayaba, naranja, sandía, aguacate, durazno, granada, guamúchil, lima, limón, mamey, mango, melón, zapote, perón, zanahoria, lechuga, nabo, col y rábano y además se producen considerables cantidades de leche, queso y cera de abeja;la información recabada permite visualizar que la producción agrícola del municipio cubría las necesidades básicas de la población e incluso en esa época se cultivaban productos que en la actualidad se tienen que traer de otros lugares porque aquí ya no se producen, pero continúan formando parte de la dieta alimenticia de sus habitantes.

Toda ésta información que describe una bonanza agrícola y bienestar para sus habitantes, contrasta con un desolado y paupérrimo panorama que el día 2 de diciembre de 1743 describe el párroco de Magdalena Fr. Lorenzo de la Vega en la visita anual que el alcalde mayor de Ahualulco don Juan de Calamateo realiza, él cual corrobora el testimonio del fraile y además asienta en el acta de visita correspondiente que realiza en su carácter de autoridad real que:

“...en cumplimiento de mi obligación así en la anual visita que es de mi cargo en los pueblos de esta mi provincia, como para poner y nombrar tenientes que administren justicia en las partes y lugares que convengan, siendo una de ellas el dicho pueblo de la Magdalena, que dista de este dicho pueblo de Ahualulco ocho leguas. Habiendo pasado a estos efectos, no he podido conseguir persona que subsista en obtener el cargo de teniente a causa de no ser capaz de poderse mantener, en alguna manera, por la suma desdicha y pobreza que padecen los muy pocos vecinos españoles e indios que le componen y éstos mantenerse en tanta cortedad que muchas veces no hallan qué comer: atenidos a muy limitadas siembras de maíces, sin otro recurso alguno de un moderado comercio, padeciendo los indios tantas penalidades para pagar los reales tributos a que son obligados, que les obliga a salir a muy largas distancias de minerales y haciendas de campo a trabajar para poder dar cumplimiento así de esta obligación como a las de las obvenciones que causan en su pasto espiritual de dicho pueblo de la Magdalena, el que esta sumamente árido y estéril su planta y visitantes que casi es que no es visitable por su solidez, las fábricas de casas, muchas solas y despobladas y demolidas, su iglesia de paredes de cantería muy bastantes y fortalecidas, techada de maderas de vigas fuertes, los claustros y sacristía de las mismas materias y en su tanto muy adornado y decente el culto divino con un Santísimo Cristo muy milagroso que tienen colocado dos religiosos que continuamente se mantienen en su convento, teniendo como es cabecera principal dicho pueblo desde su primitivo de esta provincia. Por su deterioro, solidez y pobreza en que por la presente se mantiene, sólo le ha quedado el título de cabecera y serlo y conservarse actualmente.”

La veracidad de esta descripción es responsabilidad del párroco y del alcalde mayor, cuyas impresiones fueron corroboradas por los testigos de asistencia Juan Esteban de Mendoza y Pedro Pérez de Celis; hoy a dos siglos y medio de distancia solo existen dos razones para entender el porque de un diferencia tan trascendental entre unas y otras, una de ellas puede ser que Magdalena, después del periodo de sustento estable descrito por Mota y Escobar,transcurridos los años estuviese pasando en ese tiempo por una época de verdadera penuria y luego haya llegado de nuevo la bonanza ó bien otra causa pudo haber sido porque se estuviera pretendiendo evadir el pago de impuestos, practica que señalan los cronistas fue muy común en el periodo virreinal.

Otra descripción realizada sobre éste municipio, es la que elaboró Manuel López Cotilla en 1841, él cual atendiendo una propuesta de la Junta de Seguridad Pública del Gobierno de Jalisco, recorrió todo el estado y con respecto a Magdalena señalo que:

La Magdalena, es cabecera de curato, tiene juez de paz, subreceptoria de rentas, administración de correos y escuela pública expensada por el fondo municipal, que en 1840 produjo 403 ps. 3 reales. Su población se compone de 603 habitantes dedicados en lo general al cultivo de huertas y a las siembras de maíz y fríjol. Al S.O., de la población y a sus orillas se halla una laguna conocida con el mismo nombre, y formada después de la conquista de resultas de una trompa ó manga terrestre (vulgarmente culebra de agua), que descargada en aquel sitio le inundó e hizo desaparecer el antiguo pueblo de Huejicar y algún otro que en el había, de cuyos restos se formó el de la Magdalena. Esta laguna tiene casi 4 leguas en su mayor largo y 3 en su mayor ancho, formando un islote cerca del pueblo de S. Juanito y otro hacia la orilla opuesta. El pueblo de la Magdalena dista 25 y 1⁄2 leguas de la capital del Departamento y 7 al N. E., de la cabecera del Distrito.

Por todo lo antes aquí expuesto se puede deducir que la región en donde se ubica la población de Magdalena era rica en recursos naturales, poseedora de agua en abundancia, dueña de vegetación en vastedad, la región tenía también un clima agradable, poseía limpios y suficientes arroyos y un sinfín más de bondades, descripciones que también confirma Victoriano Roa en 1822,... pero es aquí precisamente donde concluye la parte encantadora de esta investigación, es hasta aquí en donde se mencionan los beneficios de esta tierra que acertadamente eligieron los ancestros de los magdalenenses para vivir y para heredarlo a sus descendientes.

Porque,... ¿En que se ha convertido este lugar que hasta hace no muchos años se vislumbraba como paradisíaco en toda la extensión de la palabra?, ¿Donde quedaron aquellos generosos y abundantes bosques? ¿Donde están los animales silvestres que respetuosamente y confinados a lo que consideraban su territorio allí nacían, crecían, se reproducían y morían sin hacer daño a nadie?, ¿Dónde?,... ¿Donde quedaron aquellos abundantes manantiales de agua que eran lo suficientemente generosos para satisfacer las necesidades de los hombres, de los animales y de las plantas?, ¿Dónde?,... ¿Donde quedo la laguna que era un legado de y para los magdalenenses y sus vecinos?, ¿Donde quedaron sus limpias y tranquilas aguas?, ¿Donde sus peces y donde sus aves acuáticas?, ¿Donde su esplendida flora, donde sus chinampas,...? Todo, todo ello hoy solo pervive en el recuerdo de quienes los vieron, conocieron y disfrutaron y en los escritos de quienes conociéndolos los plasmaron en el papel perpetuándolos de esa manera para gozo, lamento y conciencia de las nuevas generaciones, porque físicamente hoy todo eso ya no existe,... y si no existe, no es porque la naturaleza se haya encargado de arrebatarlo, sí no existe no es porque desastres naturales lo hubiesen exterminado, no, la verdad es que sí no existe, es porque el hombre de manera irresponsable e inmisericorde se encargo de exterminar con todo eso.

Sin duda alguna que uno de los máximos atentados contra la naturaleza en esta región, fue la desecación de la laguna, una laguna que de acuerdo con el testimonio de diversos viajeros y del mismo Ing. Barcena Ramos después del Lago de Chapala era el manto acuífero más grande en extensión y en importancia en la entidad jalisciense y cuya acción de desecado se desarrolló en las primeras tres décadas del siglo próximo pasado, aunque ya desde finales del siglo décimo noveno se había pensado en exterminarla e incluso se habían dado los primeros pasos para que así sucediera.

Antonio Domínguez Ocampo, cronista que es del municipio de San Juanito de Escobedo y acucioso investigador de la historia regional ha recabado suficiente información sobre la desecación que se hizo de la laguna de Magdalena y señala que el promotor de ese proyecto y difusor de esa idea, fue un vecino de la población de Ahualulco de Mercado llamado J. Refugio González, mismo que el 2 de julio de 1856 recibiendo respuesta a su petición obtuvo permiso del gobierno del estado para iniciar los proyectos de desecación, concesión que a través de un posterior oficio fechado el día 5 de noviembre de 1868 le fue cancelado por el gobierno federal, y señala que le fue cancelado no por el atentado que estaba cometiendo en contra de la naturaleza, sí le fue cancelado fue a consecuencia de la simpatía que éste personaje tuvo para con el gobierno de Maximiliano de Habsburgo y que con el restablecimiento de la república le propicio adversidades para su proyecto.

Tan pronto como surgió la idea de desecar esta laguna para destinar su superficie en actividades de producción agrícola, se levantaron desde airadas protestas, hasta opiniones bien analizadas y justificadas como la que emitió el Ing. Barcena Ramos en el año de 1885 como consecuencia de un viaje de estudio que realizo por este lugar y enterado que se encontraba ya del proyecto que se había iniciado para desecar este vasto manto acuífero opino:

Se ha proyectado desaguar ese depósito para descubrir las tierras de su lecho y también para regar el valle de Ahualulco, que tiene un nivel poco inferior respecto de aquel. Nosotros no opinamos porque se pierdan éste y otros depósitos de aguas dulces y limpias, que en nada perjudican la higiene de las poblaciones vecinas, y que por el contrario, les son necesarias y además prestan diversos elementos de vida a los pueblos. En un país escaso de aguas y vasto de territorio como es México, más bien deberíamos procurar el formar lagos mejor que destruirlos. Sobre todo ahora, que la Secretaría de Fomento está creando viveros para surtir de peces de agua dulce a las poblaciones del país, deben conservarse esas aguas para propagar en ellas dichos peces y dar a ese nuevo recurso de vida a las localidades comarcanas, que en general son pueblos pobres y sin industrias propias.

Además se calcula que en el lago de Magdalena beben agua cerca de 45,000 animales de las razas bovina, ovina y caballar, que difícilmente podrían abastecerse sin la presencia del lago.

Esa no habría de ser la única opinión contraria en cuanto a que se desecara la laguna, el ya citado historiador Domínguez Ocampo señala que el síndico de Magdalena José Joaquín Orendaín Mercado presento un escrito el día 5 de febrero de 1884 mediante el cual las autoridades magdalenenses se oponían rotundamente a que el proyecto de desecación se llevara a cabo, el mismo investigador señala que con fecha del 18 de marzo de ese mismo año de 1884 los vecinos de Tequila hacen lo propio y presentan un escrito con un considerable número de firmas mediante el cual también manifiestan su inconformidad.

Pero sobre todas esas opiniones contrarias a la desecación, se destaca la del mismo Ministerio de Fomento, cuyo titular en el Imperio de Maximiliano fue el Ing. Miguel Iglesias y cuyo dictamen fue perpetuado por Luis R. Diéguez, empleado que fue durante muchos años de Magdalena con el nombramiento de Escribiente, mismo que a través de este trabajo se identifica como Cronista y él cual escribió un trabajo que tituló como Reminiscencias de Magdalena, cuya publicación se realizó en el año de 1912, en la cual además verter las opiniones del Ing. Iglesias, expone las propias y dice con respecto a la desecación de la laguna:

En el año de 1866 el Ministerio de Fomento del entonces Imperio Mexicano, a cuya cabeza se encontraba el desventurado Archiduque de Austria, ordenó al señor Ingeniero Don Miguel Iglesias informara lo que creyera conveniente acerca de la utilidad o desventaja de la desecación de la laguna de este lugar que en aquella época se proyectaba; y he aquí lo que dice refiriéndose á la población:

“...En la orilla Norte del lago o laguna se ve el bello pueblo de la Magdalena que le da su nombre, atravesado por el camino carretero que conduce de Guadalajara al puerto de San Blas. En su orilla sur, los pueblos de Etzatlán y San Juanito rodeados de varias Haciendas y ranchos”

Y con respecto a la laguna, dice el mismo señor Iglesias:

“La formación del lago fué debida probablemente a un fenómeno extraordinario ya sea volcánico o atmosférico; pues no se explica fácilmente de otro modo la acumulación de esta inmensa calidad de líquido, no siendo posible creer que sea solamente producida por las aguas llovedizas, las cuales deberían evaporarse rápidamente derramadas en tan gran superficie y no se conocen manantiales interiores que alimenten el lago, teniendo muy poca o ninguna importancia las que entran a él superficialmente. En mi concepto, las conjeturas tienen mas fundamento con lo primero, porque se ve el suelo muy combatido por revoluciones interiores del globo, y el lago está situado precisamente en la parte occidental y al pie del volcán apagado llamado hoy Cerro Grande de Tequila, cuyas repetidas erupciones se dejan ver fácilmente con las diferentes lavas derramadas que cubren todos los flancos de la montaña y de las que la obsidiana se muestra con más abundancia formando la capa superior”.

“La desecación de la laguna de la Magdalena, producirá una considerable disminución en la humedad de los pueblos de Etzatlán, la Magdalena, San Juanito, las haciendas de San Sebastián, La Esperanza, Estancia de Ayones, La Quemada, y unos diez o doce ranchos más que hay rodeando el lago sufrirán graves daños o quizás su ruina completa con el empobrecimiento y aridez en que quedarán por su sequedad los terrenos en que hoy se cultivan el maíz, trigo, fríjol, cebada, etc., y sin poder devolver al suelo su fertilidad por medio de riegos, porque como he dicho antes, no existen sino muy pocos y pequeños ojos de agua, en las faldas de las montañas (vecinas) que limitan el valle. Esta sequedad sería probablemente perjudicial también al mismo valle de Ahualulco, porque debe creerse que los manantiales de agua de que viven sus habitantes, y la humedad del terreno que da a las labores el verdor que hoy tienen, es debido a las filtraciones interiores de la laguna que es vaso lleno de liquido, colocado bastante cerca y a un nivel más elevado, y que al desaparecer éste, desaparecerían también aquellas. Lo prueba también la poca profundidad a que se encuentra en Ahualulco las capas acuíferas en los pozos, que se explotan al presente, para el riego de las huertas, por medio de los conocidos bimbaletes...” La opinión del señor Iglesias me parece justificada, la parte que lleva descubierta el agua podrá dar muy buenos rendimientos agrícolas; pero también los aguajes han mermado de una manera alarmante. Yo no soy capaz de decir que este sea el origen de tal merma, pero sí lo hago constar como cronista.

Esas y otras muestras de inconformidad y desaprobación no tendrían eco, porque la suerte del segundo lago más importante de la entidad jalisciense ya estaba decidida y solo era tiempo de esperar para que se extinguiera por completo; a partir de 1863 comenzó a desaguarse lentamente y sus más de 150, 000, 000 (Ciento Cincuenta Millones) de litros de agua comenzaron a dejar el lecho que en ese momento cubría una superficie aproximada de 7,500 hectáreas.

Por diversos factores entre los cuales prevaleció la falta de capacidad, el proyecto avanzo lentamente, pero a partir de 1906 la Compañía Aldazor abrió el canal y los trabajos continuaron,aunque nos dice el magdalenense Vicente Ceseña González en una de sus crónicas sin publicar y como testigo ocular que fue, que en el año de 1910, “El temporal de aguas fue muy fuerte, tanto que llenó el vaso de la laguna, perdiéndose todas las labores de maíz que se habían hecho en la laguna, pero no llegó a llenar la extensión que tenía más antes”,por lo tanto se deduce que el inmenso manto acuífero se resistía a extinguirse, siendo importante señalar que los temporales abundantes fueron muy frecuentes.

Luis R. Diéguez además en su mismo libro aporta información interesante sobre las acciones realizadas para ejecutar la desecación e indica ya con hechos palpables y visibles en ese momento, las contrariedades que dicha acción propició, señalando en su obra citada que:

El 7 de agosto de este mismo año, (1901) se firmo en la Capital de la República el contrato celebrado entre el C. Ingeniero Pedro Fernández, Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización e Industria en representación del Ejecutivo de la Unión y el señor Licenciado don Fernando Vega en la de los señores Manuel Fernández del Valle y Socios para el aprovechamiento como riego y fuerza motriz de las aguas de la laguna de este lugar; denominándose tal asociación “Compañía Irrigadora de la laguna de la Magdalena, S. A.”

Como en todos estos contratos uno de los requisitos indispensables es el perjuicio de tercero, se hizo constar, pero únicamente de derecho, porque de hecho no hubo tal perjuicio.

Al cabo de algunos meses de que esta compañía empezó a hacer uso de su concesión, la laguna estaba enteramente vacía y suspendida por tal motivo la navegación y la pesca. En este caso hay perjuicio de tercero puesto que el pueblo sufrió algunos descalabros con la paralización de tales industrias.

Mas adelante, el mismo Diéguez vuelve a señalar datos muy interesantes, y luego como testigo ocular que fue se atreve a denunciar en su misma obra de una manera apasionada los perjuicios ocasionados, e incluso escribe algunas reflexiones:

El 24 de este mismo mes y año (noviembre de 1904) se firmó en México el contrato celebradoentre el C. GeneralManuel González Cosío, Secretario de Estado y del despacho de Fomento en representación del Ejecutivo de la Unión, y el señor don José de Landero y Cos Presidente del Consejo de Administración de la Cía. Irrigadora de la Laguna de Magdalena S. A. reformando el contrato de 7 de agosto de 1901 para aprovechar como riego y fuerza motriz las aguas de dicha laguna.

En la citada reforma se autoriza a la Cía. “para que sin perjuicio de tercero que mejor derecho tenga” Construya las obras necesarias para evitar la decadencia completa de los pueblos que circundan con la laguna, porque con la paralización de las tareas de navegación y pezca probablemente concluyen su existencia “pudiendo –dice el contrato- derivar dichas aguas hasta el nivel de un metro abajo del que tuvieron en el estiaje de ... teniendo en cuenta la conservación de la pesca y de la navegación”

Ya hemos visto como en 1902 la navegación y la pesca quedaron suspendidas por la desecación de la laguna, en ese tiempo los Ingenieros tomaron el estiaje para que dejara un metro más y según tenemos conocimiento se paró la maquinaria también por la misma desecación.

Y los derechos de los pueblos colindantes? Y los perjuicios que reciben estas pobres comarcas quitándoles este único depósito de agua de que hacen uso para sus ganados y demás? Y el perjuicio de tercero que se menciona en los contratos, qué ha sucedido de él? No parece sino que el destino ayudado por el Gobierno General ha decretado la desaparición del antiguo tactoanazgo de Guaxicar y sus colindantes.

Tomamos del contrato “en el concepto de que si por las obras que hayan de ejecutarse resultare perjuicio comprobado para alguno de los pueblos o propietarios rivereños queda obligada la Cía. a poner el agua en el punto más conveniente para remediar el mal!

El perjuicio, ya lo hemos demostrado; ahora analizarlo! los propietarios ribereños, con escepción de dos son las personas cuyas propiedades les producen únicamente para mantenerse en Magdalena y no para promover pleitos de tal naturaleza; sus ganados (como sucedió en 1903) se mueren de sed y la falta de recursos como de influencias ante el Supremo Gobierno, hacen que se resignen como el paciente Job á la consecuencia de semejante obra.

Estas reflexiones fueron publicadas en 1912, se fundamentaban en hechos palpables, pero fueron desoídas al igual que otras opiniones; por ventura para la crónica de la población, éste vecino describe las actividades comerciales que se realizaban en la laguna y que hoy quedan solo como un interesante dato informativo, dicha descripción es la siguiente:

En la misma época (1902) el señor don Luis Gutiérrez Navarro estableció un servicio de navegación en la laguna de este lugar a fin de transportar la carga que el Ferrocarril Central Mexicano (hoy Ferrocarriles Nacionales,) desembarcara en Etzatlán con destino a La Yesca, San Pedro Analco y Hostotipaquillo. Y para encargarse de la conducción de pasajeros para los puntos citados, estableció una línea de coches de ésta a Hostotipaquillo, y en combinación con las canoas cuyos viajes eran diario para Etzatlán a donde llegaban a la hora y salida y llegada del Ferrocarril.

El señor don Jesús E. Topete, igualmente estableció otro negocio de esta naturaleza; pero únicamente de navegación, el cual a poco pasó al señor don Joaquín Orendaín.32

La descripción anterior señala parcialmente el movimiento económico que generaba la existencia de la laguna y describe las actividades que realizaban día a día Gutiérrez Navarro y Topete, y luego después Orendaín, las cuales finalmente se extinguieron junto con la laguna, pero para que eso aconteciera todavía habrían de transcurrir algunos años, pues después de los trabajos realizados por la Compañía Aldazor y emprendidos por la “Compañía Irrigadora de la laguna de la Magdalena, S. A.”, intervino en 1924 la Secretaría de Agricultura y Fomento y celebró un contrato con la Compañía Ponce de León,33 dicha compañía se integraba con los Sres. Rafael Ponce de León, Juan Soto Arruti, David Mendoza H., Alfonso Cruz Rivera, Manuel Fernández y Guillermo Ponce de León, los cuales firmaron un contrato con la referida secretaría, cuyo titular lo era el C. Ramón P. de Negri, el día primero de septiembre de 1924, este contrato constaba de 36 artículos y en ellos se especificaba entre otras cláusulas que se autorizaba a que dicha compañía que “sin perjuicio de derecho que mejor derecho tengan” ejecutara la reducción de la superficie del agua de la Laguna de La Magdalena y realizara las obras de irrigación necesarias en los terrenos circunvecinos y preferentemente en los que resulten de la desecación, quedando obligados a demarcar la curva limite en un perímetro que corresponda a 6,000 hectáreas, de las cuales se podrán apropiar pagando al Gobierno Federal $ 9.00 pesos por cada una de ellas, esto es ¡¡$ 5, 400.00!! cinco mil cuatrocientos pesos, debiendo de hacer ese pago en un plazo que no excediera de los diez años; quedaban autorizados también a enajenar los terrenos que recuperarán con la desecación en lotes que no excedieran las 100 hectáreas, obligándose a entregar al gobierno de la federación el 5% del valor intrínseco de las ventas que efectuaran a favor de terceros, la compañía también se obligaba a que en un plazo no mayor de dos años presentara a la Secretaría de Agricultura y Fomento los proyectos para su estudio y aprobación de las obras de reducción del vaso, y dentro del plazo de tres años los relativos al fraccionamiento de los terrenos desecados y a las obras de irrigación de los mismos,con respecto a estos proyectos el historiador Gabriel Ponce Miranda, señala que:

En 1926, la citada compañía presentó un proyecto consistente en la desecación parcial de la laguna, conservando parte de la misma como un vaso de almacenamiento que cubriría una superficie de 1,235 hectáreas, y se formaría por medio de un dique de 5,600 metros de longitud, a una altura de 7 metros. El volumen almacenado serviría para regar los terrenos rescatados y las aguas excedentes se conducirían al valle de Ahualulco a través del Tajo San Juanito, regulando las aguas en la laguna Colorada. Por diversas causas este proyecto no fue realizado.

Aunque de acuerdo con esa investigación la referida compañía no concluyo el proyecto, sí efectuó la venta de algunos terrenos que se rescataron con la desecación y así se constata en los márgenes de la inscripción que de este contrato se hizo en Juzgado de Primera Instancia de Ahualulco de Mercado el día 29 de enero de 1925 ante el titular Eduardo Álvarez García y que se asentó con el número noventa y tres, en cuyo referido margen consta que realizaron treinta y cinco contratos de compra venta, realizando el primero de ellos en 1931 y el último en 1937;como descargo de conciencia colectiva se ha de señalar que es posible que ese tiempo en que sentía en el ambiente la efervescencia de incrementar los volúmenes de producción y la superficie cultivable en el país, haya imperado sobre las opiniones vertidas en contra de la desecación de la laguna y que lejos de percibir esa obra como un atentado a la naturaleza, se viera como un logro y así lo señalo Everardo Topete Arcega, titular del poder ejecutivo del estado en el primer informe de gobierno que presento en febrero de 1936, en el cual dijo:

Siguiendo mi sistema de ayudar a la medida de mis fuerzas a nuestra clase trabajadora decidí impulsar y dirigir obras de irrigación en el Ejido de Ahualulco, y al efecto, contando con la buena voluntad de parte de esa comunidad se aprobó la construcción de un canal que tomando aguas de la Laguna de Magdalena, vaya a irrigar no menos de trescientas hectáreas de tierras de primera calidad y que al ser entregadas a los ejidatarios, habían sido catalogadas como de temporal; el trazo actual del canal tiene una extensión de cuatro kilómetros, pero tengo intención de que de serme posible se prolongue para irrigar con esas mismas aguas los ejidos “Portes Gil” y “El Carmen” ubicados en el mismo municipio de Ahualulco.

Las obras dieron ya principio proyectándose que en un término no mayor de dos meses quede concluido el trabajo de irrigación de que se trata, con un costo total para este Gobierno de $ 10, 000.00 diez mil pesos.

Después de los trabajos realizados por la Compañía Ponce de León tuvo que intervenir en 1937 la Comisión Nacional de Irrigación que se hizo cargo de la obra, constituyéndose el Distrito de Riego de Magdalena y Ahualulco, procediéndose a la reconstrucción de las presas periféricas que interceptan el agua de diversos arroyos que concurren a la laguna;aunque los trabajos de desecación cada vez tuvieron que perfeccionarse, ya que las aguas de la laguna no dejaban de ocasionar inundaciones en la población de San Juanito, teniéndose que realizar obras de ampliación en el tajo en el año de 1940 y luego nuevamente en 1978,lográndose por fin concretizar ese atentado contra la ecología, aunque se ha de reconocer que a plazo inmediato favoreció los proyectos agrícolas y de cuyas obras resultaron beneficiados diez ejidos y varios pequeños propietarios de los municipios de Magdalena, Antonio Escobedo (hoy San Juanito de Escobedo), Etzatlán y San Marcos, los cuales usufructúan estos terrenos de inmejorable calidad, produciendo granos básicos para la alimentación humana.

Para concretizar esos trabajos se tuvieron que realizar una serie de acciones que en ese momento se consideraron como titánicas, en contra de esa gran laguna que se resistía a perecer, esto se deduce de los constantes informes que Aurelio Ochoa en su carácter de Administrador de la Hacienda de Santa María le proporciona a Ramón Castañeda y Palomar, que era el representante de la Compañía Agrícola de Occidente S. A., los cuales como dueños de una parte de esos terrenos,luchaban por ganarle superficie a la laguna, con el fin de utilizar esos terrenos en la producción agrícola, a manera de ejemplo se ha de citar una misiva enviada el día 13 de septiembre de 1913, en la cual el angustiado administrador informa:

“...todos los empleados ocupados en el bordo de defenza, que es el que defiende el potrero del trigo de las avenidas de S. Andrés, y el sobrante de los bordos de aquí, pues estuvo brincando el agua por todo el bordo que tiene tres mil metros, pero afortunadamente solo tres vocas grandes se le hicieron, ayer quedó tapada una y creo que hoy en el día y la noche quedaran tapadas las otras dos, esto lo motivo la abundancia de agua que bajó de S. Andrés, pues en esta hacienda se les reventaron tres bordos, creo que ya tapadas las bocas, el agua no seguirá invadiendo el potrero del trigo. Oportunamente seguiré informando á Ud al aspecto que siga tomando este asunto, pues la laguna sigue subiendo mucho...”

Los esfuerzos a que se hace referencia no fueron fructíferos pues el año de 1913 fue de un temporal muy abundante, pues por una carta que envía el día 2 de octubre se hace saber al referido Ramón Castañeda y Palomar que:

“...Hoy comencé a trabajar en bordo que detiene la laguna, tratando de cortar el agua de la laguna y el potrero del trigo, si como espero, me da resultado el proyecto que estoy empleando, vendrá á costar este trabajo, relativamente poco, pues parece que ya no sube la laguna; según la medida que me trajeron hoy en la mañana, subió medio centímetro, pero creo que el oleaje fue el que hizo aumentar la medida. En algunas partes, el agua pasa sobre el borde diez centímetros, en otras veinte y en lo más gruesa treinta, si como antes digo, dan resultados los trabajos que estoy empleando para cortar el agua, estos quedaran terminados el mes; lo que si es necesario, es una centrifuga de capacidad tal que desaloje en un mes, un millón cuatrocientos mil metros cúbicos de agua que serán los que están inundando el potrero; no hay que hacer obras especiales para la instalación de la bomba, la fuerza eléctrica ya está en Magdalena y cerca de donde pienso ponerla...”

Así pues, se deduce que a la par de las compañías que tenían la concesión de desecar la laguna, los propietarios de la región, también con sus limitados recursos hacían lo propio por ganarle terreno a esa inmensa superficie que se visualizaba como muy fructífera y que finalmente con el esfuerzo de todos se fue ganando la batalla de extinguir a ese lago.

Esa fue pues, sin lugar a dudas una de las acciones realizadas en contra de la naturaleza que en mayor magnitud ha perjudicado al ecosistema regional, pues las consecuencias afectaron no solo a la municipalidad magdalenense, sino también a todos los colindantes y con seguridad se podría afirmar que tuvo influencia en lugares aun mas distantes; hoy a través del tiempo es indiscutible que dicha acción podrá ser justificada por muchos y con revalidados argumentos, de la misma manera como será criticada y satanizada por muchos otros, pero la realidad es que el haberla desecado fue un grave atentado contra la naturaleza que hasta el día de hoy y a perpetuidad estará cobrando el precio de ese proceder.

En el momento de desecar la laguna, se considero conveniente construir un bordo donde se almacenara una porción de los millones de litros de agua que llegó a tener esa laguna, con el fin de utilizarla como abrevadero para los animales y para utilizar sus aguas en el riego de producción agrícola, pero desafortunadamente ese pequeño bordo que queda como espejo de la otrora gran laguna también fue atentado por los magdalenenses quienes argumentando no tener otra opción ó recursos suficientes para construir una planta de tratamiento adecuada, se depositaron en su lecho durante muchos años las aguas negras de la población; hoy como una respuesta de la naturaleza año tras año se sufren las consecuencias de una manera que pareciese imperceptible pero que es real, y es que cada año la cuenca de lo que ahora se denomina como Laguna de Magdalena, queda completamente seca a partir de los meses de marzo y abril, a causa de que el agua es extraída en su totalidad para regar las siembras de caña de azúcar que cada vez se extienden más y más en el valle de la ex laguna desplazando el cultivo de maíz, de tal manera que encontrándose seca esta superficie durante dos ó tres meses, por las tardes comienza a manifestarse un ligero viento desde el poniente hacia la población trayendo consigo un polvillo del lecho seco de la laguna, mismo que por supuesto al encontrarse contaminado, provoca enfermedades respiratorias entre los pobladores que cada vez se han ido inmunizando más y más a estas respuestas insonoras pero fustigantes de la naturaleza; por fortuna la planta de tratamiento que se construyo en esta población hace ya casi veinte años y que por mucho tiempo y por diversos factores fue medianamente utilizada, por fin se ha puesto a funcionar en toda su capacidad y las aguas residuales por el momento ya no continúan siendo depositadas en la laguna y si así fuese el mal sería menor pues ya se encuentran tratadas y no constituyen un problema de salud para los magdalenenses.

Acertado sería sin lugar a dudas que quienes por concesión de la Comisión Nacional del Agua poseen el derecho de usufructuar las aguas de la laguna, fijaran un limite de extracción y no permitieran que su lecho quedara seco, aunque parece que ante la impasibilidad de la ciudadanía, esto lejos de concretizarse, más bien tiende a extinguirse por completo, pues este año se realizaron acciones para que una parte de ese lecho que en este momento se encuentra cubierto de bosque de huisache y que por cierto allí existen vestigios de chinampas prehispánicas se pretende destinar al cultivo de caña de azúcar con el beneplácito de las autoridades ejidales.

Esta y otras acciones están atentando contra el ecosistema y aunque las acciones tienen un sinfín de argumentos justificando el porque de su ejecución esto no impide el impacto que puede causar, ó mejor dicho que ya esta causando, siendo una de estas acciones una que pareciese que aun no se ha medido en toda su magnitud y es la siguiente, hasta hace algunas décadas tanto las tierras altas destinadas al cultivo en esta municipalidad como las de la ex laguna se sembraban de maíz, gramínea que desde hace aproximadamente veinte ó treinta años esta siendo desplazada por la caña de azúcar que paulatinamente se esta posesionando del valle de la ex laguna, ocupando 454 hectáreas de superficie en el año 2005,como consecuencia de una muy justa y legal decisión de sus propietarios que buscan opciones de incrementar sus ingresos, pero cuya decisión finalmente altera el ecosistema ya que éste producto para ser recolectado se tiene que incendiar primero, sacrificando como consecuencia con ese método, a un buen número de fauna silvestre que tiene su hábitat en esas labores y se suprime con ello parte de la cadena alimenticia; por su parte el cultivo de agave que en el año 2005 alcanzó las 1,618 hectáreas,y que con ello también está desplazando al maíz que se sembraba en las partes altas y en los lomeríos que circundan a esta población y que dejó de ser rentable, pero que trae como consecuencia alteraciones en el ecosistema, siendo necesario señalar más con la intención de exponer una opinión que con el afán de criticar a quienes se dedican a labrar la tierra, que el cultivo de agave esta ocasionando graves trastornos en esa parte de la tierra magdalenense, ya que se esta acelerando el proceso de aridez y la ausencia de pastizales, efectos que traen como consecuencia una perturbación apenas perceptible a la naturaleza, todo esto sin mencionar las cantidades ascendentemente ilimitadas que año tras año se depositan en la tierra de fertilizantes, herbicidas, insecticidas y otros insumos que la producción agrícola requiere.

Pero además de lo ya expuesto en el sector agrícola y reseñando un poco otros factores que han influido en la transformación de Magdalena, se tiene que señalar que en el transcurso del siglo próximo pasado se enfrentaron una serie de acciones que en conjunto contribuyeron a transformar la vida de la municipalidad en todos los sentidos y que incongruentemente se hizo precisamente en aras de buscar el progreso, acciones que en su momento causaron admiración entre la ciudadanía, siendo éste asombro bastante entendible si se considera que después de tres siglos de vida aletargada pareciera que todas esas acciones llegaran de manera precipitada, una de estas primeras acciones fue la instalación de las vías férreas del Ferrocarril Guadalajara–Nogales que en la primera década del siglo veinte se comenzó a ejecutar.

En minuciosa investigación realizada por el cronista de Magdalena José Rafael Ascencio Ceseña, se señala que a principios de 1909 se presentó el Lic. Antonio Pérez Verdía ante Francisco Blanco Robles que era la Autoridad Política del lugar y mediante documentos se acreditó como representante de la empresa ferroviaria denominada Compañía del Pacifico Sur, misma que a partir del día 24 de junio de 1909 se habrá de registrar con la razón social de Ferrocarril Sub-Pacífico de México, e informó que se pretendían construir veintiún kilómetros de líneas férreas, se ostentó como autorizado para celebrar contratos de compraventa entre la compañía ya señalada y los vecinos magdalenenses que fueran dueños de los terrenos por los cuales habría de cruzar el ferrocarril, terrenos que en ese momento están destinados casi en su totalidad en la producción de hortalizas, a tal grado que por años los pobladores vecinos identificaban a los magdalenenses con el adjetivo de “cebolleros”; ante esta situación la autoridad municipal convoco a los vecinos y se reunieron en las oficinas municipales para exponerles dicha situación, agrupándose inmediatamente en opiniones distintas, unos están dispuestos a enajenar sus propiedades y otros se muestran renuentes a deshacerse de su patrimonio y necesario es en el caso de estos últimos que se tenga que proceder de manera legal y mediante juicio se llega a la expropiación de sus terrenos; en agosto de 1912 los primeros trenes arriban a este lugar y con ellos el progreso, pero también los estridentes resoplidos y las negras nubes de humo por ellos emanadas, las que comenzaban a irrumpir el azulado cielo magdalenense.

No solo esos serían los cambios que la población tendría que enfrentar con la llegada del tren, otra de ellas fue la división geográfica que las líneas férreas impusieron a la población y que por muchos años se considero hasta despectiva, pues vivir “pal otro lado de la vía” era en los estratos de la sociedad magdalenense un nivel más bajo en comparación de los que vivían en el centro del pueblo ó cuando menos en otros sectores del mismo, incluso los servicios públicos municipales se prestaban con más eficacia para quienes tenían su domicilio antes de cruzar la vía del ferrocarril.

Cronológicamente se tiene que señalar que otra de las acciones que contribuyeron a transformar el ambiente pueblerino de Magdalena, fue la construcción de la Carretera Internacional No. 15 que desde la década de los cuarentas cruzo por esta población y es citada con beneplácito en el primer y segundo informe de gobierno rendido por el Lic. J. Jesús González Gallo;es indiscutible que las vías de comunicación significan progreso para los pueblos y que el pensar en contra de ellos sería una inmadura desconsideración, pero lo que sí es justificadamente valido hacer, es señalar que estas vías de comunicación se tienen que realizar acorde a un desarrollo sustentable y sin consecuencias desfavorables para la población, como el fue el caso que aconteció en Magdalena.

La construcción de la carretera en Magdalena a diferencia de las poblaciones ubicadas entre esté lugar y la ciudad de Guadalajara, cruza exactamente por el centro de la población ocasionando con ello hoy en día un sinfín de inconvenientes, molestias y trastornos viales que los magdalenenses han tenido que sufrir; como descargo de responsabilidad se ha de señalar de acuerdo con testimonios orales, que el trazo de la carretera no contemplaba cruzar por el centro de la población y fueron precisamente las autoridades municipales, las que en atención al clamor de la ciudadanía pidieron reiteradamente al gobierno federal que la carretera atravesara la población, ya que con ello se propiciaría el progreso y desarrollo del mismo, las actas correspondientes a las juntas de cabildo celebradas por las autoridades municipales los días 7 de abril de 1943 y 26 de marzo de 1944 son fehaciente testimonio de las gestiones realizadas para que el deseo de los magdalenenses se atendiera, el siguiente es un fragmento de la junta de cabildo celebrada en la segunda de las fechas señaladas y dice así:

“Que se of. al señor Presidente de la República, dándole cuenta de que los Ingenieros de la Dirección no están cumplimentando debidamente la orden para que pase la Carretera por el Centro de la Población; causando al mismo tiempo las arbitrariedades que están haciendo en las calles”.

Dichas gestiones encontraron eco y de acuerdo a sus aspiraciones se llevaron a cabo y se cumplió su deseo, siendo hoy por hoy injusto dejar de reconocer que la construcción de la carretera no propició trastornos inmediatos a la población magdalenense, pues todavía hasta la década de los ochentas el trafico vehicular era hasta cierto grado tolerable y antes que causar problemas ó conflictos viales, por el contrario la carretera solo significo progreso y contribuyó para que Magdalena continuara siendo lo que siempre ha sido, un pueblo de paso.

Antes de que concluyera la centuria próxima pasada, Magdalena habría de testificar otra acción emprendida en pro del progreso, ésta fue la construcción de la moderna Autopista La Sierra Guadalajara–Tepic, misma que fue puesta en funcionamiento el día 24 de noviembre de 1994,quedando tras de su construcción una serie de propiedades cercenadas, ruinas arqueológicas descubiertas, un incremento notable en su demografía, modificaciones socioculturales y una nueva división en el pueblo, el cual aunque si bien es cierto que en el momento de su construcción no existían casas habitación del “otro lado de la autopista”, hoy por hoy comienzan a construirse a pesar de no disponer de la infraestructura urbana mínima indispensable ni los servicios básicos, además la construcción de la autopista obligó a que se edificaran tres puentes, los cuales fueron sufragados por parte de la misma constructora, puentes que contribuyen a que la población se pueda comunicar con la población de Etzatlán, con la delegación de La Joya y con el cementerio municipal que quedo ubicado del otro lado, tres puentes que aunque hoy por hoy parecen ser suficientes, con el tiempo habrán de no serlo y se convertirán en cuello de botella para que la población se comunique de un sector a otro.

Otra de las acciones que se emprendieron en el siglo próximo pasado en aras del progreso fue la instalación de torrecillas que sostienen líneas eléctricas de alta tensión y las cuales habiéndose trazado en ese entonces en terrenos despoblados hoy se encuentran muy cerca de las instalaciones del Hospital Regional, de las de la secundaria federal y también de la estatal, además de las de la preparatoria y lo que es aun peor sobre algunas casas habitación y también sobre la Unidad Deportiva Municipal, obras todas estas construidas después de que se tendieron esas líneas eléctricas de alta tensión.

Más es necesario concluir y por consiguiente reconocer que como obsequio de la naturaleza a diferencia de otras bien identificadas zonas del estado de Jalisco, Magdalena es un lugar exento de desastres naturales, no es propensa a sismos ni tampoco a inundaciones, pero también es necesario reconocer que aunque esta población no esta expuesta a sufrir golpes de la naturaleza por libre acción de sí misma, si lo esta por diversos y variados factores que han sido creados por el hombre, del cual se podrá decir como un descargo de conciencia que quizás lo hizo obligado por diversas y “justificadas” circunstancias.

Hoy por hoy, un buen número de magdalenenses lamentablemente se encuentran asentados en zonas de considerable riesgo, de las cuales a manera de ejemplo se pueden citar las casas que se encuentran construidas en la colonia denominada como El Cerrito, las cuales ascienden a ciento setenta y siete domicilios,mismas que se comunican por estrechos callejones y en donde las aguas pluviales tienen desagüe de corral en corral, fincas también en las que es común observar como en el cielo de los espacios de sus patios y áreas comunes de servicio se entrecruzan cables y más cables conductores de electricidad, de teléfono ó de video cable, los cuales forman una enredada madeja, de la cual solo sus respectivos dueños saben cual de ellos corresponde a cada quien y por si esto no fuera suficiente para incrementar el riesgo de esas familias que viven apretujadas y sin vías adecuadas de comunicación, hasta hace dos años esa zona solo contaba con una calle de acceso para una colonia que tiende a crecer cada día gracias a que la Comunidad Agraria continua lotificando esa área cerril, por ventura la Administración Municipal 2004–2006 presidida por el Ing. Arturo Ascencio Ceseña, realizo las gestiones y tramites necesarios para que se realizará la apertura de una nueva calle, la cual tiene por nombre “Arq. J. de Jesús Rubén Arce Velador”, misma que contribuye a mejorar la comunicación de ese sector de la población y así lo informo para beneplácito de la ciudadanía el Ing. Ascencio Ceseña en su II Informe de Gobierno y dijo:

“...es grato también informar que logramos concretizar uno de los sueños más anhelados de los vecinos de La Colonia de El Cerrito, que era tener otro ingreso para ese sector de la población, sueño que logramos hacer realidad con la apertura de la calle Arq. José de Jesús Rubén Arce Velador, ya con los servicios de drenaje, agua, empedrado y alumbrado público y atendimos una solicitud que ya sumaba décadas y que por diversos motivos diferentes administraciones no habían podido atender...”

Otra de las zonas que se puede considerar como de alto riesgo es la denominada como de La Cañita, que se integra por trescientos diecisiete domiciliosy que se encuentra asentada en una parte del lecho que fue de la laguna de Magdalena y que como consecuencia tiene de base un terreno que tiende a ser endeble y lodoso, pero que además esta propenso a inundarse cada vez que se tiene un buen temporal de lluvias; es importante agregar que lamentablemente se inunda con muy poco remedio a su favor, pues es relativamente fácil de desaguar mientras que el nivel de agua es ligeramente mas alto que el de la laguna, porque en cuanto tienen un mismo nivel el agua de la colonia y el de la laguna no hay poder humano que sea capaz de otorgar una solución pronta y eficaz a dicho problema y por si todo esto fuera poco, existen quienes irresponsablemente saturan de basura y de desechos de construcción el arroyo de El Pile que se encuentra en esa área y las zanjas que se han construido ex profeso para desaguar esta zona y con ello medio solucionar este problema, acción irresponsable que trae como consecuencia el que con mayor rapidez los vecinos comiencen a sufrir las molestias de encharcamientos y además padecer la presencia de insectos y de plagas que son propias de ese medio ambiente de aguas anegadas.

Otro de los sectores que definitivamente no se encuentran bien protegidos, es el que se ubica al pie del cerro de Lagunillas entre los puntos conocidos como El Tacotal y El Caballito, fincas que ascienden a setenta y un de casas,y las cuales tienen como eterna compañera en la parte posterior a una serie de grandes piedras de peso incalculable que no se sabe ni el día ni la hora en que al desprenderse de su ubicación sean provocadoras de inimaginables consecuencias, ya que estas casas se encuentran ubicadas anexas a este cerro en unos taludes que en algunas partes son casi verticales, desafortunadamente en esta zona algunos de los vecinos sobre todo los que viven en las casas ubicadas entre El Tacotal y El Centro de Salud que ascienden a treinta y seis moradas,las cuales no conformes con estar asentadas en una zona de alto riesgo, se han dedicado en algunos casos a extraer arena del pie del cerro con el fin de ampliar la superficie de sus corrales y vender ó utilizar el material extraído en sus fincas; otros vecinos no han sacado arena pero si se han dedicado a cortar los árboles que evitaban la erosión del cerro y por consiguiente también el reblandecimiento del terreno en donde han estado esas grandes piedras de hace cientos de años.

Por último, otra de las zonas que también es de alto riesgo y lamentablemente está proliferando a pesar del esfuerzo de algunas autoridades que se empeñan en evitar dichos asentamientos, son las viviendas construidas en los lechos de los arroyos, situación que se está registrando principalmente en los denominados como El Pile, Los Fresnos y El Tepiolole y en donde casi siempre se construye con el pretexto y argumento de que: “desde que yo me acuerdo éste arroyo nunca ha tenido agua”, “me dice mí ápa, que él se acuerda desde cuando estaba chiquito y en este arroyo nunca ha corrido la ́gua, y pós entonces yo no corro ni ́un riesgo y sí así fuera pós nomás mi familia y yo”, argumentos que tan solo se pueden juzgar como de una total irresponsabilidad. Estás son pues algunas de las zonas consideradas como de alto riesgo y en las cuales se concentran un 15% del total del total de viviendas que en la población de Magdalena de acuerdo con SAPASMAG ascienden a 4,225,siendo importante señalar que además de las ya enumeradas de El Cerrito, de La Cañita, de la zona comprendida entre El Tacotal y El Caballito y la de los lechos de los arroyos, se encuentran también las que están construidas en terrenos federales bajo las líneas de alta tensión.

En concreto, la idea central de este trabajo es precisamente llegar a la conclusión de que Magdalena originalmente tuvo un lugar propicio y adecuado para vivir, sin climas extremosos, sin peligros sísmicos, sin arroyos caudalosos ó traicioneros en su territorio y sin otros elementos naturales que fueran capaces de complicar la vida de los magdalenenses, pero que lamentablemente en el transcurso de las últimas décadas se ha venido transformando, convirtiéndose día tras día en un lugar más riesgoso, en un lugar que en algunos años ha tenido que sufrir de escasez de agua, en un lugar en donde faltan espacios públicos, en un lugar en donde el problema de tráfico vehicular cada vez se agudiza más y más y por consiguiente se incrementan los niveles de estrés y cada vez el ambiente se torna más ruidoso y estridente.

Magdalena era y quizás aun lo es, un lugar ameno y tranquilo para vivir, comparado con otras poblaciones, pero lamentablemente el entorno esta cambiando precipitadamente, pues en 1980 tenía 14,181 habitantesen el municipio, los cuales se agrupaban en 2,592 viviendas;en 1990 aumentaron a 2,903 viviendasy a 15,312 los habitantes,pero para el año 2005 de acuerdo con SEIJAL son 18,924 habitantes y 4,301 viviendas en todo el municipio;esté acelerado crecimiento y el desorden en que se ha venido realizando, con periodos de autoridades municipales que aplican estrictamente la ley y con otras que se desentienden de esta responsabilidad, ha contribuido para que Magdalena se este convirtiendo en un lugar con zonas de alto riesgo, en un riesgo latente y callado, pero que de manera progresiva y paulatina aumenta y el cual es provocado en la mayoría de los casos por irresponsabilidad y esto se señala con profundo respeto para los ciudadanos que viven en estás áreas, ya que en muchas ocasiones quienes han elegido esos lugares riesgosos para vivir, lo han hecho por causas ajenas a su entera voluntad, ó bien porque las circunstancias no les dejan otra opción y tienen que tomar esas decisiones; decisiones que lamentablemente están convirtiendo a esta población en una zona de riesgo para vivir no por decisión de la naturaleza, sino por decisión de los mismos magdalenenses.

El autor de esta investigación considera que la labor de los cronistas no debe limitarse a reseñar lo que se hizo en el pasado y a registrar lo que esta ocurriendo en el presente, sino que también está obligado a emitir una opinión sobre lo que de acuerdo con su juicio y entendimiento debe de hacerse para trasmitir en buen estado a las nuevas generaciones el mundo que le prestaron para que viviera, además cuando se tiene el atrevimiento ó la osadía de hacer observaciones y señalamientos sobre lo que los demás están haciendo ó han dejando de hacer, se contrae la obligación moral de proponer algunas soluciones, soluciones que las autoridades competentes y la mayoría de la población tienen la libre opción de considerarlas ó de desecharlas.

Una de estas propuestas es que las autoridades respeten y hagan respetar la normatividad correspondiente que impide la construcción en fraccionamientos que no se encuentren autorizados y que no reúnan los requisitos indicados por la ley, otra medida urgente es implementar un programa a través del cual se incremente en los domicilios la construcción de cocheras en tanto como sea posible, pues al ser Magdalena una población con mucha antigüedad, adolece de un trazo inadecuado para las necesidades actuales, ya que sus calles son angostas y desalineadas, factores que contribuyen en que la circulación vial se desarrolle de manera lenta y complicada, y sí además se añade el que las arterias se utilizan permanentemente como estacionamientos, la vialidad se torna aun más congestionada y solo propicia la generación de estrés, el incremento de los niveles de temperatura y el aumento de los índices de contaminación y aun mas los viernes que es día de Tianguis; el problema de estacionamientos en la calle es verdaderamente serio, y más si se considera que en la actualidad existen 5, 341 vehículos automotor en el municipio,considerando tan solo los que se regularizados, sin contar los que son de procedencia extranjera y no han sido legalizados, si se toma en cuenta que existen 4,301 viviendas en la cabecera municipal,y del total de la cantidad de vehículos ya señalada son propiedad de vecinos que viven en esta misma cabecera, entonces el problema si se visualiza como grave y más si se considera que un porcentaje muy limitado de esas viviendas disponen de cochera y las que la tienen solo la usan de noche.

Por su vocación turística y artesanal, Magdalena es una población que en su plaza pública tiene durante todo el día una gran concentración de ciudadanos que se dedican a la compra venta de ópalo y que acuden a ese lugar en sus vehículos, mismos que en gran parte del día los tienen estacionados en las calles aledañas, complicando con ello la circulación y el arribó de visitantes, por lo tanto benéfico sería invitar a la iniciativa privada para que se decida a invertir en la construcción de estacionamientos públicos, previa garantía ofrecida por las autoridades municipales que habrán de propiciar su uso mediante la reglamentación necesaria; otra medida adecuada sería también la instalación de estacionómetros, con los cuales se inhibiría el permanente estacionamiento de vehículos en el centro de la población que solo contribuyen a congestionar más y más el transito vehicular, pues algunos vecinos han tomado las calles céntricas y avenidas principales como escaparates en sus negocios de compra venta de autos.

Urgente es también construir un libramiento para que los vehículos de carga pesada dejen de cruzar por el centro de la población; proyecto que ya inicio el Ayuntamiento 2004-2006 y el cual se tuvo que truncar con el cambio de autoridades, las cuales decidieron no afectar los intereses de un pequeño grupo de propietarios, aun cuando afectaran a la mayoría de la ciudadanía.

Otra acción que se percibe como impostergable es la construcción de espacios públicos, la implementación de áreas verdes y la reforestación en los lugares que sea posible y de manera urgente en los lomeríos cercanos, mismos que ya desde las últimas décadas del siglo décimo noveno el Ing. Mariano Barcena Ramos señalaba que encontraban talados según asienta en la reseña que hace de su viaje de estudio a éste lugar y asienta que:

Se cultivan en pequeña escala membrillo, durazno, melón, naranjo, granado, mamey y uva. Las plantas silvestres que se producen son: roble, encino, pinabete, tepehuaje, cedro, coate, higueras, ahuilotes, huácima, laurel, salvia y nopal. Hay bosques en el valle solamente de huisaches; en los lados este y oeste hay bosques talados. Existen dos manantiales abundantes, tres arroyos, varios torrentes y el lago de San Juanito ó Magdalena.

En la Estadística Agrícola de Jalisco de 1910, incluso se señala con cantidades específicas la práctica que existía de acuerdo a las necesidades el momento de talar los bosques y señala que tan solo en el año de 1909 se cortaron 5,000 toneladas de madera, las cuales fueron destinadas entre otros usos principalmente para combustible,seguramente con destino a los minerales, siendo los excesos realizados en ese entonces, los que hoy de alguna manera se tienen que corregir.

Otra de las fuentes que arroja algunos números sobre el uso que se hacía de los bosques, son los Diarios Uno y Dos que corresponden a los años de 1924 a 1927 de la Contabilidad de la Hacienda de Santa María y Anexas que se llevaban en la Oficina Matriz de la Caja de Prestamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura S. A. México, D. F., en dichos archivos se señala por ejemplo la venta de 50 toneladas de carbón al mineral de Cinco Minas Co., en $ 300.00 pesos en febrero de 1925, 200 toneladas de leña a la misma compañía minera en marzo de ese año en $ 300.00 y entre otras más, la venta de 100 toneladas de carbón a ellos mismos en enero de 1926 en $ 600.00.

A través de varias cartas, Aurelio Ochoa, en su carácter de administrador de la Hacienda de Santa María, informa también a Ramón Castañeda y Palomar, que era el representante de la Compañía Agrícola Occidental S. A., de algunas ventas que con la Compañía Minera de Cinco Minas se llegaron a realizar en el ramo maderero y señala el día primero de abril de 1913 que:

“...sirve el presente para participar á ud. que el negocio de Cinco Minas, referente á leña, siempre se hizo, no como yo quería, es decir puesta á orilla del camino, sino como se hacía anteriormente, puesta en la Mina; La Compañía paga un peso por carga de doce arrobas puesta en la Mina, hemos puesto pues, fleteros que la lleven, porque tenemos que entregar cien cargas diarias; a los fleteros se las pagamos á cincuenta y cinco centavos carga y cinco centavos de corte, viene quedando á favor de la Hacienda, cuarenta centavos, valor del monte...”

Posteriormente por otra misiva que fue fechada el día 30 de mayo de 1913, le informa que la venta comercial ascendió a seis mil cargas, siendo importante señalar que las transacciones comerciales a que se ha hecho referencia son tan solo una muestra de los excesos que se cometieron con los bosques, citándose como ejemplo que esta última transacción ascendió en volumen a la cantidad de ochocientas veintiocho toneladas de madera, pues dice haber vendido seis mil cargas de doce arrobas cada una, y cada arroba ascendía a once kilogramos y medio; hoy no es tiempo de lamentaciones, es tiempo de intentar corregir esos excesos y esa tarea no es imposible, pues reforestar los bosques es una acción posible y más cuando se conjuntan voluntades y se tiene iniciativa para hacerlo, como se hizo en la pasada Administración Municipal, que sumando la participación de autoridades municipales, ejidales, educativas y la ciudadanía en general se lograron plantar siete mil árboles, según lo informo el Primer Edil Ing. Arturo Ascencio Ceseña en el II Informe de Gobierno, en el cual dijo:

“...es grato informar que en junio (del año 2005) realizamos una campaña de reforestación en la que participaron las siguientes instituciones educativas de las escuelas secundarias, del CBTis, de la Prepa y de CUESCMAG, elementos del Ejercito Mexicano, Autoridades Ejidales y voluntarios en general, llegando a plantar siete mil árboles en una superficie de seis Hectáreas que la Comunidad Agraria de Magdalena destino como área verde en El Salero...”

Dichos árboles fueron seleccionados de considerable tamaño y se encuentran en el cerro de El Salero contribuyendo con ello a mejorar el medio ambiente y realizando una acción que bien podría ser imitada por las actuales y subsiguientes autoridades.

Es justo señalar que no todas las acciones emprendidas en los últimos años contribuyen al deterioro del medio ambiente en la población, hay acciones que se han emprendido en aras de tener un medio ambiente más digno y armónico; entre ellos se encuentra la construcción de la planta de aguas residuales, misma que por fin se puso a funcionar en su máxima capacidad después de casi dos décadas de que se construyo, siendo esta acción un gran avance; otra de las acciones que sin precedente y como un gran legado se esta haciendo en la actualidad, es la instalación de medidores en las tomas de agua potable de todos los domicilios, acción que contribuirá a que ésta sea utilizada con mayor concientización, ahorrándose por consiguiente una considerable cantidad de este vital liquido.

Pero aun falta mucho por hacer, aun falta trabajar en la separación de los residuos sólidos, aun falta en invertir en la construcción de un relleno sanitario, aun falta propiciar una cultura de aseo en el frente de las casas como se hacía en antaño ó bien que las autoridades municipales se responsabilicen de que con cargo al erario público se aseen las calles día tras día, generando con ello un entorno limpio y un ambiente deseable para vivir y visitar, pero urgentísimo es también implementar programas que exhorten a utilizar de manera racional los vehículos de motor, ya que en la actualidad la ciudadanía y sobre todo los jóvenes hacen uso de los automotores incontroladamentey tan solo comouna manera de atraer la atención y evidenciar un estatus que les pueda atraer simpatías y admiración; y sin lugar a dudas que otra de las acciones que se deben gestionar a la voz de ya, es que el reducido vaso de la laguna ya no vuelva a quedar seco año tras año, fijándose estándares mínimos de capacidad y disminuyendo el uso de las aguas que allí se concentran en cada temporal con la perforación de pozos profundos debidamente distribuidos en el valle de la ex laguna y los cuales se pueden perforar y equipar con acceso a programas federales y estatales que ofrecen recursos para crear esa infraestructura, siendo importante señalar que la laguna y su entorno pueden canalizarse como un importante destino turístico.

Y ya para concluir con este trabajo se ha de reiterar que los desastres que Magdalena a sufrido por culpa de la naturaleza son apenas perceptibles en sus más de cuatro siglos de existencia, que algunos de ellos no pueden siquiera considerarse como desastres, sino más bien como fenómenos naturales que por ser extraordinarios causaron sorpresa y admiración entre los habitantes de estas tierras y que por mencionarse algunos de ellos se han de citar los siguientes de los cuales la historia guardo su registro:

1567: Algunos de los primeros cronistas que escribieron y recabaron información sobre esta región del occidente de México como el padre Fr. Antonio Tello y Domingo Lázaro de Arreguí asientan que en este año el volcán denominado como El Ceboruco hace erupción y causa una gran grieta en la tierra, se dice que las dimensiones de está son de tal magnitud que desde los ahora municipios de Jala y Ahuacatlán del vecino estado de Nayarit se prolonga hasta la Sierra de Ameca y en su cruce por esta región además de los estragos causados entre el caserío provocó que la laguna se secara pues su lecho fue

atravesado por dicha grieta, la cual con el correr del tiempo se volvió a rellenar de tierra y por consiguiente la laguna volvió a tener su embalse de agua.Fr. Francisco Frejes señala por esa misma época una famosa tromba de agua que tuvo lugar en la laguna y que destruyo la población de los naturales asentados en la isla de la laguna de Magdalena.

3 de Enero de 1873: En este día, se registró en esta población un fuerte temblor de tierra que solamente provocó un gran susto en la población y afortunadamente no ocasiono daño en ninguna finca, según se asienta en el libro titulado “Magdalena: Después de la Reforma y Antes del Porfiriato” y escrito por José Rafael Ascencio Ceseña.

1892: Llovió de manera tan abundante y violenta que causo pánico entre los vecinos los cuales abandonaron sus chozas para refugiarse en el Templo Parroquial de El Señor Milagroso; la gran sorpresa para todos fue que al día siguiente encontraron por varias calles de la población restos cadavéricos en cajas mortuorias que siendo de madera y ante tal cantidad de agua son obligadas a flotar al ser removida la tierra y el oleaje y el viento las arrojaron a las calles de Magdalena, causando con ello asombró y susto entre los magdalenenses; este suceso es conocido entre los magdalenenses con una narrativa conjugada con un hecho sobrenatural ocurrido a consecuencia de una ofensa realizada en el párroco don Félix María Martínez Pérez de grata memoria para los vecinos,la versión anterior es descrita por Vicente Ceseña González; pero por su parte el ya referido Cronista Luis R. Diéguez que fue testigo ocular de ese acontecimiento, se preocupo también por hacer una reseña sobre este caso y ésta es su crónica:

A principios del año de 1892 residía en este lugar el señor don José Cuervo, hoy rico propietario de Tequila; y electo para que tomara el mando político municipal, entró al ejercicio de su cargo con las formalidades legales.

En esta época cayó una tremenda manga de agua (vulgarmente culebra) que parecía deseaba destruir la población y cuyo extruendo atemorizó a los pacíficos vecinos de Magdalena que dormían como unos lirones; causaba horror semejante tempestad y al siguiente día, cuando los labradores marchaban a tomar el arado se encontraron con los estragos causados por aquella, habiendo sido la destrucción completa del cementerio (que se halla al Sur) y los sepulcros enteramente abiertos, sin ser ya su última morada de restos humanos porque la terrible manga los había exhumado arrojándolos a la laguna de donde los extrajeron para de nuevo inhumarlos.

30 de Diciembre de 1899: En esta fecha una tromba absorbe enormes cantidades de agua de la laguna y las vierte en municipios de estado de Nayarit:

Una fuerte tempestad despierta a los ahuacatlenses; los impetuosos ruidos de objetos que se oían caer sobre el techo, incita su curiosidad; al asomarse al exterior sorprendidos vieron que el suelo estaba cubierto de “patos pichichines”. Lo inusual de esa tormenta que coincidía con el fin de año y fin de siglo y más por la lluvia de patos fue tomado como presagio de grandes desgracias; pero esto no impidió para que durante tres días consecutivos desayunaran, comieran y cenaran carne de pato. Después se supo que una “culebra” (tromba) había absorbido el agua de la laguna de Magdalena, Jalisco, y había dejado caer la lluvia y los patos sobre Ahuacatlán.

Este mismo suceso fue narrado por el escritor Dr. Roberto Coronado Rivera en el Ciclo de Conferencias “Magdalena Una Ojeada a su Historia” celebrado en Magdalena en el mes de julio de 1995, el conferencista es originario de Ixtlán del Río Nayarit y señalo que sus padres le narraron una y otra vez este suceso.

1933: Este año se registra como uno en los que el temporal de agua fue extremadamente raquítico, a tal grado que obligo a la feligresía a implorar el auxilio divino, los cuales realizaron peregrinaciones por las labores de cultivo con la imagen del Señor Milagroso con óptimos resultados a sus suplicas.

30 de Enero de 1973: Alrededor de las tres de la tarde se siente y se observa con ondulaciones en la tierra un sismo de 7.5 grados en la Escala de Ritcher que a su paso por estas tierras solo dejó una estela de comentarios entre los vecinos, los que a cual más desean narrar como lo percibieron, lo observaron y lo sintieron.A quien esto escribe ese acontecimiento lo narraron sus padres en reiteradas ocasiones.

19 de Septiembre de 1985.: A las siete de la mañana con algunos minutos más, los magdalenenses reciben el nuevo día con un fuerte sismo que de nueva cuenta vuelve a ser benévolo con los habitantes de esta tierra y por comentar solamente deja los desastres ocurridos en la Ciudad de México, en otras partes de la República Mexicana e incluso en el estado de Jalisco que sufrió los mayores estragos en Ciudad Guzmán.

11 de Julio de 1992: El 11 de Julio ocurrió un eclipse total de Sol que inició a las 11:41 horas en su fase parcial, para terminar a las 14:30 horas.

3–22 de Enero de 1992: Durante este periodo de tiempo llovió prácticamente día y noche en todo el estado de Jalisco;la Carretera Internacional No. 15 que cruza por el centro de la población de Magdalena quedo prácticamente destruida y genero niveles fuertes de inconformidad para con las autoridades municipales.

9 de Octubre de 1995: A las 3:36 horas con notable asombro se siente en esta población un fuerte temblor de 7.5 grados en la Escala de Ritcher caracterizado por sus movimientos oscilatorios, que afortunadamente además de la presentación no grave en algunas fincas de unas grietas no deja sino comentarios y anécdotas que no tienen nada de lamentación.

13 de Diciembre de 1997: Sorpresivamente Magdalena al igual que una gran parte del occidente de México y muchas poblaciones de Jalisco amaneció con la sorpresa de que se encontraba nevando, para todos fue un fenómeno totalmente desconocido en estas tierras pues un suceso como ese no se había presentado en Jalisco desde hacía más de un siglo. Los meteorólogos atribuyeron el acontecimiento al bajo nivel del lago de Chapala, que actúa como regulador climático del Valle de Atemajac.

Estos son pues a grandes rasgos algunos de los fenómenos que se encuentran registrados en la historia de esta población, se ha de reconocer que además de los acontecimientos mencionados se han vivido años de abundantes lluvias que llegan a ser un problema como los ocurridos en 1910, 1913 y 1992 entre muchos otros y algunos más en los cuales ha sido notable la escasez de agua como el que se vivió en 1933, pero jamás se han tenido que sufrir los estragos de la naturaleza que en otras regiones del país se han presentado.

Esté trabajo no puede concluir sin que se haga una exhortación a valorar el entorno que rodea a ésta población, a ser previsores y a procurar evitar cuanta desgracia y desastre sea posible, a concientizarnos mutuamente de que la naturaleza es sabia y de que no se equivoca, a que se desarrolla en un ciclo ininterrumpido y que estamos expuestos a recibir bastantes sorpresas desagradables si no vemos hacia atrás y conocemos que acciones realizó antes de que nosotros llegáramos y además no olvidemos que tarde ó temprano se nos habrá de revertir cuanta acción realicemos en contra de ella.

Existen muchas acciones por realizar, existen un sinnúmero de actividades que emprender en pro de las nuevas generaciones que vendrá a ocupar y habitar el espacio que heredamos de nuestros padres y abuelos, debemos de crear conciencia, debemos de involucrarnos todos en trabajar en pro del medio ambiente, Magdalena necesita del esfuerzo de todos, necesita de que todos por bien propio trabajemos en su preservación y rescate ecológico, aun es tiempo, aun se pueden hacer muchas acciones, porque un gran patrimonio aun se encuentra intacto y una gran parte del ecosistema que ha sido dañado aun se puede regenerar.

Es importante señalar que el problema que está enfrentando la municipalidad de Magdalena, no es un mal exclusivo de si mismos, es un mal que desafortunadamente se percibe en toda la Región Valles, cuyo estudio hoy nos ocupa y por desgracia es un mal del cual también se adolece en otras latitudes, ya no digamos de la entidad y de nuestra patria, sino también del mundo entero.

Considero que como Cronistas Municipales tenemos la obligación de recordar a nuestros conciudadanos como era el entorno que nos precedió, como es que se fue deteriorando e incluso si nos atrevemos bien podemos también ofrecer de acuerdo con nuestro punto de vista algunas propuestas y presentar algunas iniciativas.

Recordemos que atentar contra la naturaleza es atentar contra nosotros mismos, que lo que no hagamos hoy ya será muy tarde querer hacerlo el día de mañana, cuidemos de nuestro entorno, cuidemos de nuestro hogar, este hogar que no es otro que éste mundo en el cual afortunadamente nos toco vivir.

Francisco Javier Romero Montaño Cronista de Magdalena

Bibliografía

Fuentes Primarias e Inéditas

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Biografía sobre el Sr. Cura Félix Ma. Martínez, realizada por Vicente Ceseña González, no publicada por él, pero sí señalada por varios autores entre otros Gabriel Ponce Miranda en su obra Xochitepec: La Magdalena que Yo Recuerdo Págs. 157–168

Crónica Inédita de Vicente Ceseña González, elaborada posiblemente en las primeras décadas del siglo próximo pasado y la cual hoy es resguardada por José Rafael Ascencio Ceseña

Diario No 1 de la Contabilidad de la Hacienda de Santa María y Anexas empezando con los saldos del Balance al 30 de abril (1924) de la Contabilidad que se lleva de la misma en la Oficina Matriz de la Caja de Prestamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura S. A. México, D. F. Este archivo fue rescatado por Rodrigo Rubio y María Rubio y hoy es resguardado por Andrés Alfaro Santos.

Diario No 2 de la Contabilidad de la Hda. Santa María y Anexas empezando con los saldos del Balance General al 31 de Diciembre 1925 continuando el día 1° de Enero de 1926. Este archivo fue rescatado por Rodrigo Rubio y la María Rubio y hoy es resguardado por el Andrés Alfaro Santos.

Extractos de oficios enviados en los años de 1913 y 1914 por Aurelio Ochoa, en su carácter de administrador de la Hacienda de Santa María, a Ramón Castañeda y Palomar, que era el representante de la Compañía Agrícola Occidental S. A., y cuyo archivo fue rescatado por Rodrigo Rubio y María Rubio y que hoy resguarda Andrés Alfaro Santos.

Inscripción de Contrato realizado por la Compañía Ponce de León con el número 93 en el Juzgado de Primera Instancia de Ahualulco de Mercado el día primero de diciembre de 1925.

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Memoria No. 6 de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco. Talleres Impre-Jal. Guadalajara, Jal. 2000, en las páginas 277–294, se encuentra publicado el trabajo José María González Hermosillo, un héroe olvidado de José Trinidad Padilla Lozano.

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